2021: AMISTAD - Vol XLIII nº 1 y 2

Adela Costas Antola: Psicóloga psicoanalista. Miembro titular de APdeBA. Fue Directora del Departamento de niñez y adolescencia, Directora del Centro de Estudios Psicoanalíticos, Secretaria científica de APdeBA, Directora de la Revista Psicoanálisis. Docente titular del Instituto de Salud Mental de APdeBA. Autora de Ecos de Narciso y de numerosos artículos presentados en publicaciones y congresos nacionales e internacionales.

Siempre es posible ligar en el amor a una multitud mayor de seres humanos, con tal que otros queden fuera para manifestarles la agresión.
Sigmund Freud

Un siglo atrás hizo su aparición el artículo de Sigmund Freud “Psicología de las masas y análisis del yo”. Ha pasado un siglo y sigue siendo un texto imprescindible a la hora de pensar uno de los malestares que aqueja a varias de nuestras sociedades, el malestar provocado por lo que se ha dado en llamar “grieta”. Me refiero con este término a la escisión que se produce en el seno de una comunidad que comparte una misma lengua y un mismo contexto socio-político; grieta generada por la particular operación que consiste en recortar y agrupar determinados acontecimientos para imprimirles una interpretación de absoluta certeza sin dar lugar a interrogantes ni a cualquier otra interpretación. Alrededor de dicho relato unívoco se polarizan las posiciones de sectores de la comunidad, llegando al extremo de rupturas de todo tipo de lazos que promovían el intercambio y la proximidad con el o los semejantes.

En los primeros años de la década de 1920, en el ámbito de la lengua alemana se recibieron dos obras que anticipaban la barbarie que traería el nacionalsocialismo alemán. Mi lucha de Adolf Hitler constituiría su germen, mientras que el escrito freudiano mencionado más arriba hubiera servido para prevenirla si los humanos fuésemos capaces de lidiar con el odio sin relegar a Eros.

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Tal vez sean las marcas de vivencias tempranas en un país sometido a una prolongada dictadura 1 las que me llevan a tratar de entender, con persistente obstinación, el fenómeno de escisión que se produce en una sociedad en la que se cultiva el odio y la desconfianza hacia quienes sostienen ideas diferentes, constituyéndose en grupos aglutinados en torno a una ideología, una creencia o un líder único.

Los enfrentamientos entre bandos con estandartes religiosos o políticos distintos, suceden y sucedieron a lo largo de la historia de la humanidad. Empleo intencionalmente el término “bando”, incorporado al castellano en 1131 con el significado de facción o partido, a partir del cual surgió luego el término bandolero proveniente del catalán bandoler, acuñado como producto del gran desarrollo de las banderías y luchas civiles en Cataluña entre los siglos XV al XVII que desencadenaron en bandolerismo. 2 ¿Existe una disposición o condición estructural que nos permita explicar el odio que transforma al otro en enemigo por el solo hecho de portar un estandarte diferente?

1 Me refiero a la dictadura de Alfredo Stroessner que tuvo lugar en el Paraguay desde 1954 hasta 1989.
2 Corominas, Joan. Breve Diccionario etimológico de la lengua castellana, Madrid, Gredos, 1976.

En nuestros días, el autodenominado Estado Islámico (EI) que trasciende fronteras e incluso continentes conforma una “masa artificial” abroquelada en una adaptación idealista al espejismo de ser premiados con el paraíso por eliminar a quienes se considera enemigos. Aunque el nazismo aspiraba también al aniquilamiento del diferente, no llegaba de ninguna manera al extremo de la autoinmolación voluntaria, como tampoco los “premios” eran postergados para la eternidad; por el contrario fueron inmediatos y terrenales, como por ejemplo las confiscaciones de los bienes de sus víctimas.

Muchas son las instituciones, sobre todo europeas, dedicadas a estudiar el tema de la radicalización, movidos por la preocupación que despierta la adhesión de sus jóvenes a la lucha armada. Una de dichas instituciones es el Centro Internacional para el Estudio de la radicalización y la violencia política perteneciente al King´s College de Londres. Este centro publicó los resultados de “Saudi foreign fighters: analysis of leaked Islamic State entry documents”, 3 investigación basada en el análisis de gran cantidad de documentos filtrados en el 2016, con listados de personas reclutadas en Arabia Saudita por el EI. Los mismos contenían información personal importante sobre los reclutados. La investigación llegó a la conclusión de que no podía explicarse el fenómeno de radicalización por causas socio-económicas, ni siquiera por ideas religiosas. El psicoanálisis y en particular el artículo de Freud, cuyo centenario celebramos, puede contribuir a desentrañar este fenómeno. 4

3 https://icsr.info/2019/02/05/saudi-foreign-fighters-analysis-of-leaked-islamic-state-en-try-documents/
4 Agradezco a los colegas del Área freudiana de APdeBA por los generosos y estimulantes intercambios durante la lectura de este artículo, en plena pandemia, que contribuyó a la realización de este escrito.

Según plantea Freud, Eros es el alma de las masas en tanto produce ligadura entre los humanos, ligadura que implica ciertas renuncias impuestas por las reglas de convivencia de cada comunidad. Freud escribe: las “mociones pulsionales que entre los sexos esfuerzan en el sentido de la unión sexual, en otras constelaciones, es verdad son esforzadas a apartarse de esta meta sexual o se les suspende su consecución, pero siempre conservan lo bastante de su naturaleza originaria como para que su identidad siga siendo reconocible (sacrificio de sí, búsqueda de aproximación)”. 5

5 Freud, S. (1921). Psicología de las masas y análisis del yo. Obras completas (vol. 18, p. 86). Buenos Aires, 1979.

Los dos rasgos que denotan la naturaleza originaria de la libido, “sacrificio de sí, búsqueda de aproximación” son elementos que nos ayudan a pensar la adhesión fanática que puede desembocar en el sacrificio mortífero en aras de ser reconocido y valorado por el otro. En esta línea, Freud afirma que “El conductor o la idea conductora podrían volverse también digamos, negativos; el odio a determinada persona o institución podrían producir igual efecto unitivo y generar parecidas ligazones afectivas que la dependencia positiva.” 6 El odio, ¿produciría, efectivamente, el mismo efecto unitivo, las mismas ligazones afectivas que las generadas por Eros?

6 Freud, S. (1921), op. cit., p. 95.

Un estudio sobre la situación límite de que alguien sea capaz de matar o de morir por un grupo o una causa, realizado por Blas González 7, propone la teoría de la fusión de la identidad, definiendo “fusión” como un sentimiento visceral en el que el yo personal se fusiona con el yo social del grupo o la causa. El planteo guarda un parentesco cercano con el de la naturaleza de la libido que llevaría al sacrificio de uno mismo para conservar la pertenencia a un grupo, la proximidad con el semejante.

7 “¿Es posible la desradicalización y la resocialización de terroristas? Revisión de protocolos europeos” de Elena de Blas González. https://repositorio.comillas.edu/xmlui/bitstream/handle/11531/30837/TFG-%20de%20Blas%20Gonzalez%2C%20Elena.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Sin duda, en un estado de fusión la diferencia no puede soportarse dado que la ruptura de dicho estado acarrearía la pérdida de la ilusión de la completitud narcisista, desencadenando la angustia generada por la caída de la omnipotencia y la omnisapiencia. Quien cultiva ideas diferentes se constituye en un enemigo que amenaza la indiferenciación que caracteriza al aglutinamiento. Con tal de sostener el aglutinamiento se puede aniquilar físicamente a quien encarna al enemigo o destruir los símbolos que representan al enemigo, tales como reliquias de la humanidad o la quema de libros.

En la contratapa del excepcional libro El informe de Brodeck de Philipp Claudel, leemos “El único extranjero del lugar, a quien llaman Der Anderer —el Otro, en alemán—, ha sido asesinado y todos los hombres de la localidad se confiesan autores del crimen.” 8 En mi lectura, el Otro de Claudel encarna la diferencia, diferencia que el psicoanálisis ubica en el origen mismo del psiquismo; diferenciar es el primer acto psíquico que introduce una distinción entre los estímulos catalogándolos de placenteros o displacenteros; estos últimos son expulsados de sí para constituir Der Anderer, el Otro, como diría Claudel, y como también lo dice Freud y luego Lacan y luego otros que los siguen en sus enseñanzas. Por otro lado, lo placentero constituye el yo ideal que porta todo atributo positivo y engloba también lo bueno del otro. A pesar de ser un mecanismo primario, la expulsión de lo que se opone a la satisfacción sigue vigente en la adultez, a él apelamos cada vez que sentimos amenazado nuestro yo ideal. Este mecanismo originario puede despertar el odio capaz de asesinar a Der Anderer. El yo y el otro se constituyen en ese mismo acto de diferenciar arbitrariamente lo bueno en tanto equivalente de lo placentero y lo malo como generador de displacer atribuido al semejante. A pesar de lo primitivo de este mecanismo arbitrario, se lo considera constituyente del psiquismo y juega un rol decisivo en el proceso de separación y diferenciación del semejante. El tratamiento de la diferencia tendrá un papel relevante en uno de los procesos más decisivos en la constitución del sujeto, me refiero al que debería tener lugar en la adolescencia: el desasimiento de la autoridad parental, señalado por Freud como una de las operaciones más difíciles y más dolorosas que el humano habrá de enfrentar. El extrañamiento de los padres en tanto figuras diferenciadas y autónomas podría fracasar y perdurar como vínculo de sumisión y dependencia. O, tal vez, desencadenar rechazo y destrucción del vínculo por la denegación de las marcas que dicho vínculo imprimió. En este caso, el odio constituiría a los padres no sólo en extraños sino en enemigos. Con una ruptura de esta magnitud, el sujeto quedaría a la deriva y podría, fácilmente, derrapar hacia la radicalización o al fundamentalismo en búsqueda de un lugar de pertenencia. Si no lo encuentra puede transformarse en un ser aislado de su comunidad e incluso de las figuras familiares. De hecho, en muchos de los casos de asesinatos indiscriminados en Estados Unidos, la prensa suele consignar que el asesino vivía aislado, sin relación con las personas de su entorno. Destaco la agudeza de Freud cuando afirma que la tolerancia a la diferencia hace que «extranjero» y «enemigo» no se confundan en un mismo concepto.

8 Contratapa de El informe de Brodeck de Philippe Claudel, Salamandra. Barcelona, 2014.

Un ejemplo del fenómeno de radicalización lo podemos ver en la serie de Netflix, Califato. Quienes la vieron seguramente recuerdan una escena en la que una de las protagonistas, Sulle, confiesa una ignorancia absoluta por no saber orar ni hablar la lengua de quienes la conducen hacia el islamismo fundamentalista. Podemos preguntarnos por qué Suleika se siente ignorante. A la luz de lo dicho anteriormente, queda en evidencia que lo vivido y compartido con los otros próximos antes de asumir una posición fundamentalista ha caído bajo el efecto de la desmentida. Creo que solo así podemos explicarnos que el saber válido sea el de una cultura extraña, el de una lengua no vivenciada, desconocida por completo.

Freud sostiene que todos los vínculos de un sujeto con sus semejantes deben ser considerados fenómenos sociales, por tanto no es pertinente divorciar la psicología individual de la social. Considerando el estado de indefensión del recién nacido y la consecuente dependencia del otro para su sobrevivencia, podríamos suponer que el semejante auxiliador quedaría inscripto como otro-pura-bondad. Sin embargo, el planteo freudiano es mucho más complejo. En primer lugar, sostiene que la dependencia absoluta del Otro a causa del desvalimiento inicial es el origen de todos los motivos morales. Es por esa vía que el humano se ve conminado a soportar e incorporar las pautas de comportamiento social que se le imponen desde los primeros tiempos de su existencia. Por otro lado, la experiencia de satisfacción de la necesidad proporcionada por el otro, produce la inscripción del objeto-satisfacción; al mismo tiempo, las vivencias de displacer constituyen el primer objeto hostil, el otro. En tercer lugar, el semejante primordial se inscribe como “único poder auxiliador”. Este múltiple status del semejante en los primeros momentos de la vida permite explicar la compleja relación del humano con su prójimo: amigo-enemigo-auxiliador-ideal.

Así, cuando se simplifica dicha complejidad y el semejante queda reducido a la única condición de objeto hostil-enemigo, el lazo social se ve seriamente perturbado. Sin embargo, el lazo con el semejante no desaparece sino que se fortalece con una tesitura diferente, la del odio. El odio produce una fragmentación social y, al mismo tiempo, los individuos del grupo se sienten fuertemente ligados entre sí por el odio hacia el que fue reducido a la categoría de enemigo.

El filólogo alemán, Victor Klemperer, expulsado del ámbito universitario por el nazismo, no cejó en su afán por desentrañar el misterio del lenguaje y, a pesar de la marginación en la que vivía, se ingenió para estudiar la manipulación de la lengua que llevó a cabo el nazismo. Por su condición de judío, le habían prohibido el acceso a todo material de lectura, incluso los diarios; sin embargo rescataba trozos de los periódicos usados como envoltorios, ocultándolos para analizar a escondidas la transformación que iba imponiendo el discurso hegemónico desde las cúpulas del poder. El material robado de la basura y las anotaciones sobre los discursos oficiales escuchados por radio, además de los cambios que iba detectando en el hablar de las personas de su entorno, le permitieron recopilar abundante información desde el año 1933 en adelante. Con todo ello produjo un brillante y conmovedor análisis del lenguaje totalitario del Tercer Reich. Dice Klemperer:

El nazismo se introducía más bien en la carne y en la sangre de las masas a través de palabras aisladas, de expresiones, de formas sintácticas que imponía repitiéndolas millones de veces y que eran adoptadas de forma mecánica e inconsciente.
Pero el lenguaje no solo crea y piensa por mí, sino que guía a la vez mis emociones, dirige mi personalidad psíquica, tanto más cuanto mayores son la naturalidad y la inconsciencia con que me entrego a él. … Las palabras pueden actuar como dosis ínfimas de arsénico: uno las traga sin darse cuenta, parecen no surtir efecto alguno, y al cabo de un tiempo se produce el efecto tóxico. Si alguien dice una y otra vez «fanático» en vez de «heroico» y «virtuoso», creerá finalmente que, en efecto un fanático es un héroe virtuoso y que sin fanatismo no se puede ser héroe. 9

9 Klemperer, V. (1947). La lengua del Tercer Reich. Apuntes de un filólogo. Barcelona, Minúscula. 6° impresión, 2014, p. 31.

La lenta e insistente imposición de un discurso totalitario, hegemónico, produce la expulsión del sujeto de su propia tierra lenguajera, ya que desmiente lo singular vivenciado por cada sujeto, suplantando lo vivenciado por palabras introducidas “como dosis mínimas de arsénico” que se incorporan, repitiéndolas mecánicamente. Esas repeticiones tienen un efecto desubjetivante, ya que no anclan en experiencias vividas por el sujeto sino que han sido impuestas por la reiteración totalitaria señalada por Klemperer. Yo agrego que la imposición está sostenida no solo por la reiteración sino por el supuesto “bienestar” generado por el estado de fusión con los otros homogéneos y por el ilusorio amparo que brinda el haber hallado una “idea verdadera” o un líder omnisapiente —garante no castrado— a quien consagrarse y a quien delegar la función de pensar. Entonces, el juicio crítico ha sido asesinado.

En las masas constituidas con el propósito de combatir o destruir al diferente, la ligazón entre quienes forman parte de ellas está sostenida por el odio. Respecto de las cualidades afectivas generadas en sus miembros por la dependencia negativa, se destaca el sometimiento afectivo, intelectual e incluso corporal —puede llegarse a la autoinmolación—, acompañado éste por la imposibilidad o la prohibición de cuestionar las ideas dogmáticas y el discurso estereotipado. Todo ello, por el afán de pertenencia a un grupo que ofrece una cosmovisión compartida e incuestionable.

El efecto de desubjetivación producido por la adhesión fanática sostenida por el odio va acompañado por un yo que se abroquela en la certeza generando la apariencia de un yo fuerte. Las diferencias que deberían expresarse en el discurso se suprimen, adoptando todos los miembros del grupo fusionado un mismo código. La unión aparenta ser muy firme en tanto que todos, aunados por el odio, pueden llegar a acciones extremas como la de eliminar a los “enemigos”, aunque sean los propios padres, familiares, amigos. Si bien el grupo está aglutinado, la desconfianza reina también entre quienes lo componen por temor a ser acusado de traidor si muestran alguna vacilación o debilidad en la certeza que los une.

El efecto de desubjetivación afectaría, incluso, los lazos establecidos entre los miembros de la facción. Der Anderer, el Otro, antes que encarnar la alteridad, deviene enemigo. El aislamiento y la soledad en la que, paradójicamente, conviven los odiadores sería producto del temor de compartir entre ellos aquellos pensamientos y sentimientos íntimos que podrían ser usados en su contra. La amenaza de ser acusado y sacrificado por apóstata hace de cerrojo para cualquier cuestionamiento que pudiera surgir en el fondo de su alma respecto de las creencias que sostiene al grupo.

Cuando extranjero y enemigo se subsumen en una única noción, el empobrecimiento subjetivo es inevitable ya que la “tierra extranjera interior”, indispensable y fundante, es avasallada, en tanto que el ideal exigido-exigente comanda la vida del sujeto alienado por el odio.

Quiero terminar con las palabras del ex-presidente de Uruguay, Pepe Mujica, que en su discurso de despedida del Senado, marcó una diferencia profunda entre el odio y el amor:

… en mi jardín hace décadas que no cultivo el odio; porque aprendí una dura lección que me impuso la vida, que el odio termina estupidizando. … El odio es ciego como el amor, pero el amor es creador y el odio nos destruye. 10

10 https://www.youtube.com/watch?v=XZYJOQhE2Pw

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Resumen: A partir de un sucinto recorrido por algunas postulaciones freudianas respecto del status del semejante desde el inicio de la vida, se aborda las posibles vicisitudes de una de las operaciones más dolorosas y más difíciles que debe emprender el sujeto en su camino hacia la adultez, tal es el desasimiento de la autoridad parental. La manera en que evolucione el tratamiento del proceso de diferenciación determinará el modo de inserción de una persona en la sociedad. El odio como un camino para enfrentar la dolorosa operación, puede producir un desplazamiento del amor y el sometimiento a otras figuras entronizadas. La radicalización sería una posición extrema con el consecuente empobrecimiento de la “tierra extranjera interior”. Se analizan los distintos elementos que llevan a la desubjetivación.

Descriptores: Pulsión, Libido, Odio, Subjetividad, Masa, Adolescencia, Parentalidad, Ligadura, Dependencia, Separación, Otro, Alteridad, Fanatismo, Yo ideal, Diferencia.

O poder unitivo do ódio. Seus efeitos na subjetividade

Resumo: A partir de uma concisa trajetória por algumas postulações freudianas a respeito do status do semelhante desde o início da vida, abordam-se as possíveis vicissitudes de uma das operações mais dolorosas e difíceis que o sujeito deve empreender em seu caminho para a vida adulta, tal como é o desprendimento da autoridade parental. A forma como evolui o tratamento do processo de diferenciação determinará o modo de inserção de uma pessoa na sociedade. O ódio como forma de enfrentar a dolorosa operação, pode produzir um deslocamento do amor e a submissão a outras figuras entronizadas. A radicalização seria uma posição extrema com o consequente empobrecimento da «terra estrangeira interior». São analisados lós diferentes elementos que levam à dessubjetivação.

Descritores: Pulsão, Libido, Ódio, Subjetividade, Massa, Adolescência, Parentalidade, Ligação, Dependência, Separação, Outro, Alteridade, Fanatismo, Eu ideal, Diferenciação.

The unitive power of hatred. Its effects on subjectivity

Abstract: Starting from a brief travel through some Freudian postulations regarding the status of the fellow human-being from the beginning of life, we address the possible vicissitudes of one of the most painful and difficult operations that the subject must undertake on his way to adulthood, such is the detachment of parental authority. The way in which the treatment of the differentiation process evolves will determine the way in which a person enters society. Hatred as a way to face the painful operation, can produce a displacement of love and submission to other enthroned figures. Radicalization would be an extreme position with the subsequent impoverishment of the «inner foreign land». The different elements that lead to de-subjectivation are analyzed.

Descriptors: Drive, Libido, Hatred, Subjectivity, Mass, Adolescence, Parenthood, Ligature, Dependence, Separation, Other, Otherness, Fanaticism, Ideal ego, Difference.

Referencias

Bleger, J. (1967). Simbiosis y ambigüedad: estudio psicoanalítico. Buenos Aires: Paidós.
Claudel, P. (2014). El informe de Brodeck. Barcelona: Salamandra.
Corominas, J. (1976). Breve Diccionario etimológico de la lengua castellana, Ma-drid: Gredos.
Freud, S. (1979). Proyecto de psicología. En Obras Completas (vol. 1). Buenos Aires: Amorrortu. (Trabajo original publicado 1895)
(1979). La novela familiar de los neuróticos. En Obras Completas (vol. 9). Buenos Aires: Amorrortu. (Trabajo original publicado 1909[1908])
(1979). Pulsiones y destinos de pulsión. En Obras Completas (vol. 14). Buenos Aires: Amorrortu. (Trabajo original publicado 1915)
(1979). De guerra y muerte. Temas de actualidad. En Obras completas (vol. 14, p. 278). Buenos Aires: Amorrortu. (Trabajo original publicado 1915)
(1979). Psicología de las masas y análisis del yo. En Obras Completas (vol. 18). Buenos Aires: Amorrortu. (Trabajo original publicado 1921)
Klemperer, V. (2014). La lengua del Tercer Reich. Apuntes de un filólogo, (6° reimpresión). Barcelona: Minúscula. (Trabajo original publicado 1947)
Rodrigué, E. (1996). El siglo del psicoanálisis. Buenos Aires: Sudamericana.