2021: AMISTAD - Vol XLIII nº 1 y 2

Fernanda Magallanes: su práctica se divide en el psicoanálisis en práctica privada, la docencia (en el departamento de Filosofía de la UIA y en Círculo Psicoanalítico Mexicano) y la investigación (Filosofía y Psicoanálisis como fronteras críticas de lo político en UNAM). Ha presentado conferencias, cursos y talleres de modo nacional e internacional. Ha escrito en diversos libros colectivos y revistas y es autora de los libros ¿Qué quiere una mujer?: lo femenino en psicoanálisis y Psychoanalysis, the Body and the Oedipal Plot.

La violencia que los sistemas estructurales, simbólicos, estatales y paraestatales ejercen sobre los cuerpos, no son cuestiones que flotan libres de una reflexión pendiente desde el psicoanálisis. Dichos sistemas impiden una vida vivible y en democracia, lastiman y marginalizan a grandes sectores de la población y distribuyen la vida y la muerte de las personas. En todo Latinoamérica dominan tecnologías de explotación y destrucción que se expresan en masacres, feminicidios, tortura, esclavitud, trata de mujeres y niños, trata de personas y desapariciones forzadas. Las modalidades de instrumentalización del poder y sus formas de institucionalización, injertan tecnologías que obligan a gran parte de las poblaciones a la muerte, a un dolor psíquico insoportable, a la migración forzada o a adscribirse a alguna banda delincuencial como camino de vida.

La delincuencia no implica una simple patología (como algunas posturas psi han propuesto), sino la subjetivación a un malestar cultural latinoamericano que hace abyectos a cuerpos que no le sirven económicamente. La delincuencia entonces para el psicoanálisis así como otros fenómenos consecuencia de cuestiones estructurales, no han de ser pensados solo desde la interioridad psíquica que varios modelos psicodinámicos asumen como si estuviesen separados de formas de producción de cuerpos. La delincuencia por ejemplo, se subjetiva por un problema del aparato estatal y plantea el camino de vida posible del que ha sido abyecto. Esto es, la violencia ejercida por un sujeto no solo es de carácter patológico, instintivo, ni tampoco individual. Más bien, el sujeto en su dolor singular porta un plural que es político y que es cultural. Condiciones políticas y culturales son transmitidas por sensaciones.

Ver artículo en PDF

Es por esta razón que este trabajo consiste en inicios de una articulación entre fenómenos políticos y fenómenos de subjetivación, haciendo una lectura profunda por la vía de la metapsicología freudiana. Esto considerando que ha sido una herramienta conceptual que ha habilitado fertilidad en la manera en que es pensada la práctica psicoanalítica. El objetivo es pensar la metapsicología freudiana no solo en el campo del consultorio o de la interioridad del analizando que habla; sino de poner en la mesa cómo es que los dolores del analizando son siempre a su vez dolores políticos y las narrativas políticas encausan los caminos que las pulsiones toman. Así, el psicoanalista tiene una injerencia política en su acción específica ya sea dentro del consultorio o posiblemente en otras prácticas por inventar desde el campo del psicoanálisis.

El psicoanálisis como una teoría de formación corporal en el corpus teórico freudiano, ha planteado que huellas del mundo se van continuamente inscribiendo y traduciendo por los caminos que toma en un inicio la energía somática por la vía del autoerotismo.

En Introducción al Narcisismo (1914), Freud explicó que en el inicio de la vida la libido se encuentra dispersa y no tiene una unidad que lo sostenga. Esto es, el recién nacido, no nace siendo sujeto pues el yo como unificación de la libido, se forma solo después. Las pulsiones autoeróticas en cambio, sí son primordiales. El sujeto deviene como una ilusoria unidad solo a través del narcisismo que permite que se unifique la libido dispersa. Dicho narcisismo es el núcleo fundante del sujeto y es una fase intermedia entre el autoerotismo y el amor de objeto. Algo sucede con ese autoerotismo que es disperso y preexiste al sujeto, para que después el narcisismo constituya cierta unificación de la libido.

Julia Kristeva (1980) propuso el termino abyección que explica el mecanismo que por primera vez se encarga de lidiar con dicho autoerotismo disperso. La abyección es un mecanismo psíquico, una defensa primitiva contra el autoerotismo que configura al sujeto a través de la expulsión y repulsión de todo aquello que resulta amenazante por su contenido erótico. Gracias a este mecanismo se generan las barreras del sujeto pero no acaba por dejar el contenido inconsciente suficientemente delimitado para que haya una diferencia entre objeto y sujeto. Este mecanismo es la condición para que más adelante el sujeto se separe del objeto. Pero, ¿cómo es que pensamos a ese objeto? El objeto desde la perspectiva de este trabajo porta un mensaje enigmático, mensaje que no deja de ser político en tanto transmisor de deseo. El vínculo del infante aún descorporeizado e indefinido en el lío que vía el autoerotismo apenas comienza a organizar sus barreras, es un lazo apasionado con lo político.

Pulsión (trieb) mediante, los caminos hacia un continuo proceso de corporeización libidinal dan forma al yo cuerpo. El yo-cuerpo (Freud, 1923), en su proyección, es el mundo. Así la imagen de mundo es proyección del cuerpo, pero esto si y solo si el cuerpo fue intervenido en lo sensorio-político. El infante es corporeizado por el tacto, por la acción específica del otro que le rescata de su indefensión primaria y ese rescate no deja de ser introductorio a la cultura, no cesa de ser un rescate político. Politiza al cuerpo, hace sus límites, lo circunscribe en el mundo de los otros, de la polis. Nuestra relación con el mundo no es entonces la de un individuo con inconsciente frente al mundo, sino que sujeto y mundo son formaciones producidas en -y solo en- el campo político y cultural. Lo inconsciente si bien es singular, no es individual, sino político, relacional, el resultado de las huellas de la memoria que han quedado reprimidas.

Podemos leer en Freud en su Proyecto de Psicología para neurólogos (1895) que los procesos de simbolización son producto de la entrada y ausencia de un estímulo sensorial que brinda el pecho. El infans alucina la cosa (Das ding) del objeto perdido y así obtiene satisfacción ya sin el objeto (Gegenstand) presente. Este representar (a modo de imaging) define las representaciones cosa que se conectan a la sensación y el afecto y es el proceso por el cual el infante representa paulatinamente a la madre ausente como un objeto total. Así, si hay un objeto total se representa, ya no solo a modo de imaging sino que a través de una reinscripción de la imagen del pecho ausente y una sustitución de este por otra cosa a la que deviene total. La actividad alucinatoria incluye afectos e ideas que reinscriben y protoescriben las experiencias somáticas previas en un aparato cultural. Así, todo camino de la representación es una experiencia sensorio-política. No se trata para del vínculo del niño con un pecho o con una madre, sino del vínculo apasionado con un set de relaciones culturales y políticas que el niño traduce por vía de la madre, el padre, el tío queer, la tía drag o el cyborg.

Así en breve resumo cómo en Psychoanalysis, the Body and the Oedipal Plot (2019) he concluido que el acto del soma de echarse a andar como cuerpo pulsional (Al. Trieb) y dejar el instintivo (Al. Instinkt) es entonces una experiencia somato-política. El cuerpo, retomando a Preciado (2012), es un archivo somato-político que contiene prácticas culturales y políticas. Aquello a lo que Dolto (1984) le llamó el camino de la representación de la imagen inconsciente del cuerpo y su imagen dinámica, es para mí́, una posibilidad en trazo continuo y en diálogo con la vida política a la vez que dominada por la misma.

El tema de la constitución corpórea como un devenir que no queda por fuera de lo político, lo podemos descifrar también en Más allá del principio del placer (1920). Freud nos está hablando de la guerra a dos años del fin de la Primera Guerra Mundial, de la compulsión a la repetición y diversos temas oscuros. En la segunda parte, después de hablar de neurosis de guerra y de sueños de castigo, Freud nos sorprende introduciendo un relato de un niño de año y medio que inventó un juego por sí mismo. Este niño se llamaba Ernst y era nieto de Freud. En este juego, el niño avienta objetos. Freud explicará que este aventar resulta placentero e interpreta este juego como la repetición de la hostilidad con la que la el pecho o la madre se aleja del niño al dejar de alimentarlo. Entonces el niño en el juego avienta a ese objeto que perece en una repetición del trauma de su desaparición. En dicho juego, vemos el duelo por el objeto como una problemática central. El niño ensaya dejar ir el objeto de amor y dicha tarea es necesariamente violenta.

Más adelante juega a aventar el objeto y recuperarlo. A este juego le llama el juego del fort-da. En una nota al pie de página Freud explica que después este mismo niño jugaría a verse en el espejo y hacerse aparecer y desaparecer como una repetición de esta desaparición que le permite darse imagen corpórea frente a su doble. Podríamos pensar que es como si jugara a mostrar quién es y quién no es como cuerpo para delimitar una diferencia montada en la abyección, en la expulsión radical de lo sexual intolerable.

Pero además, el padre de este niño había ido a la guerra. El niño avienta el carretel y dice “Fort-da”, que significa ido y allá pero significa también “frente”, por lo que en este juego algunos psicoanalistas interpretaran leyendo a Freud, que el niño está enviando violentamente a su padre al frente de guerra. Es decir, este juego, tiene la versión familiarista de Edipo en el subtexto (matar al padre e identificarse con él) pero también la reiteración de la guerra como una narrativa en el contexto histórico. Ante la guerra que resulta amenaza de muerte, el niño se posiciona como controlándola pero también como un perpetuador de la violencia.

En este ejemplo de Ernst, está construyéndose como sujeto a través del juego en un contexto de guerra. Su juego lo coloca en un devenir que es inconsciente pero es activo. Los mecanismos psíquicos que utiliza, encaminan a sus pulsiones en una narrativa violenta de la cual no escapa aunque no haya participado directamente en la guerra. El niño está por un lado procesando lo ocurrido y por otro, compulsivamente repitiendo lo que lo produce como sujeto político para el armado del contorno de su cuerpo. Esto es, el poder actúa sobre Ernst marcándolo y domándolo, pero más radicalmente, confeccionando el proceso a través del cual el deviene como cuerpo jugando con las condiciones sensorio-políticas que lo están marcando. En su juego reproduce las prácticas políticas de su época. El juego y el arte, oscilan en un doble movimiento: por un lado una resignificación y por otro la reedificación de las maneras imperantes en que opera el poder hegemónico. Por un lado exaltando el ideal cruel de la guerra para fortalecer su narcisismo, por otro jugando pese a su anterior construcción identitaria. La compulsión a repetir que en Más allá del principio del placer, Freud pone delante, es política. En la reiteración de la repetición de lo que el aparato político inflige, quizás una dislocación, una diferencia, cierta agencia política.

La cuestión de los límites del cuerpo en su relación con lo político se pone más compleja pensando la metapsicología articulada a la necropolítica porque hoy somos producto de un dispositivo legal-administrativo que ordena y sistematiza los efectos o las causas de las políticas de la vida y de la muerte de los cuerpos. El deseo no flota libre de dicho dispositivo que incide y forma al cuerpo libidinal. Incluso siendo el deseo una producción singular, nunca es individual. El sujeto no flota libre sino que está sujeto a los caminos que representa de esta vida política y cultural. Vivimos en malestares culturales de los que nuestra vida depende, entramados políticos que tejen los ideales, metas y caminos que las pulsiones toman y los caminos de los cuales pulsiones se desvían por al desierto de la pulsión de muerte.

El set de relaciones con los que convivimos no se adscriben únicamente al complejo familiar de la mamá y el papá, la escuela y los amigos, sino que también las instituciones, la vida pública, aquello enigmático que se mueve en la vida política que actúa sobre las redes de personas y comunidades con las que crecemos. Entonces, bajo las condiciones políticas de Latinoamérica, bajo un sistema que administra la vida y la muerte de las personas, bajo eso que enuncia Butler (2020) cuando dice que el capitalismo lleva en el centro la pulsión de muerte: ¿podría yo decir que el trabajo del psicoanalista nada tiene que ver con lo político? ¡Un rotundo no!

Los conceptos fundacionales del psicoanálisis son movibles y Freud utilizó conceptos para que le ayudaran en su escucha, para el proceso de cura y para la comprensión de fenómenos sociales como la guerra y sus incidencias traumáticas en el aparato psíquico. No veo por qué́ no habríamos de utilizarlos para abrir campo a una teoría metapsicopolítica. Cito a Freud estando de acuerdo con repensar la pulsión:

El progreso del conocimiento no tolera rigidez alguna, tampoco en las definiciones. Como lo enseña el ejemplo de la física, también los conceptos básicos fijados en definiciones experimentan un constante cambio de contenido. Un concepto básico convencional y obscuro pero del que la psicología no podemos prescindir es el de la pulsión. (Freud, 1931, p. 113)

En tanto practicante del psicoanálisis entonces estudio a la pulsión y los alcances metapsicopolíticos que esta aporta. Concuerdo con Butler (2020) y con Rosaura Martínez (2020), en que el psicoanálisis tiene fronteras políticas importantes. Me adhiero al llamado de Derrida que hizo apenas hace unos años en una mesa con René Major y Roudinesco a los psicoanalistas para encargarse de la crueldad y de pronunciarse políticamente porque es el psicoanálisis la teoría a la fecha más completa para profundizar en temas que la filosofía política después de Marcuse toma. Pienso que puede resultar en soluciones importantes salir de una noción individualista del sujeto singular para pensar en un sujeto singular que no es sin los otros y que depende enteramente de aparatos políticos. Dichos aparatos han formado los caminos legitimados de la expresión de las pulsiones. En tanto tal, pienso que es importante replantearnos el campo en la vida política y nuestra responsabilidad en la misma.

Si la imagen del mundo como dice Freud, es una extensión del yo-cuerpo, Butler (2020) ha mencionado recientemente que en el mundo capitalista hay una pulsión de muerte en su centro. Que el sistema económico se ha comido al mundo y ha tomado su forma como un self figurating image. ¿Cómo pensar en la repetición, en la iteración de lo mortífero de este aparato que distribuye la vida de las personas por fines económicos, las posibles salidas desde dentro de las instituciones y dentro de los aparatos de instrumentalización del poder? ¿Cómo abrir campo en la escucha a nuevos caminos? ¿Qué relación tienen estos caminos por la hospitalidad? Por ahora, anoto una expresión de Freud que quizás pueda abrir paso a nuevas diferencias y caminos frente al aparato mortífero en el que vivimos: “caminos de la pulsión de muerte”.

ᴪ ᴪ ᴪ

Resumen: Con este texto trabajaré la idea de camino como las rutas de las pulsiones y el desierto como la pulsión de muerte. Exploraré la idea de Freud de los caminos en circuito de la pulsión de muerte como una posibilidad de lo novedoso en el aparato social. Serán notas preliminares hacia una teoría metapsicopolítica de la hospitalidad al abyecto, al marginalizado y al migrante forzado que quizás podrá abrir espacio no solo a hacer nuestro descontento manifiesto sino para pensar en estrategias propiamente psicoanalíticas de acción en el campo social.

Descriptores: Pulsión de muerte, Pulsión de vida, Metapsicopolítica, Migración, Metapsicología, Politica, Problema social.

Notas introdutórias para uma teoria metapsicopolítica y da imaginação corporal

Resumo: Com este texto trabalharei a ideia de caminho como rotas das pulsões e o deserto como a pulsão de morte Explorarei a ideia de Freud dos caminhos em circuito da pulsão de morte como uma possibilidade do novo no aparato social. Serão notas preliminares para uma teoria metapsicopolítica da hospitalidade ao abjeto, ao marginalizado e ao imigrante forçado que talvez possam abrir espaço não só para fazer nosso descontente manifesto, senão para pensar em estratégias propriamente psicanalíticas de ação no campo social.

Descritores: Pulsão de morte, Pulsão de vida, Metapsicopolítica, Migração, Metapsicología, Política, Problema social.

Introductory notes towards a matapsychopolytical theory and of corporeo-political imagination

Abstract: In this text I work narrative ways as routes of the drives and the dessert as the death drive. I explore Freud´s idea of the circuitous paths of the death drive as a possibility for difference and the new, as an event in the social apparatus. Preliminary notes torards a metapsychopolitical theory that includes a hospitality of what is abject, marginalized and has been forced to migration will be posed to open up a space that not only makes our discontents manifest but that also allows us to think of psychoanalytic strategies that may take action in the social sphere.

Descriptors: Death drive, Life drive, Metapsychology, Metapsychopolitics, Migration, Metapsychology, Politics.

Referencias

Butler, J. (2020). COVID-19, the politics of non-violence, necropolitics, and social inequality. Lecture for the 50th Anniversary of Verso Books at the White chapel Gallery.
Martínez, R. (2020). Lo psicopolítico: una crítica desde la filosofía. Ciudad de México: Monosílabo. (Inédito).
Dolto, F. (1984). L ́image inconsciente du corps. Paris: Éditions du Seuil. Freud, S.(1895) . Proyecto de una psicología para neurólogos. Obras completas de Freud tomo I. Buenos Aires: Amorrortu.
Freud, S. (1914). Más allá del principio del placer. En Obras Completas (vol. 14). Buenos Aires: Amorrortu.
. (1915). Pulsiones y destinos de pulsión. En Obras completas (vol. 14). Buenos Aires: Amorrortu. . (1923). El yo y el ello. En Obras completas (vol. 19). Buenos Aires: Amorrortu.
Kristeva, J. (1980/1988). Poderes de la Perversión. Poderes del horror. México: Siglo XXI.
Magallanes, F. (2019). Psychoanalysis, the Body and the Oedipal Plot: A Critical Re-imaging of the Body in Psychoanalysis. London: Routledge.
Preciado, P. (2012). Somatheque: Producción biopolítica, feminismos, prácticas queer y trans. Conferencias almacenadas en Museo Reina Sofía.