2021: AMISTAD - Vol XLIII nº 1 y 2

María del Rosario Sánchez Grillo: Licenciada y Doctora en Psicología (Universidad del Salvador). Miembro Titular, con función didáctica (APdeBA- IPA). Profesora Consulta Titular de Psicopatología Infanto juvenil y de Diagnóstico y Tratamiento de Niños y Adolescentes (USAL). Profesora Titular de Desarrollo psíquico Temprano en la Especialización y en la Diplomatura en Psicoanálisis de niños y adolescentes, ambas en el IUSAM de APdeBA. Autora de El Niño de las Hormigas, Biebel, Bs. As., 2010.

El contacto piel a piel, la prohibición del tocar y la estructura encuadrante

En el vientre materno
el hombre se inicia en el Todo
y lo olvida al nacer. 1

Bion subrayó el papel de la función continente del objeto. A mi vez, desarrollé la idea de estructura encuadrante. Mi hipótesis es que cualquiera sea la cultura en que nazca, el niño es sostenido por la madre contra su cuerpo. Cuando el contacto con ese cuerpo se interrumpe, lo que persiste de la experiencia es la huella del contacto corporal —mayormente los brazos de la madre—, constitutiva de una estructura encuadrante que aloja la percepción perdida del objeto materno en forma de alucinación negativa de esta. Sobre este fondo de negatividad van a inscribirse las futuras representaciones de objeto albergadas por la estructura encuadrante.” 2

I.-Introducción

Este trabajo es fruto de una investigación teórico clínica dentro del marco epistemológico del “pensamiento complejo” 3. En él convergen distintas ideas de la interdisciplina (genética, vida intrauterina) y especialmente, ideas de pensadores psicoanalíticos destacados (S. Freud, M. Klein, W. Bion, D. Anzieu, D.W. Winnicott, F. Doltó y André Green).

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1 Martin Buber, citado por W. Bion y por A. Green en Pensar el psicoanálisis con Bion, Lacan, Winnicott, Laplanche, Aulagnier, Anzieu, Rosolato, 2017.
2 A. Green, Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo, p. 225, 2005.
3 Edgar Morin, Introducción al pensamiento complejo, 2007.

II.-Planteo del problema

Se centra en destacar el trabajo de tránsito —creador de un espacio de frontera— entre dos territorios: el interior de la placenta y los brazos de la madre. Asimismo, se ocupa en describir la importancia de las manos y los brazos en las primerísimas experiencias prenatales y postnatales y su relación tanto con los componentes tiernos y sexuales de las pulsiones de vida, como de los componentes agresivos.

Desde el punto de vista teórico abreva en distintos aportes: los conceptos de “Yo piel y Yo pensante” y las “Prohibiciones del tocar” de Didier Anzieu, en relación con el concepto de castraciones simbolígenas (específicamente la castración umbilical) de Francoise Dolto. Ambos se vinculan también a los de “holding” y “handling” de Donald W. Winnicott y los de “frontera” y “estructura encuadrante” de André Green.

Así como F. Doltó afirma que la castración umbilical es la primera castración simbolígena y que, junto a las posteriores limitaciones de la castraciones oral (destete), anal (control de esfínteres y motricidad gruesa) y fálico-uretral (diferencias sexuales anatómicas), preparan para la castración edípica, D. Anzieu sostiene que las prohibiciones edípicas se constituyen por derivaciones metonímicas de las primeras prohibiciones, las prohibiciones de tocar. La prohibición del tocar proporciona el fundamento pre-sexual de las prohibiciones edípicas.

La prohibición es implícitamente ejercida por la madre, frente a sí misma y al hijo, al separarse y unirse con el cuerpo de su bebé, en forma alternativa, colocándolo en la cuna, retirándolo del pecho, ocupándose de sí misma, de sus otros hijos, de su marido. Esta alternancia de los contactos madre-bebé, piel a piel, cuerpo a cuerpo, frutos de la ternura materna, y los límites a la misma, constituyen, para André Green, una “estructura encuadrante (o enmarcante)”, matriz representacional de lo psíquico.

II.- Lo fronterizo

El término “frontera”, que en el lenguaje corriente está referido a un concepto geopolítico, como el límite o confín de un estado, ha ido adquiriendo un estatus analógico específico en la/s teoría/s psicoanalítica/s a partir de la incorporación de lo que podríamos llamar un “territorio de frontera” entre ciertos cuadros difíciles de conceptualizar tanto entre las neurosis como entre las psicosis. Si bien el término “borderline” utilizado en inglés se ha impuesto hasta en nuestra lengua, este alude en especial al concepto de línea y borde, mientras que, el francés frontiére o el castellano frontera, remiten más a la idea de un espacio entre territorios (Green, 1996), que separa y conecta a la vez, espacio de tránsito, zona donde se ejercen funciones de inspección, aduana, defensa… Específicamente, en la obra de Green, “lo fronterizo” se relaciona con “trabajo psíquico”; a modo de ejemplos citaré: la pulsión, como trabajo de frontera entre lo psíquico y lo somático; el trabajo defensivo de la desmentida, como mecanismo “fronterizo” entre la represión y la escisión y que, por ser el mecanismo de defensa privilegiado, presta el nombre (fronterizos) a aquellas organizaciones psicopatológicas entre la neurosis y la psicosis. También Green señala dos áreas fronterizas dentro del propio aparato psíquico: en primer lugar, el área del sueño, intermediaria entre lo inconsciente y lo consciente y en segundo lugar, el área de juego o ilusión (el “espacio potencial” de Winnicott). Dentro de la obra de este último autor, también el espacio transicional. Un ejemplo prototípico del trabajo de frontera en la obra de Green es el correspondiente al concepto de procesos terciarios como intermediarios entre procesos primarios y secundarios, facilitadores de un equilibrio mental flexible y de pensamiento creativo. Otro concepto fecundo es el de “fronteras teóricas” y, agrego también el de “fronteras entre la investigación (teórica, clínica y empírica) y la interdisciplina”, de los cuáles toda su obra y este trabajo dan cuenta.

III. La cesura del nacimiento y la “castración” umbilical

Utilizo explícitamente el término “cesura” (RAE) por su literalidad (del latín caesüra, cortar), ya que en el nacimiento hay un corte definitivo entre el antes y el después, y también un corte radical entre el adentro y el afuera, ejecutado por una acción, ineludible e irreversible: la castración umbilical.

Si bien el psicoanálisis históricamente se ha ocupado de este momento crucial en la subjetivación del humano, la teorización tiene una deuda importante con este territorio de frontera que se establece en el tránsito entre la placenta y los brazos de la madre (incluyo los brazos del padre que completan el triángulo familiar y también los brazos de la partera / neonatólogo, representantes de la cultura y lo social). En general la teorización sobre psiquismo temprano comienza con el bebé prendido al pecho, objeto parcial que ha adquirido un lugar preponderante en la teoría, simbólicamente referido a los cuidados maternos. 4 La imagen de “un bebé prendido al pecho” me sugiere la alucinación negativa de los brazos y las manos de la madre.

4 Sin extenderme en este tema, por razones de espacio, no quiero omitir las controversias en torno al “trauma de nacimiento” de Otto Rank, como a ponderar la importancia dada por Bion a lo “prenatal” y a consideraciones de D. Stern, F. Dolto y D.W. Winnicott algunas de las cuáles incluyo más adelante.

A partir de algunos avances en el campo biológico, genético y del diagnóstico por imágenes, en los últimos años, se han ampliado los aportes de la interdisciplina. Entre los relativamente recientes (a principios de este siglo), nos hemos enterado, por ejemplo, que las células de la placenta son las únicas del cuerpo que poseen un programa genético de control inmunológico que puede silenciar el rechazo de células ajenas, de manera de acoger el aporte genético paterno y “autorizar” que de los dos, surja el tercero. Podríamos decir que la biología, se ocupa, “naturalmente”, de otorgar el lugar al Padre. Así, mientras que en el resto de los tejidos del cuerpo, el rechazo al tejido genético extraño nos libra de enfermedades graves, en la placenta, el rechazo al rechazo del tejido extraño, es origen de Vida.

Desde otro punto de vista, resultan interesantes algunos datos ecográficos de la vida intrauterina: hacia la tercera o cuarta semana después de la fertilización del óvulo, una pequeña protuberancia emerge del tronco del embrión a la altura del brazo. Dos semanas después, claramente la mano toma la delantera al pie y ya se distinguen las huellas digitales. En la semana 11 pueden observarse cinco pequeños dedos en cada mano, y en la semana 17, ya pueden verse las uñas. A partir de las 20 semanas, se mueve y ondea los brazos, y si un dedo toca los labios, puede precipitar el reflejo de succión. Es un lugar común la comparación del bebé por nacer con un astronauta: posee su propia cápsula espacial (su saco vitelino), rodeado de líquido, donde la falta de gravedad es total, conectado a través del cordón umbilical con la placenta. En la semana 38, se ha desarrollado ya el reflejo de prensión. Los movimientos de la madre lo acunan, su ritmo cardíaco es la música de fondo y una vez nacido, podrá reconocer su voz. Me referiré más adelante a esta “viñeta ecográfica” que destaca la precocidad de la aparición de las manos en el embrión humano y anuncia la importancia del con-tacto 5.

5 Ferenczi decía: “El tacto es la facultad de sentirse con”.

El nacimiento es un momento crucial para el ser humano, por los cambios tan grandes entre el medio interno y el exterior, que se constituirán en más o menos traumáticos dependiendo de la salud de la madre y de la criatura, los accidentes que pueden llegar a suceder en tan natural pero delicado tránsito y, también, por las circunstancias emocionales de la madre y del padre, de la pareja/familia.

La castración umbilical (Dolto) separa el cuerpo del niño del de su madre por el corte del cordón umbilical y su ligadura. Es la única “castración” que implica un corte real, universal (ya que es ineludible e irreversible) y prepara para las castraciones simbolígenas (oral, anal, fálico uretral) que a su vez son precursoras de la castración simbólica edípica. La madre también sufre, en mayor o menor medida una castración imaginaria: “no reintegrarás tu producto”. La inscripción en el Registro Civil signa su situación de ciudadano, lo inscribe en el mundo de la sociedad y la cultura, lo coloca a cargo de sus padres quiénes le adjudican un nombre que lo individualiza y un apellido que lo señala como perteneciente a un linaje, significante de su ser en el mundo, que lo identificará hasta la muerte. Pese a la dependencia física y psíquica inicial, ya son dos y biológicamente nunca volverán a ser uno. Este hecho determina al mismo tiempo el entrar en con-tacto: las manos de la madre principalmente comienzan a jugar un papel esencial, reguladas por ciertas prohibiciones del tocar.

La alimentación sanguínea placentaria, es habitualmente desconocida y / o desmentida en la pubertad-adolescencia pese a la innegable cicatriz perenne en el ombligo de nuestro cuerpo. En mi experiencia clínica, en algunos síntomas de la conducta alimentaria, aparecen inhibiciones en la ingesta relacionadas a la sangre animal (no a la carne). Es destacable también, el interés en esa etapa por las leyendas y películas de vampiros, desde Drácula de Bran Stoker, hasta la más reciente saga de S. Meyer correspondiente a la serie Crepúsculo, Luna nueva, Eclipse y Amanecer.

IV. El Yo piel, el handling, el holding

Regreso a la breve “viñeta ecográfica” del punto III), para introducir la importancia de la piel y las manos como órganos privilegiados de la sensorialidad táctil y propioceptiva (reguladora del tono), introduciéndonos en otra concepción psicoanalítica fecunda: el Yo piel y el Yo pensante, de D. Anzieu.

Destacaré algunas ideas significativas de este autor:

Establece una analogía entre la piel somática y la piel psíquica. Así como la piel otorga una envoltura al cuerpo, el yo proporciona una envoltura a los pensamientos. Define tres funciones para ambas: 1) continente de contenidos (Bion); 2) frontera entre lo interior y lo exterior, que protege de las intrusiones y agresiones de los demás (seres u objetos); 3) comunicación con los otros, establecimiento de relaciones significativas e inscripción de las huellas que ellos dejan.

A los fines de este trabajo, tomaré de este autor su replanteo del estadio oral. Señala que Freud no limitaba la fase oral a la boca y al placer de la succión sino que siempre destacó la importancia del placer como consecuencia de la experiencia de satisfacción, del “estar repleto” del bebé. Mientras que la experiencia de succión es viva y breve, la de satisfacción es más difusa y duradera. Asocia la insatisfacción con el sentimiento de “vacío interior”, propio de ciertas patologías contemporáneas, poniendo en evidencia la central e íntima relación continente-contenido en su concepción del pensar. Es clara su cercanía aquí a las ideas bionianas.

A las dos experiencias nombradas (succión y satisfacción), asocia una tercera experiencia: los brazos de la madre que sostienen, calientan, acomodan, acercan al cuerpo cuyo olor y movimientos percibe y siente. Los brazos alinean las caras, obligan a las miradas que se buscan y responden…surgen las palabras, las canciones que relajan y duermen. En otros momentos, los brazos y las manos lavan, frotan, alzan, transportan, acarician 6.

6 En algunos casos, pegan, pellizcan, golpean, penetran, hieren, queman, matan.

Anzieu refiere cómo el “pecho” es la palabra utilizada por los psicoanalistas para conceptualizar la realidad completa vivida por el recién nacido, y, si bien le adjudica a M. Klein los méritos de haber demostrado ser un concepto apto para las primeras sustituciones metonímicas (pecho-boca; pecho-heces; pecho-pene; pecho-bebés), así como describir los afectos tempranos despertados por él (gratitud y envidia), señala que, al poner el acento exclusivamente en la fantasía y en los objetos parciales, desestima tanto las características propias de la experiencia corporal como a la piel como órgano envolvente y unificador de todos ellos. Como contrapartida, D. W. Winnicott privilegió el “holding” (sostén) y el “handling” (manipulación), el primero al servicio de los procesos de Integración y los segundos, de los procesos de Personalización.

Estos conceptos serán integrados por A. Green en el de “estructura encuadrante”.

D. Anzieu propone una pulsión de apego ligada a la pulsión de autoconservación. Esta función tiene la meta de satisfacer la necesidad de protección, consuelo, sostén. El objeto de la pulsión de apego es el Yo-piel materno, estimulante y comunicante. Lo que se introyecta son los estímulos que él suscita.

V.-La castración umbilical y la prohibición de tocar

Así como Doltó afirma que la castración umbilical es la primera castración simbolígena y que, junto a las posteriores limitaciones de la castraciones oral (destete), anal y fálico-uretral, preparan para la castración edípica (castración simbólica), Anzieu sostiene que las prohibiciones edípicas se constituyen por derivaciones metonímicas de las primeras prohibiciones, las prohibiciones de tocar. La prohibición del tocar proporciona el fundamento pre sexual de las prohibiciones edípicas.

La prohibición de tocar desplaza al plano psíquico lo ocurrido en el nacimiento biológico, imponiendo una existencia separada al bebe respecto de la madre. A partir del nacimiento, el retorno no puede ser ya más que fantaseado: esta prohibición parece no instaurarse en el autista que, psíquicamente, continúa viviendo en el vientre materno. La prohibición es implícitamente ejercida por la madre, al separarse y unirse en forma alternativa, colocándolo en la cuna, retirándolo del pecho, ocupándose de sí misma, de sus otros hijos, de su marido. En caso que la madre no realice la prohibición, generalmente habrá alguien (padre, suegra, vecina, pediatra, psicoanalista) portavoz de la prohibición que le recordará la necesidad de separarse corporalmente del bebé.

Anzieu describe cuatro dualidades tensionales que se establecen en la dinámica entre las prohibiciones y lo prohibido, como consecuencia de las cuáles se inhiben algunas funciones y obligan a otras a modificarse:

Primera dualidad: La prohibición se refiere a las pulsiones sexuales y agresivas a la vez: no toques las cosas que podrían romperse y/o hacerte daño; no muerdas, pegues, patees, lastimes a los demás, no toques con insistencia tu cuerpo o el cuerpo de los demás en las zonas sensibles al placer. En ambos casos, la prohibición de tocar resguarda contra el exceso de excitación y su consecuencia, el desencadenamiento de la pulsión.

Segunda dualidad: toda prohibición tiene un aspecto dirigido hacia la realidad externa y otra hacia la realidad psíquica. La prohibición intrapsíquica se apoya en prohibiciones externas, que son ocasionales, pero la causa de su instauración es endógena: es una necesidad del aparato psíquico. La prohibición de tocar contribuye al establecimiento de una frontera entre el Yo y el Ello y la prohibición edípica culmina con el establecimiento de una frontera entre el Yo y el Superyo. También podríamos referirlas en relación a la primera tópica a las censuras entre los sistemas Cc./ Prec. y Prec./ Inc.

Las tempranas prohibiciones del tocar que el medio familiar formula, están al servicio de la autoconservación: no metas los dedos en el enchufe, no te acerques a la cocina que te puedes quemar, no toques la basura, cuidado con el cuchillo que corta, y tienen como consecuencia prescripciones de contacto: por ej., no te sueltes de la mano para cruzar la calle.

Toda prohibición separa dos regiones del espacio psíquico con características diferentes. La prohibición del tocar separa la región de lo familiar (protegida y protectora), de la región de lo extraño (peligrosa, amenazante). Me parece interesante señalar que para Anzieu, la prohibición de tocar sería el complemento del segundo organizador que Spitz remite a la simple distinción del rostro familiar y el rostro extraño, como angustia del octavo mes. Su enunciado sería: “No permanezcas pegado al cuerpo de tus padres, asume el tener un cuerpo separado para explorar el mundo exterior” … pero, al mismo tiempo: “no toques con las manos las cosas desconocidas, no sabes el daño que te puedes hacer”. No se toca cualquier cosa de cualquier manera; la prohibición resguarda de los peligros del desconocimiento o la impulsividad y contribuye a establecer diferencias entre los cuerpos: tu cuerpo es distinto de los otros cuerpos (u objetos).

La prohibición edípica invierte los datos de la prohibición del tocar: lo peligroso será ahora lo familiar, en relación a la doble carga pulsional de amor y odio: el peligro está puesto en el incesto y el parricidio/fratricidio y su precio es la angustia de castración.

Tercera dualidad: Toda prohibición se construye en dos tiempos. La prohibición primaria del tocar se dirige al contacto por estrechamiento corporal, que cubre una gran superficie de la piel. Se opone a la pulsión de apego o aferramiento: a la fusión y confusión de los cuerpos. Constituye un límite a la simbiosis, al contacto que implica la fantasía de una piel común.

La prohibición secundaria del tocar, se refiere más específicamente al tocar manual: no tocar los órganos genitales y, por extensión, las zonas erógenas y sus productos; asimismo, no tocar a las personas de una forma violenta. Se opone a la pulsión de dominio: no se puede tocar todo, apoderarse de todo, controlarlo todo. La prohibición se formula con un “no” tanto por el lenguaje verbal como gestual (coincide con el “tercer organizador” enunciado por Spitz).

Una u otra de estas dos prohibiciones se encuentran reforzadas o atenuadas en las diferentes culturas, pero están presentes en todas las sociedades, con diferentes sanciones en caso de transgresión.

Cuarta dualidad: Toda prohibición tiene efectos bilaterales: atañe tanto al que la emite como al receptor. Tanto la prohibición de tocar como la realización de los deseos edípicos, incestuosos u hostiles, deben ser respetadas por padres, otros familiares y educadores. Las faltas graves y repetidas, producen un efecto acumulativo con importantes consecuencias psicopatológicas.

V. La estructura encuadrante (o enmarcante)

Retomo la segunda cita del epígrafe:

Bion subrayó el papel de la función continente del objeto. A mi vez, desarrollé la idea de estructura encuadrante. Mi hipótesis es que cualquiera sea la cultura en que nazca, el niño es sostenido por la madre contra su cuerpo. Cuando el contacto con ese cuerpo se interrumpe, lo que persiste de la experiencia es la huella del contacto corporal —mayormente los brazos de la madre—, constitutiva de una estructura encuadrante que aloja la percepción perdida del objeto materno en forma de alucinación negativa de esta. Sobre este fondo de negatividad van a inscribirse las futuras representaciones de objeto, albergadas por la estructura encuadrante. 7

Así, André Green considera concebir la función de holding descripta por Winnicott precursora de una “estructura encuadrante” (o “enmarcante”): cuando la madre como objeto de satisfacción primaria se ausenta, se produce una alucinación negativa 8, una borradura de la representación materna, cuya huella, va a facilitar la aparición de nuevas representaciones, como, por ejemplo, alucinaciones positivas de experiencias de satisfacción… Existe un punto de contacto muy sensible en la teorización de Winnicott y de Green: el concepto de lo negativo en tanto “no presencia” a la cual ambos relacionan tanto con aspectos patológicos como normales. Un ejemplo de estos últimos en Winnicott es el concepto de objeto transicional (primera posesión Yo-noYo); en Green, el concepto de lo inconsciente, como lo “latente”, y el concepto de estructura encuadrante (o enmarcante), al que aquí nos referimos.

7 A. Green, Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo, pág. 225.
8 El concepto de “alucinación negativa”, al que Freud se refiere en la Nota 30 al “Complemento metapsicológico a la teoría de los sueños” cuando afirma en una Nota al pie: “A manera de complemento agrego que un ensayo de explicar la alucinación no debería partir de la alucinación positiva, sino más bien de la negativa” (Freud, S. (1917 [1915]), “Complemento metapsicológico a la teoría de los sueños”, O.C., vol. XIV. Amorrortu, Bs. As., 1996), es tratado por Green, incluso en la clínica, al referirse al “encuadre” como concepto técnico.

Podríamos decir que la “estructura encuadrante” es matriz de “lo psíquico”. Como el continente de Bion, o la “piel psíquica” de D. Anzieu, puede soportar la ausencia de representación porque contiene el espacio psíquico. Si hay una “estructura encuadrante”, la alucinación negativa 9 y la huella que deja el objeto, permitirán el cumplimiento del deseo alucinatorio (alucinación positiva) 10, precursor de otras representaciones, de la fantasía, el recuerdo, el sueño. De la lista de llamadas al pie surge que el concepto es también tributario de la metapsicología freudiana.

9 Es interesante detenernos para especificar el concepto de alucinación: —“sensación subjetiva que no va precedida de impresión en los sentidos” (Diccionario de la RAE), para considerar que, si bien en psicoanálisis adquieren un lugar preponderante las impresiones visuales por su vinculación con la vida onírica— “el sueño es una realización satisfactoria de deseos”, en el concepto de “estructura encuadrante”, las sensaciones táctiles y pro-pioceptivas ocupan un lugar tanto o más importante que aquellas (las visuales), y, que, todas, junto a las auditivas, las gustativas y olfativas, nos conducen a la idea de una consensualidad de los sentidos.
10 En el último párrafo del punto [11], de “El Proyecto de Psicología para neurólogos”, correspondiente a “La vivencia de satisfacción”, Freud concluye: “Yo no dudo que esta animación del deseo ha de producir inicialmente el mismo efecto que la percepción, a saber, una alucinación”.

Puede resultar muy gráfica una explicación dada por el mismo Green:

El hombre prehistórico dibujó todo tipo de representaciones en sus cavernas: impresiones digitales, representaciones de mujeres con pechos robustos, animales salvajes, leones…Pero en las paredes de algunas cavernas se ha dado lo que los prehistoriadores llaman “manos negativas”. Para representar la mano, el hombre prehistórico tenía dos técnicas: la más simple consistía en pintarse la mano y luego apoyarla sobre el muro para dejar la huella directamente. La segunda era más indirecta y sofisticada: la mano que pinta no se dibuja ella misma; se la posa sobre el muro de la caverna y se la perfila con pintura dejándola caer encima. Cuando se levanta, lo que aparece es una mano no dibujada. El resultado de la separación física del cuerpo de la madre podría ser del mismo tipo. El hombre prehistórico no nos esperó para saber qué es lo negativo.

Green se vale de esta viñeta de la historia y cultura del hombre, para graficar su concepción de lo negativo y destacar la importancia de la ausencia del objeto que remite a su presencia, como opuesto a la no existencia del objeto, a su falta de disponibilidad: diferencia que se acerca a lo que Bion conceptualizó sintéticamente entre no-thing y nothing, la no cosa (la ausencia) y la nada (la no existencia, la no disponibilidad del objeto).

La ausencia que remite a la presencia, dada por la alternancia entre los brazos de la madre y el moisés o la cuna, habla de disponibilidad del objeto y posibilidad de estructuración psíquica. Cuando, por distintos motivos, el objeto materno o un sucedáneo del mismo, no está disponible, la castración umbilical permanece solo en el registro de lo real y no se instaura su capacidad simbolígena: es el caso del niño autista, que, psíquicamente, continúa viviendo, ensimismado, como en el vientre materno. Asimismo, cuando la madre no puede aceptar la separación provocada por la cesura del nacimiento, el exceso de disponibilidad del objeto promete una posible simbiosis entre la madre y el bebé. En ambos casos, por falta o por exceso, se producen fallas en la configuración de la estructura encuadrante.

En síntesis, la estructura encuadrante es matriz de lo psíquico, resultado de la internalización del sostén y los contactos alternativos de unión y separación, entre la madre y su bebé.

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Resumen: Este trabajo indaga la primera frontera metapsicológica del psiquismo humano, entre el interior de la placenta y los brazos de la madre. Se centra en este último aspecto y las prohibiciones del tocar, las cuáles, para Anzieu y Dolto, constituyen el fundamento presexual de las prohibiciones edípicas. André Green, a su vez, considerando la importancia del concepto de holding de Winnicott, destaca que la alternancia de los contactos iniciales madre-bebé, delimitan una estructura encuadrante, matriz representacional de lo psíquico, ya que que aloja la percepción perdida del objeto materno en forma de alucinación negativa de esta.

Descriptores: Cesura, Continente-Contenido, Yo piel, Sostén, Alucinación negativa.

Metapsychological frontiers of the early psyche: the caesura of birth, and the umbilical castration; the skin-to-skin contact, the prohibition on touching, and the framing structure

Abstract: This work looks into the first metapsychological frontiers of the human psyche, between the placenta’s interior and the mother’s arms. It focuses on this last aspect and on the prohibitions on touching, which, for Anzieu and Dolto, constitute the Oedipal prohibitions´ presexual basis. André Green, in turn, considering the importance of Winnicott’s holding concept, highlights that the alternation of the first mother-baby contacts delimits a framing structure, a representational matrix of the psychic since it houses the lost perception of the maternal object in its form of negative hallucination.

Descriptors: Caesura, Continent-Content, Skin-ego, Holding, Negative hallucination.

Fronteiras metapsicológicas do psiquismo primitivo: a cesura do nascimento e a castração umbilical; o contato pele a pele, a proibição do tocar e a estrutura de enquadre

Resumo: Este trabalho indaga a primeira fronteira metapsicológica do psiquismo humano, entre o interior da placenta e dos braços da mãe. Concentra-se neste último aspecto e nas proibições do tocar, as quais, para Anzieu e Dolto, constituem o fundamento pré-sexual das proibições edípicas. André Green, por sua vez, considerando a importância do conceito de holding de Winnicott, destaca que a alternância dos contatos iniciais mãe-bebê, delimitam uma estrutura de enquadre, matriz representacional do psiquismo, já que contém a percepção perdida do objeto materno em forma de alucinação negativa desta.

Descritores: Cesura, Continente-Contido, Eu pele, Suporte, Alucinação negativa.

Referencias

Anzieu, D. (2002). El Yo- Piel. Madrid: Biblioteca Nueva.
Cupa, D. (2012). Ternura en negativo. Revista de psicoanálisis, 69(1).
Dolto, F. (1984). “La imagen inconsciente del cuerpo”. Barcelona: Paidós,
Freud, S. (1996). Proyecto de Psicología para neurólogos. Obras Completas (vol. 1). Buenos Aires: Amorrortu,
-(1996). Complemento metapsicológico a la teoría de los sueños. Obras Completas (vol. 14). Buenos Aires: Amorrortu.
Green, A. (1990). De locuras privadas (1ª ed.). Buenos Aires: Amorrortu.
-(2007). Jugar con Winnicott (1ª ed.). Buenos Aires: Amorrortu.
-(2005). Pensar el psicoanálisis con Bion, Lacan, Winnicott, Laplanche, Aulagnier, Anzieu, Rosolato (1ª ed.). Buenos Aires: Amorrortu.
Morin, E. (2007). Introducción al pensamiento complejo. Barcelona: Gedisa.