2023: Lo Materno - Vol XLV nº 1

Marta Lewin: Licenciada en Ciencias de la Educación. Licenciada en Psicología. Psicoanalista. Analista Titular con función didáctica de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires. Especialista en Niños y Adolescentes (IPA). Ex secretaria docente de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis de Niños y Adolescentes del Instituto Universitario de Salud Mental (APdeBA/IUSAM). Ex Directora revista Controversias en psicoanálisis de niños y adolescentes. Ex integrante Comisión Científica, APdeBA. Co-Coordinadora Área Migraciones, APdeBA. Coordinadora Comisión de Admisión, IUSAM, Carrera de Especialización en Psicoanálisis.

Resumen: El trabajo intenta complejizar el concepto de maternidad. Se aleja de la noción de instinto materno e incluye en la función aspectos de misterio y oscuridad que pueden abarcar también posibles abandonos y alejamientos.  Propone tomar distancia de la fascinación al que el concepto remite contactándose también, con el dolor que toda madre atraviesa en su función. Ejemplifica la propuesta a partir de la trama de la película La hija oscura inspirada en la novela homónima deElena Ferrante.

Descriptores: Madre, Madre suficientemente buena, Abandono, Deseo de la Madre, Femineidad, Relación Madre e-Hija, Subjetividad, Sostén.

Ver artículo en PDF

—Soy una madre desnaturalizada—dije.
(Elena Ferrante. La hija oscura)

El concepto de maternidad excede lo biológico, se inscribe en un universo simbólico. Ser madre no coincide con un género determinado, ni con una anatomía que la acompañe. Se trata de una función que puede ser desempeñada por el deseo de quien la ejerza; que toma distancia, se aleja de cuestiones como el denominado instinto materno
En un intento de aproximarnos a la función que la maternidad representa ensayo en este escrito la posibilidad de problematizar, ampliar, la cuestión.

Pensamos que se trata de un espacio que puede incluir aspectos de misterio, de oscuridad, y que nos confronta con la pregunta acerca de si lo materno indefectiblemente sostiene, contiene. Nos preguntamos si lo podemos pensar, trabajar, aludir, en términos de buenas o malas madres. Si nos confrontamos a una función que únicamente ampara, que da estabilidad.

La madre es un personaje al que se le puede atribuir ser objeto de fascinación. En general, y en relación al vínculo que sostiene con su hijo se le aplican adjetivos como fascinante, devota, todo amor, que da todo; sin embargo, en estas consideraciones, ella misma, su subjetividad, queda descuidada anónima.                                                                                      

Massimo Recalcati, pensador italiano contemporáneo que trabaja temas relacionados a la maternidad, dice: “Me refiero a la madre del sacrificio y de la abnegación, a la madre como destino ineluctable de la condición de mujer”. (2018, p. 12). Agrega: “Solo si la madre es “no toda madre” puede atesorar el niño experiencia de esa ausencia que hace posible su acceso al mundo de los símbolos y de la cultura”. (Recalcatti, 2018, p. 16)

En Freud el tema aparece ligado a la femineidad, uno de cuyos destinos finales es la maternidad.

En la Conferencia 33, “La feminidad” (Freud, 1933), basada en dos trabajos previos sobre el mismo tema el primero: Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos (1925) y el segundo: Sobre la sexualidad femenina (1931),nos habla del enigma femenino.

 Winnicott (1956) se refiere a la madre como suficientemente buena permitiendo y permitiéndose un resto suficiente y ambivalente en el desempeño de su función.

En su artículo Objetos Transicionales y Fenómenos Transicionales (Winnicott 1951) dice: “Si todo va bien, el bebé puede incluso llegar a sacar provecho de la experiencia de frustración, entonces pensamos, la madre podrá regular este odio, y reconocerse como distintas del hijo”, remarcando así uno de los aspectos ambivalentes de la función. También lo hace en otro artículo: “El odio en la contratransferencia” (Winnicott, 1947) al aproximarse a algunas de las razones por las cuales una madre puede odiar a su bebé: 

El bebé no es la propia concepción (mental) de la madre. El bebé interfiere en la vida privada de la madre, es un reto que provoca preocupación. Ella tiene que amarle, incluyendo sus excreciones, al menos al principio, hasta que el bebe tenga dudas con respecto a sí mi mismo.

Lacan aludirá al tema de lo materno en el Seminario 17, dice:

El deseo de la madre no es algo que pueda soportarse tal cual, que pueda resultarles indiferente. Siempre produce estragos. Es estar dentro de la boca de un cocodrilo, eso es la madre. No se sabe qué mosca puede llegar a picarle de repente y va y cierra la boca. (…). Hay un palo, de piedra por supuesto, que está ahí, en potencia, en la boca, y eso la contiene, la traba. (Lacan, 1969- 1970, p. 118).

Cada uno, según las herramientas con las que cuente y que se habilite a usar, juega su propia maternidad. La madre aloja o desaloja según sus posibilidades. No remite solo a devoción, entrega, incluye el dolor, furia, abandono. (Barros, 2018)                                                                               

 La madre, el significante materno, comprende entre otras las nociones de: amparo/desamparo; presencia/ausencia; cuidados/descuidos; aciertos/fallas; ternura/odio; claridad/oscuridad, también abandono.

Un hijo no es garantía de maternidad.                                                                  

Lo materno se acerca a la espera, a la paciencia, al rescate por la vida, al sostén, pero también incluye un resto, oscuro, enigmático, misterioso, que se relaciona con la posibilidad de retiro, de abandono, de separación, que no siempre es inevitablemente estrago.     

En un intento de conectarnos con una otra mirada sobre lo materno, de plantear la figura de la madre también como mujer, pareja, en conexión con su proyecto personal pensamos que, no sólo se trata de lo que coloquialmente se denomina maternidad rechazada sino, que, esta parece ser también una característica de la función. Una madre también rechaza.

En el desarrollo de la película La hija oscura, de la directora Maggie Gylenhaal, basada en la novela del mismo nombre de Elena Ferrante, estrenada en 2021, Leda (Olivia Colman), la madre y protagonista abandona a sus hijas de 3 y 7 años durante 3 años. La trama gira en torno a Leda quien como profesora universitaria y escritora, toma unas vacaciones en Grecia y así intenta alejarse de sus preocupaciones diarias. Allí conoce a una joven madre, Nina (Dakota Johnson) y su pequeña hija. Leda observa a Nina y a su hija y los recuerdos de su propia vida como madre se imponen. Rememora los avatares de la relación con sus hijas y su marido, lo traumático de la crianza, sus deseos y necesidades personales y profesionales postergadas. Ambas, Leda y Nina, establecen una perturbadora relación acosadas por situaciones inesperadas, culposas, de pérdidas y encuentros. Aterrada por su sensación de incapacidad de cuidado de sus hijas, Leda, repitiendo la historia de su madre, nos confronta con lo misterioso de la función. La obra transita por las posiciones de hija y de madre, a veces confundiéndolas. ¿Se trata, aludiendo también a lo misterioso de la función, de una hija oscura? ¿De una madre oscura? La indeterminación toma fuerza en el relato, la pregunta no tiene respuesta queda abierta. la hija, la madre, ambas comparten lo complejo de la función.

Vemos a Leda necesitada de apoderarse de un objeto concreto, una muñeca, que encuentra en la playa que remite a través de ella su historia paralela de amor, cuidado, y odio. Objeto muñeca que se tiene, se pierde, se retiene, se exorciza y se vuelve a perder.                                                             

En otro diálogo durante el cual Leda cuenta a Nina la historia de abandono de sus hijas, Nina le dice, no puedes olvidar nada de tus propios hijos a lo que Leda le responde: “…esa es tu experiencia”, aludiendo a lo borroso que sus primeras experiencias emocionales con sus hijas le resultan.                                                                                                          

Las escenas de maternidad se repiten, bebés siendo acarreados en sus cochecitos, niños jugando, niños llorando, niños en escenas familiares que parecen divertir a sus padres. ¿La protagonista parece estar siempre huyendo, de qué? ¿De quién? Lo oscuro de la hija (en referencia al título de la película) remite a lo oscuro, misterioso de la madre. Incluye el desear otra cosa, pero también incluye el extrañar. Leda regresa porque extraña a sus hijas, sus hijas le son necesarias.

Para ser madre también hay que perderse un poco, perder la batalla cotidiana contra el derrumbe psíquico al que Winnicott (1963) nos acerca. 

 Leda, descarnadamente le dice a Nina, soy una madre antinatural. Y es que para ser madre, para desear ser madre, para soportar serlo, hay que contar con algo que lo limite, algo que prevenga de quedar devorado por esa función. Desear otra cosa (además del hijo) es un nombre posible para ese límite. La salida es siempre particular, única. Cada madre lo confronta de acuerdo a sus posibilidades, su historia, sus ideales. 

Se trata de la inadecuación propia de todo vínculo amoroso que, a su vez, requerirá la regulación de su narcisismo que, inevitablemente, lo confrontará con aspectos de riesgo, y de desamparo.

Leda se desvanece en una juguetería. I left, le dice Leda a Nina cuando esta le pregunta por este episodio. Ese left que es al mismo tiempo irse y dejar (se caer), puede ser la defensa ¿o síntoma? que Leda esboza para no quedar atrapada por ese oscuro, misterioso deseo, como un hoyo sin fin.

Lo materno es el territorio en el que se dirime el desafío y atolladero necesarios para que el deseo se soporte. Se trata de desear otra cosa. Para desear otra cosa Leda necesita irse, apartarse, y así reencontrarlo.

Leda regresa porque extraña a sus hijas, empiezan a hacerle falta. En el encuentro con su manera singular de ser madre, se deja esbozar un rasgo que preserva la función de cualquier mandato de naturalidad.             

En complicidad con sus hijas, en el transcurso de la película Leda pela una naranja.  Se trata de pelarla en una sola pieza. En ese pelarla sin quiebres, se ubica ese rasgo que condensa lo amoroso, lo valioso y lo maternal. Gesto que la singulariza y desde la cual puede amar y ser amada por sus hijas.

ᴪ ᴪ ᴪ

Referencias

Barros, M. (2018). La madre, apuntes lacanianos. Grama.
Ferrante, E. (2006). La hija oscura. Lumen.
Freud, S. (2010). Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómi-ca entre los sexos. En Obras Completas (vol. 19). Amorrortu. (Trabajo origi-nal publicado 1925)
Sobre la sexualidad femenina. En Obras Completas. Amorrortu. (Tra-bajo original publicado 1931)
Conferencia 33. La feminidad. En Obras Completas (vol. 22). Amorrortu. (Trabajo original publicado 1933)
Glocer Fiorini, L. (2015). La diferencia sexual en debate. Cuerpos, deseos y ficciones. Lugar.
Gylenhaal, M. (Director). (2021). La hija oscura [Película].
Lacan, J. (2008). Seminario 17: El reverso del psicoanálisis (1969-1970). Paidós.
Leclaire, S. (2000). Escritos para el psicoanálisis I: Moradas de otra parte (1954-1993). Amorrortu.
Piñeiro, C. (2021). Una suerte pequeña. Debolsillo.
Recalcatti, M. (2018). Las manos de la madre. Deseo, fantasmas y herencia de lo materno. Anagrama.
Winnicott, D. (2006). El miedo al derrumbe. En Exploraciones psicoanalíticas I. Paidós.
Winnicott, D. (1999). Escritos de pediatría y psicoanálisis. Paidós. (Trabajo original publicado 1979)
(1987). Realidad y Juego. Gedisa. (Trabajo original publicado 1971)
(1999). Escritos de Pediatría y Psicoanálisis. Paidós. (Trabajo original publicado 1956)
(1996). Los Procesos de Maduración y el Ambiente Facilitador. Paidós. (Trabajo original publicado 1959)