2021: AMISTAD - Vol XLIII nº 1 y 2

Marcos Koremblit: Médico Psiquiatra y Psicoanalista. Miembro Titular con función didáctica de APdeBA.

Rodolfo Espinosa: Médico Psiquiatra y Psicoanalista. Miembro Titular con función didáctica de APdeBA.

Decir amigo no se hace extraño,
cuando se tiene sed de veinte años…
Joan Manuel Serrat

La amistad es tal vez de los temas más tratados y recurrentes de la literatura universal. Si bien las expresiones han ido cambiando según las épocas en distintas sociedades, es interesante ver cómo está representado en obras literarias ocupando muchas veces un lugar central. Y según la época se jerarquizarán ciertos valores a tener en cuenta. Ya en La Ilíada, Homero resalta la “valentía, la lealtad, la venganza y el compromiso extremo” como elementos fundamentales de la amistad entre jóvenes.

Emil Sinclair y Demián ó Narciso y Goldmundo en los clásicos de Hesse, Tom Sawyer y Huckleberry Finn en Mark Twain, Pip y Herbert en Great Expectations de Dickens y hasta Ron y Harry en la exitosa saga Harry Potter y Frodo y Sam en El Señor de los Anillos de J. R. R. Tolkien tratan la amistad, y al igual que en el clásico de Homero, resaltan los valores valentía y lealtad como centrales de su relación.

Ver artículo en PDF

En lo que nos corresponde a los argentinos el tema de la amistad también ha estado presente, integrando el canon clásico de nuestra literatura, ya sea en el contexto de toda una obra, o en pasajes de otras. Jorge Luis Borges escribe al respecto: “… lo que tal vez nos acompañará en la otra vida, es el placer que da la contemplación de la felicidad y de la amistad…” … Pasión que “salva a los argentinos…” cita en otro pasaje.

Está presente en ficciones que han sido fundantes de nuestra historia literaria gauchesca con patrones parecidos de masculinidad: En Martín Fierro José Hernández habla sobre la amistad entrañable entre dos hombres de coraje como fueron Fierro y el Sargento Cruz. En Don Segundo Sombra, nuevamente la gran protagonista de todo el libro es la amistad entre el experimentado resero don Segundo, y Fabio Cáceres que desde muchacho lo acompañó en sus aventuras por la pampa.

Bioy Casares declaró que uno de los mejores atributos de los argentinos era la propensión a la amistad. La amistad como decíamos es tema recurrente en toda la literatura y si la tomamos en forma corporal y ya no de ficción, debemos citar precisamente a dos amigos escritores que fueron entrañables a pesar de sus grandes diferencias: Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares.

La noción de la amistad heroica durante la antigüedad, particularmente en Grecia y Roma, estaba caracterizada por una intensidad emocional e intelectual que exigía un compromiso irrompible. La comunidad de hombres “camaradas militares” tal como estaba compuesta Esparta, tenía como fin la producción de soldados de excelencia con valores propios del espíritu bélico. Esto mismo que terminó con la sociedad como tal, entre el 550 y el 380 A.C. (Lewkowicz, 1999), muestra el patrón militar de amistad masculino que se ha jerarquizado a través de la historia.

Compromiso irrompible, lealtad, valentía y coraje parecen ser los valores subrayados por los clásicos. Valdría la pena repensar este patrón de amistad masculina como único modelo. ¿Cómo pensar en esta línea la amistad femenina? Todo hace suponer que la amistad entre mujeres también existía, así como amistades entre hombres y mujeres. ¿Cómo entrarían los nuevos géneros que en el campo de la sexualidad hoy se van imponiendo de manera insoslayable?

En este trabajo intentaremos desarrollar algunos de estos conceptos: recorrer ciertas nociones en torno a la amistad, los valores que la constituyen según las épocas, su relación con la intimidad, la amistad adolescente, y su siempre compleja relación con el amor. Trata-remos distintos aspectos que se han tratado sobre el tema desde la Filosofía, las Ciencias Sociales, y el Psicoanálisis. Estos temas nos interpelan a pensar entrecruzamientos posibles entre el Psicoanálisis y otros campos teóricos. Partiendo de nuestra convicción que el Psicoanálisis tiene un lugar importante dentro de las Ciencias Sociales, intentaremos hacer algún tipo de interrelación entre estas disciplinas, ya que a nuestro entender se enriquecen mutuamente. Esto implica siempre un esfuerzo adicional, pero ampliamente compensado por el fértil enriquecimiento que de allí surge. Cuando nos preocupamos por el futuro de nuestra disciplina, debemos tomar en cuenta que precisamente este tipo de intercambio es una apertura que nos obliga a pensar nuevos posicionamientos y formas de acercamiento a la comprensión tanto de fenómenos clínicos, como culturales y sociales. Y después revisarlos desde nuestro propio aparato teórico, reevaluando además, si contamos con las herramientas conceptuales para su comprensión y su abordaje 1.

1 Nuestro agradecimiento al Lic. Adrián Melo y al Lic. Walter Romero, interlocutores inteligentes y generosos que nos han ayudado a pensar estos temas.

En la Filosofía este tópico está presente desde Platón hasta nuestro contemporáneo Derrida, pasando por Aristóteles, Epicuro y Nietzche, entre otros.

Foucalt en “La amistad como modo de vida”, plantea las relaciones entre hombres en determinados periodos bélicos y se pregunta qué ha sostenido, en esas guerras sin sentido sino, “…el honor, la gallardía, mantener alta la cabeza, el sacrificio, salir de la trinchera con el compañero, todo eso comportaba un tupido tejido afectivo…”. 2

2 Entrevista incluida en el libro, Qué hacen los hombres juntos, 2015, Cermi y Ediciones Cinca.

Jacques Derrida en Políticas de la amistad parte del pacto que parece ser fundante de toda amistad de dos amigos, uno de los cuales morirá y el otro deberá recordarlo. “El duelo esta adelantado, está siempre allí, antes de la muerte” (Derrida, 1998). Desde la perspectiva de este autor la muerte parece enlazarse en la amistad desde su inicio mismo.

La versión aristotélica de la amistad entre iguales, resulta una forma de igualdad, “el amigo que es otro yo u otro si-mismo, el amor propio que se transfiere al amigo que, como espejo, refleja al propio yo” (Guzzetti, 2019). El yo se ve reconocido a elegir a un otro y/o a abandonarlo. La amistad como forma de igualdad en Aristóteles, es opuesta a la concepción de Nietzsche para quien la máxima diferencia es el fundamento de la amistad. Esto nos lleva inevitablemente a entrar en la lógica del Narcisismo para intentar comprenderla desde nuestra disciplina. En tal caso “igualdad” o “máxima diferencia” se trataría de dos caras de la misma moneda y ambas expresión del Narcisismo en sus distintas vertientes.

Nuestra impresión es que existe siempre una tensión entre fusión-identidad y aceptación de la diferencia. En tanto creemos encontrarnos en el otro, inevitablemente nos frustramos y surge la violencia como respuesta. Nos vemos entonces desafiados a no buscar tanta identidad en el otro, a buscar vínculos donde no predominen las condiciones de identidad.

El Psicoanálisis lo ha tratado desde otra perspectiva también. La teoría freudiana de las masas artificiales propone un estado regresivo del yo que ordena a la horda primitiva por su fascinación en el amor a un líder. Por el camino de la sublimación la masa trata de negar las diferencias edípicas, sucumbiendo a la ilusión de formar parte de un único yo. La identidad es pensada según la metáfora de la fraternidad: los hermanos iguales se reúnen y segregan todo lo diferente por amor al padre. Podemos pensar la amistad como un derivado sublimatorio del complejo fraterno que se expresaría a través de la idea de compromiso irrompible, lealtad y valentía, en tanto pulsiones sexuales —y tanáticas— inhibidas en su fin, tras el crimen parricida, ordenador del campo simbólico. “…Tras alcanzar la elección de objeto heterosexual habrá nuevas aplicaciones de las pulsiones homosexuales que nunca son canceladas, ni puestas en suspenso, sino meramente esforzadas a apartarse de la meta sexual y conducidas a nuevas aplicaciones… contribuyendo así al erotismo de la amistad, la camaradería, el sentido comunitario y el amor universal por la humanidad…” (Freud, 1911). En esta posición de Freud conviven las nociones de llegada al objeto alcanzado, junto a la de no cancelación de las pulsiones que podrían tener distintas formas de expresión o aplicaciones. Es decir que la posibilidad sublimatoria resulta variable y la erotización de los vínculos con sus posibles derivaciones también, lejos de ser pensados en términos de llegadas ideales ni armónicas.

En esa dirección Donald Meltzer cuestiona en Estados sexuales de la mente, el riesgo freudiano de pensar una aristocracia genital como un punto ideal de llegada propio de la Sexualidad Adulta. (Meltzer, 1973). Bion, y el concepto de oscilación Ps-D. nos permite entender también que estos estados no se logran de una vez y para siempre, sino que son precisamente oscilantes, cambiantes y siempre expuestos a ser perdidos frente a la amenaza de los procesos proyectivos.

La familia y la adolescencia

…Más allá de las pasiones, de los egoísmos, esta ley, la ley de la amistad, prevalecía en el corazón de los hombres. Era más poderosa que la pasión que une a hombres y a mujeres con fuerza desesperada; la amistad no podría conducir al desengaño, porque en la amistad no se desea nada del otro; se puede matar a un amigo, pero la amistad nacida entre dos personas en la infancia no la puede matar ni siquiera la muerte… (Sandor Marai, El último encuentro)

Los vínculos primitivos en la familia cónyuges, padres, hijos, abuelos y bisabuelos, se amplían por fuera con la más inmediata consanguineidad a través de tíos, primos, etc. Empiezan después primos “segundos”, etc., en tanto la relación familiar va yendo más lejos. Y lo siguen los familiares llamados “políticos”. Otra vez identidad y diferencia.

Nuestro lenguaje popular llama “hermano” al amigo muy próximo. Pero un hermano no es un amigo. Incluso se puede llegar a decir “son muy amigos”, cuando se califica muy positivamente la relación entre dos hermanos.

Se trata entonces de un vínculo de máxima proximidad, que se establece por fuera de la endogamia familiar. Hasta se acepta la competencia entre hermanos, pero se espera superarla entre amigos.

Muchas veces hablamos de una amistad que falla, porque de ella se espera desinterés e incondicionalidad. Al mismo tiempo se espera que el vínculo proteja al máximo la privacidad. La más mínima muestra de que lo dicho entre amigos trasvasa esa cuidada intimidad, y se la califica como una traición. Del amigo, se esperan las más idealizadas cualidades.

Distinto es cuando se habla de “los” amigos. El grupo, con su máxima expresión en la adolescencia, ya supone otro tipo de vínculo.

La clínica de adolescentes testimonia el enorme valor que los amigos tienen en la vida de cada uno, y muchas veces el poder hacer amigos constituye un indicador del progreso en un análisis. Desde esta perspectiva la adolescencia se transita en grupo, en tanto cada uno de sus integrantes tolera las identificaciones proyectivas necesarias para el crecimiento mental del sujeto. Desde las rígidas relaciones que se establecen en la latencia, hacia el grupo púber homosexual se transita en grupo, el que se ira dejando atrás una vez que este instalada definitivamente la vida adolescente heterosexual como estado de la mente. Las cuatro comunidades por las que transita la mente adolescente ubican en el adolescente “aislado” aquel que reviste mayor gravedad clínica. Igualmente Meltzer aclara que se trata de categorías cambiantes, siendo más preocupante la fijeza en una de ellas (Meltzer, 1998).

Algunos autores destacan el papel de “intermediario” del amigo en la adolescencia. Así Bion dice que “en momentos de enfrentar la situación edípica con su particular intensidad emocional, el mellizo imaginario muestra su incapacidad de tolerar un objeto que no está totalmente bajo su control Su función será negar una realidad distinta de el mismo” (Bion, 1967). Berta Sola propone la figura del amigo íntimo como un medio para aliviar las tensiones surgidas ante las situaciones edípicas y frente a la incapacidad para soportar que los objetos no estén totalmente bajo su control y negar las realidades distintas de sí mismo (M. de Sola, 1991). El amigo íntimo es entonces un paso intermedio, para alejarse de las elecciones de objeto de la primera infancia. Frente a la incertidumbre de no saber si se cuenta con las herramientas necesarias para enfrentar la turbulencia emocional propia de la pubertad y adolescencia, el amigo facilita alcanzar nuevas elecciones de objeto fuera del contexto familiar, un intermediario ajeno a la familia, pero que esta cree poder todavía controlar.

Amistad e Intimidad

…El único espejo que un amigo puede realmente prestarte es el de sustentar tu valentía al sostener un espejo frente a ti, en el que puedas ver una imagen noble de ti mismo…
George Bernard Shaw

En un trabajo anterior destacamos el valor de la Intimidad en cual-quier análisis (Espinosa & Koremblit, 2010). Allí destacamos que los estados emocionales de mayor integración no se logran de una vez y para siempre, sino que son precisamente oscilantes, cambiantes. Por esto mismo el tema de la Identidad resulta siempre problemático en Psicoanálisis, en tanto supone algo acabado y consistente de una vez y para siempre, hecho que nuestra clínica, nuestra cultura y la vida misma nos pone en jaque a diario.

A partir de la instalación de Internet en la cultura, algunos autores denominaron transformaciones de la intimidad (Urresti, 2008), al fenómeno en el que los jóvenes publican sus intimidades en las redes, como modalidad habitual de intercambio. Una época donde “lo público tiende a privatizarse y lo privado se publicita…”, “época en que algunos jóvenes no parecen tener instintos de protección de la privacidad”, época aparentemente tan alejada de la defensa del cuarto propio que destacara Virginia Wolff, del derecho a la soledad y al silencio” (Sibilia, 2009).

Entonces vemos la distancia que se ha abierto desde la mirada aristotélica “No es posible tener muchos amigos según la amistad perfecta, donde los sentimientos excesivos se dirigen a una sola persona” al “Quiero tener un millón de amigos” de la época de Facebook como máxima expresión caricaturesca de la amistad en la cultura actual.

Carlos Guzzetti en su citado trabajo concluye que “El amigo es contingente. Nada nos asegura que tengamos uno, así como nada nos asegura que encontremos un analista, ni siquiera un analizante” aclara. Lo llama encuentro “afortunado” (o no) a esto”.

La amistad y el amor

La amistad es ciertamente el más fino bálsamo
para los golpes de un amor decepcionado…
Jane Austen

De igual raíz griega que “amor” y “amigable”, Luis Kancyper concibe la amistad como una forma del amor: “la forma que toma la intimidad cuando incluye la distancia…” (Kancyper, 2004).

El amigo supone un vínculo de dos, una díada. Sin proximidad corporal sexual se encuentra algo más, o se espera algo más de distancia respecto a los fantasmas del tercero. A partir de la poca lograda aceptación de la diferencia, si aparece el tercero es bajo una visión inquietante: los celos o la traición.

Freud señala al “Complejo fraterno” como su origen. Para él estos celos que llama “normales” no son nacidos de relaciones actuales… “arraigan en lo profundo del inconsciente y brotan del complejo de Edipo o del complejo de los hermanos del primer periodo sexual…” (Freud, 1921).

En los años de juventud, la imagen del “amigo íntimo”, guarda cierto parecido con el amor. Se espera exclusividad, y hasta cierto punto se acepta que se sientan celos. Pero no se pueden hacer los mismos reclamos que se hacen en el amor. La exclusividad no está tan legislada como la fidelidad en la pareja. En el amor a diferencia de la amistad, la exclusividad está bastante reconocida —por lo me-nos en las formas clásicas de nuestra sociedad siempre en revisión—.

La amistad tendría esta condición, ser algo flexible en cuanto a la exclusividad. Se trata de un ideal en el que prevalecen las cualidades de mismidad. Una expectativa muy cercana al enamoramiento, pero sin una expresión sexual corporal. Como todo ideal, es una aspiración que la cultura ofrece al ser con clara marca epocal. Con sus grandes valores, la absoluta incondicionalidad o el total desinterés, resulta inalcanzables en su totalidad, pero capaz de organizar una aspiración y sus caídas.

Esperamos reciprocidad, cuestión discutida en filosofía. Nos sor-prenderíamos si alguien nos dijera que es muy amigo de alguien que no lo reconoce como tal.

Si bien no es un vínculo familiar, tampoco se lo puede identificar estrictamente con el espacio de lo público. Podemos decir: se hicieron amigos en el club, hasta en el competitivo mundo de los negocios, pero la amistad supone un retiro de lo público, en el que se pueda desarrollar lo íntimo. Tampoco la garantiza la familia. Esperamos proteger en su vínculo la más frágil intimidad, anhelando que en ella hasta el secreto se llegue alojar.

En el modo actual la proximidad de parientes, vecinos y amigos ha tomado una dimensión totalmente distinta. Es la época de las grandes ciudades, y en ellas esta relación ha sido superada hasta llegar al anonimato. Nuestras ciudades aprovechan la protección que ofrece el anonimato y padecen la soledad que conlleva.

A diferencia de los familiares, “vínculos de sangre”, los amigos se eligen decimos.

En consecuencia podría pensarse que la amistad se anticipa al amor, en el ejercicio de esta libertad, pues la elecciones que implica no provocan automáticamente conflicto e incluso pueden conciliarse sin esfuerzo con las obligaciones debidas a la familia. La libre elección del amigo, menos peligrosa para la familia que la libre elección del conyugue, habría precedido a ésta y le habría abierto el camino. (Aries & Duby, La historia de la vida privada, vol. 3, 1987).

La amistad y la época

…Cada amigo representa un mundo en nosotros,
un mundo que posiblemente no nace hasta que ellos llegan,
y es solo en este encuentro que un nuevo mundo puede surgir…
Anais Nin

A partir del siglo XX parece haber una mutación grande, con cierto tinte pesimista, respecto de la permanencia en el tiempo de la amistad que parecía tan valorada, casi sagrada en otros tiempos. Para Proust por ejemplo la amistad es una forma degradada del amor. Las amistades caen, terminan igual que los amores dice. Lo único que nos va a suceder es el arte, por lo cual postula amar las obras de arte que son las que realmente perduran en el tiempo. Alain Badoiu dice que la amistad es más del orden la casualidad, no es un procedimiento de verdad, un verdadero acontecimiento como lo son el arte, la política, el amor o la revolución (Romero, 2021).

Georg Simmel, a raíz del “extranjero”, aquel que debe aprender nuevos códigos en un mundo que no conoce, trabaja de manera brillante las relaciones de proximidad y lejanía (Simmel, 2012). ¿Cómo pensar estas categorías en nuestro tiempo? El hombre sigue necesitando precisar identidades y diferencias, sólo que ya no puede hacerlo de la misma manera. En algún tiempo las religiones fueron la señal de la proximidad y la confianza. Para muchos jóvenes en el último tiempo las señales de proximidad han sido el tipo de música, o las distintas contraseñas estéticas, el llamado “look”.

Alguna vez, hace no mucho tiempo, las familias, del todo conscientes o no, organizaban los primeros pasos de la exogamia: La escuela, el templo, la iglesia, o la parroquia, el club, ofrecían un espacio por fuera de la familia en la que la familia podía confiar.

La tecnología de los últimos tiempos superó las relaciones espacio-tiempo conocidas. Hace algunos años fuimos convocados por una conocida escuela de la ciudad. Los padres se mostraban angustiados. Estas protecciones tradicionales ya no los protegían, sus hijos chateaban “vaya uno a saber con quién”. Nos preguntaron, segura-mente tratando de volver a las tradicionales protecciones de espacio, si valdría la pena obligar a los chicos a chatear sólo con la computadora en el living. Un intento por organizar, bajo cierta tradición la comunicación en épocas cibernéticas.

Pensando en los cambios epocales, recordemos la diferencia entre los pueblos chicos (sobre todo hace unos años atrás) donde habitual-mente se decía, “todos se conocen”, o “todos son medio parientes”, y los conglomerados urbanos de hoy en día. En las grandes ciudades la categoría de vecino ha perdido presencia hasta diluirse como figura. Presente cuando decimos “todavía es barrio”. Quedan pocos, pero en ellos el vecino es una figura por fuera de la familia, pero con la que se tiene familiaridad. ¿Tal vez algo de esto se habrá pretendido mantener cuando comenzó la proliferación y éxodo de ciertos sectores a barrios cerrados y countries?

Lo cierto es que la distancia de lo familiar en las grandes ciudades y más aún con los cambios tecnológicos ha tenido una influencia muy importante.

Las familias, dijimos, con mayor o menor conciencia solían organizar el mundo al que los jóvenes salían para ejercer las primeras experiencias exogámicas, a través de los espacios que la familia ofrecía para las primeras experiencias de sus jóvenes miembros. La familia intentaba controlar las primeras experiencias exogámicas. Los jóvenes elegían la amistad en un territorio cercado por la decisión familiar.

Ese mundo al principio es “todo” el mundo. Después llegarán los otros, con sus riesgos, y con el riesgo también de ejercer violencia contra ellos.

Esa relación entre los tiempos de las actividades de los jóvenes y los espacios donde desarrollarse ha cambiado. Muchas menos personas viven en casas. Las mudanzas son mucho más habituales. Aún en los barrios de casas, son muchos menos los que mantienen el mismo domicilio durante largos períodos. En definitiva, la figura del vecino ya no tiene la misma familiaridad. Las grandes ciudades cultivan el anonimato. Ya sin las mismas raíces, mudarse de barrio es moneda corriente. En sociedades como la nuestra, no era tan frecuente, ahora empieza a serlo, pero en otras vivir en otro estado o en otro país ya era habitual a partir de la misma juventud.

A todo esto lo ha potenciado enormemente la tecnología. La relación entre el tiempo y el espacio ha quedado totalmente subvertida. Un joven puede estar a pocos metros de sus padres, chateando con quien supone un par, que está a miles de kilómetros de distancia, en un lugar con otro huso horario.

Comentarios

¿Cómo entendemos hoy, y especialmente exacerbados en tiempos de pandemia, los fenómenos ligados a las redes sociales y al tipo de “encuentro” que los jóvenes —y no tan jóvenes— ya han instalado en nuestra cultura a través de las redes sociales?

Para Bauman lo que las redes sociales pueden crear es un sustituto “para encerrarse en las zonas de confort, donde el único sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son los reflejos de su propia cara. Las redes son muy útiles, dan servicios muy placenteros, pero son una trampa”. (Bauman, 2016)

Aquello tan valorado como fue la defensa de la intimidad hoy habría que repensarlo a la luz de los nuevos fenómenos sociales. En la sociedad y especialmente en sectores juveniles lo valorado pasó a ser la conectividad, y la cantidad de “likes” recibidos en las redes socia-les que puede terminar alienándonos hasta niveles insospechados.

El Narcisismo en su versión cuantitativa tal como se expresa en las redes sociales, hoy ocupa un lugar central. El interés por el otro en su condición subjetiva pareciera devaluado o por lo menos, ad-quiere formas distintas de expresión, nuevas formas de intercambio.

Tal vez podríamos pensar en amistades con un patrón más especular al estilo amigo íntimo de la adolescencia, y otras que se organizan de un modo donde la posibilidad introyectiva está más instalada. Podríamos pensar también que algunas amistades pueden tener ambos componentes u oscilaciones del tipo Ps-D.

El individualismo como el modo de expresión, funcionales al capitalismo salvaje nos obliga a re evaluar el papel que la amistad ha pasado a desempeñar en esta época tan compleja. “…Discursos que se obstinan en un individualismo que es expresión de la rotura en el lazo social…”. (Kohan, 2021). Tal vez deberíamos evaluar si nuestros paradigmas hoy mantienen vigencia, o si otras formas de amistad —y de relaciones en general— estarán surgiendo, y todavía no contamos con las herramientas adecuadas para su comprensión. La amistad como forma de lazo social: ¿se mantiene a través de las épocas con distintos ropajes? ¿O el capitalismo salvaje, el individualismo como jerarquía impuesta por el mercado, influye de manera determinante para volver a pensar estos temas?

Entonces revisando la noción de amistad: ¿hoy mantiene vigencia o ha desaparecido en el ciberespacio en estos tiempos de diversidad, velocidad y fluidez? ¿Depende de una noción de sujeto que aún existe? ¿O la devaluación del otro ha arrasado con esto jerarquizando la individualidad en toda su dimensión?

La enloquecedora velocidad de estos tiempos, contrasta con la temporalidad en la que se duelan los ideales. En la medida en que la familia ha sido uno de los grandes estandartes de la organización social, la ausencia de sus formas tradicionales, genera alguna forma de malestar.

El compromiso irrompible, la lealtad, valentía y coraje, eran los valores esenciales que subrayaban los clásicos. Tal como planteamos en nuestra introducción habría además que revisar los valores liga-dos a un modelo de amistad, expresado en el modelo espartano de camarada con una fuerte impronta de un tipo de masculinidad. Esparta estaba compuesta por una comunidad de hombres “camaradas militares”, cuyo fin era la producción de soldados de excelencia, con valores propios del espíritu bélico. Es notable como a través de la historia se ha intentado mantener este único patrón de “amistad masculino”, encontrándose tal vez en el deporte el derivado sustitutivo de la acción militar en nuestros días.

Esto excluyó durante siglos a otras modalidades de relaciones en la sociedad: la amistad entre mujeres 4, la amistad entre hombres y mujeres, así como los nuevos géneros en el campo de la sexualidad quedaron invisibilizados desde este único modelo de amistad. En consonancia con el lugar que ocupaba la mujer, pareciera que a la amistad femenina recién se la reconoce simbólicamente en el siglo XIX. No olvidemos que en un principio ellas aparecían acompañadas por un hombre “protector” o junto a la figura del clásico “chaperón”. La familia debía proteger su “virtud”, es decir a la mujer frente a un posible y temido embarazo. Por una cuestión de honor, un embarazo de alguien no contemplado por la familia y la sociedad, conducía al concepto de hijo “bastardo”, excluido social que como en la antigua Esparta, no tenía un lugar social reconocido.

4 Una excepción a esto era el grupo de las amazonas, mujeres guerreras que por la misma época se organizaban exclusivamente entre mujeres. Cuando nacía un hombre este era sacrificado, abandonado, se lo mutilaba o dejaba ciego para que fuera su sirviente. Pero es una excepción a medias. Estas mujeres, antagonistas de los griegos con quienes se enfrentaban frecuentemente, utilizaban las mismas categorías masculinas solo que aplicadas a ellas mismas.

Para ir terminando: La amistad como tantos temas va adquiriendo distintas de expresión cuyo desafío nos compele a poder interpretarlo con nuestras herramientas conceptuales, sin contar muchas veces con la capacidad de observación necesaria para detectarlo.

Lo mismo ocurre con la divisoria entre amor y amistad que creíamos estable y consistente, que nos cuestiona frente a consultas donde vemos que algo de estos límites tampoco parecen ya tan precisos. Consultas que hace no mucho hubiéramos recibido desde una condición prejuiciosa —de la que no estamos exentos— hoy debemos también revisar sabiendo que existen nuevas e infinitas configura-ciones posibles. Vemos que no hay modelos ni límites claros, debiendo tolerar la incertidumbre que cierta indefinición conlleva.

Igualmente habría que reconsiderar, si en la amistad como tal, se mantiene algo esencial y propio que lo hace trascender las épocas; podrían ser distintos ropajes tras los cuales se mantiene cierta cualidad emocional muchas veces indescriptible, que genera para estas relaciones una expectativa que será posible o no encontrar. Para esto habrá que atravesar rivalidades y hostilidades propias de la condición humana, y en el mejor de los casos lograr mantener algo de la intimidad que la fundó. Con momentos de mayor integración y lo-gros de identidad y otros donde esta parece diluirse, si consiguen acompañar a lo largo de la vida resulta un “encuentro afortunado”, refugio y continentes duraderos e inmutables a través de los tiempos, más allá de los valores sociales en juego. Como dijera el poeta junto con el amor, la amistad resulta algo que, si es “posible” conseguir, hace la vida más bella. …La vida es bella, ya verás, como a pesar de los pesares, tendrás amigos, tendrás amor, tendrás amigos
(Palabras para julia, José A. Goytisolo).

ᴪ ᴪ ᴪ

Resumen: La amistad como tantos temas va adquiriendo distintos modos de ex-presión cuyo desafío nos compele a poder interpretarlo con nuestras herramientas conceptuales. En este trabajo intentaremos desarrollar ciertas nociones en torno a la amistad, los valores que la constituyen según las épocas, su relación con la intimidad, la amistad adolescente, y su siempre compleja relación con el amor. Trataremos distintos aspectos que se han tratado sobre el tema desde la Filosofía, las Ciencias Sociales, y el Psicoanálisis.

Descriptores: Amistad, Amor, Adolescencia, Tiempo, Valores, Intimidad.

Some remarks about friendship and narcissism

Abstract: Friendship, as so many other themes, acquires different forms of ex-pression, and the challenge compels us to interpret with our conceptual tools. In this paper, we shall try to develop certain notions about friendship, the values that constitute it throughout the times, its relation with intimacy, teenage friendship and its ever complex relationship with love. Aspects about the subject that have been treated from philosophy, the social sciences and psychoanalysis shall be cov-ered. Starting from inquiries that not long ago we would have received with a judgemental stance, we must now also revise concepts, for which there are no models or precise limits, knowing that new and infinite possible configurations exist.

Descriptors: Friendship, love, adolescence, time, values, intimacy.

Referencias

Aries P. & Duby G. (1987). Historia de la vida privada. Madrid: Taurus.
Bauman Z. (2016, enero). Las redes sociales son una trampa. Diario El País.
Bion W. (1967). El mellizo imaginario. En Volviendo a pensar. Buenos Aires: Horme.
Derrida J. (1998). Políticas de la amistad. Madrid: Trotta.
Espinosa, R. & Koremblit, M. (2010). La noción de Intimidad. Un problema actual del Psicoanálisis. Buenos Aires: Colegio de Psicoanalistas, Psicolibro.
Freud, S. (1921). Algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad. AE. XVIII.
(1911). Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente. AE. XI.
Foucalt, M. (2015). Entrevista incluida en el libro Qué hacen los hombres juntos. Madrid: Cinca.
Goytisolo, J. (1979). Palabras para Julia. Buenos Aires: Lumen.
Guzzetti, C. (2019). Psicoanálisis en movimiento. Fragmentos e iluminaciones. Buenos Aires: Lugar.
Kancyper, L. (2004). El complejo fraterno. Estudio psicoanalítico. Buenos Aires: Lumen.
Kohan, A. (2021). Entrevistada por Adrián Melo en Caras y Caretas. Recuperado de https://carasycaretas.org.ar/2021/03/12/hay-discursos-de-los-feminismos-que-son-funcionales-al-capitalismo-mas-atroz/
Lewkowicz, I. (1999). Historización en la adolescencia. Cuadernos de APdeBA, 1.
Marai, S. (2001). El último encuentro. Barcelona: Salamandra. (Trabajo original publicado 1942)
Mantykow de Sola, B. (1991). El amigo íntimo de la adolescencia: su lugar en el proceso psicoanalítico. Psicoanálisis, 13(3).
Melo A. (2021). Comunicación Personal.
Meltzer, D. (1973). Los estados sexuales de la mente. Buenos Aires; Kargieman.
(1998). Adolescentes. Barcelona: Spatia.
Romero, W. (2021). Comunicación Personal.
Urresti, M. (2008). Ciberculturas juveniles. Los jóvenes, sus prácticas y sus re-presentaciones en la era de Internet. Buenos Aires: La crujía.
Sibilia, P. (2009). La intimidad como espectáculo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Simmel, G. (2012). El extranjero. Sociología de lo extraño. Madrid: Sequitur.