Ezequiel Achilli: Médico, psicoanalista. Miembro titular con función didáctica de APdeBA y Mg. en Psicopatología y Salud Mental (I.U.S.A.M.) Autor del libro El príncipe heredero (Letra Viva) y de varios artículos en revistas de psicoanálisis. Docente de seminarios en la Especialidad en Psicoanálisis y en Maestría en Psicología clínica de niños y adolescentes (IUSAM de AP de BA.) Su curso El círculo de Freud estudia algunos de los autores citados en este artículo.
El ser no es la coronación de la creación, …es, por momentos,
un sujeto absolutamente infame, sanguinario, que hace que uno masacre al otro.
Georg Groddeck (1918)
Resumen: A partir de su clínica Freud vuelve a brindar a la doctrina de la resistencia la misma importancia que a la de la represión, lo que deriva en un nuevo modelo de psiquismo, que no podía ser elaborado sin la ayuda de otros pensamientos: la correspondencia con George Groddeck, y sus desarrollos en El libro del ello, y a pesar de su propia resistencia a representaciones expectativas (como él mismo le llama), de Friedrich Nietzsche. ¿Por qué nos cuesta tanto, cien años después, llamar al concepto del Ello por su nuevo nombre mientras que nuestra posición frente al yo parece orientarse más a su nueva formulación funcional?
Descriptores: Ello, Yo, Superyó, Herencia, Segunda Tópica.
A partir de algunas exigencias en su clínica Freud vuelve a brindarle a la doctrina de la resistencia la misma importancia que a la de la represión. Esto siempre había sido así1, pero entendía que un verdadero avance de la técnica analítica merecía una apreciación más elaborada de la resistencia inconsciente y, por lo tanto, la reformulación del modelo que lo ayudara a pensar. Lo que hablaba no era el yo del narcisismo y mucho menos lo que el paciente llamaba yo en tanto decía he soñado sino el de la resistencia propia de “otro” yo, u otro aspecto de este (el de la función) que se expresaba más en el he sido soñado.
Reorganizadas las pulsiones, la auténtica reformulación es lograda también tras la revisión —con la rigurosidad que caracterizaba a Freud— de una de las premisas básicas (la escisión entre los sistemas). La última gran teoría del funcionamiento psíquico en Freud es quizás, al mismo tiempo, el texto que más nos enseña cómo repasar, de manera seria, los cimientos de un corpus en constante crecimiento. Las demás obras freudianas se organizan en función de este cambio en el que transforma incluso hasta los nombres de los términos; solo dos veces vuelve a mencionar a lo inconsciente, pero en sentido descriptivo2, y algo similar sucede con el superyó, que diez años antes se llamaba ideal del yo, pero por su nueva complejidad de acción (que solo encuentra alivio por el sufrimiento o el castigo) merecía también más que un cambio semántico. Lo mismo con un término puramente descriptivo, algo diferente de un sistema ya que nunca la esencia de lo psíquico estuvo del lado de la consciencia, sino tan sólo como una cualidad3, pero que ahora pasa a ser resultado de la tensión entre el yo y el superyó.
1. Así lo deja asentado en una carta al comité secreto de los anillos en 1922: “El supuesto de que existen procesos anímicos inconscientes; la admisión de la doctrina de la resistencia y de la represión; la apreciación de la sexualidad y del complejo de Edipo: he ahí los principales contenidos del psicoanálisis y las bases de su teoría, y quien no pueda admitirlos todos no debería contarse entre los psicoanalistas”. (Freud, 1922, p. 243)
2. En Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933) y en el Moisés de 1939.
3. En tanto un estado eminentemente transitorio; las percepciones sensoriales “seguras” y las interiores como las sensaciones y sentimientos.
Imagino que quizás la incertidumbre que conlleva este proceso elaborativo culmina con El yo y el ello (1923). Él lo hace revisitando El proyecto de psicología (1895) y su concepto del yo (presente también aquí), el capítulo VII de su libro sobre los sueños y también su Totém, donde lo inconsciente comienza a ampliarse a partir de la inclusión de la comunidad, lo social y su historia (fundamentalmente en lo que respecta al superyó) y hasta su más conocida metapsicología del 15.
Pero también necesitó de otras formulaciones, incluso otras teorizaciones. Desde sus primeros trabajos, en 1917, Georg Groddeck parte de la obra Freud, pero pensaba de entrada a lo inconsciente como un “otro” que domina la vida del sujeto. En su Decimonovena Conferencia (1918), dice: “hay una profundidad inaccesible que actúa sobre todo lo que pasa en nosotros, que regula todo en nosotros. La bauticé <Ello4>”. (Groddeck, 1918, p. 361)
Groddeck propone que lejos de ser amos de nuestras acciones el Ello es todo el universo del ser humano —y surge en parte por la herencia, desde la creación del óvulo y la unión de este con el espermatozoide, incluidos los nueve meses en el vientre—; pero “…se puede, si se quiere, hacer remontar la herencia hasta Adán, y luego de Adán hasta los protozoarios, llegar hasta el círculo eterno, al anillo, como lo llama Nietzsche5, que no tiene ni comienzo ni fin. Y el círculo es: la madre; el devenir consciente”.(Ídem, 364) La madre ocupa un lugar importante, pero en su acepción más amplia —Las madres—, que desarrollará luego en su libro. Estamos en 1918 y otro elemento que marca es el componente sexual, pero ligado a lo mortífero; masculino y femenino, que en principio es lo mismo y luego se diferencian. Los opuestos que en las almas celulares tienen que convivir de manera armoniosa, servirse mutuamente, incluso pueden perjudicarse; allí entra a jugar la enfermedad. Por mucho que la enfermedad martirice al enfermo, su Ello en modo alguno desea curarse de entrada. A pesar de insistir en no querer estar enfermo, la perdurabilidad de la enfermedad demuestra lo contrario.
4. El subrayado es mío.
5. Dice J. Strachey, en la presentación de El yo y el ello que antes de Nietzsche, Groddeck parece haber tomado la frase de su maestro, Ernst Schweninger, un conocido médico alemán de una generación anterior. (Freud, 1923, pp. 7-8)
“El ser no es la coronación de la creación, no es más que una pulga o un piojo. Pero es, por momentos, un sujeto absolutamente infame, sanguinario, que hace que uno masacre al otro”. (ídem, 365) Hasta aquí Sabina Spielrein, con su trabajo La destrucción como causa del devenir (1912) estaría bastante de acuerdo, pero él marca una diferencia: “…es lo masculino lo que esta aplastado por lo femenino. La femineidad es más fuerte, como eterna, aunque parezca en contradicción con la pretendida fuerza del hombre. Esto resulta, en primer término, del hecho de que el óvulo sigue siendo óvulo, mientras que el espermatozoide se disuelve”. (Ídem, p 363)
El Ello, mucho más que una denominación, es un concepto que Groddeck logra desarrollar mejor en El libro del ello, original para la época en el que es escrito, y que consta de varias cartas entre un personaje llamado Patrick Troll y su amiga. Nace junto con otra de sus novelas titulada El buscador de almas6.
Groddeck sostiene que el sujeto se encuentra sujetado por el predicado. “…la frase <yo vivo> sólo es exacta en forma condicional, sólo expresa un pequeño fenómeno parcial de la vida fundamental: el ser humano es vivido por el Ello”. (Groddeck, 1923, p. 22) Es el Ello lo que piensa —como dice Nietzsche7—. Se dice que Das Es (el ello) no es masculino ni femenino sino un pronombre personal neutro, cuando en rigor contiene los tres géneros. Solo así gobierna completamente al sujeto. Y así, mencionando a este escritor, es como Freud comienza el texto que hoy nos convoca;
…nos deparará una gran ventaja seguir las sugerencias de un autor, (que) por motivos personales, en vano protesta que no tiene nada que ver con la ciencia estricta… […] Propongo dar razón de ella llamando “yo” a la esencia que parte de sistema P y que es primero prcc, y <ello>, en cambio según el uso de Groddeck, a lo otro psíquico en que aquel se continúa y se comporta como incc.”. (Freud, 1923, p. 25)
6. Otros de sus textos son La enfermedad y Un destino mortal.
7. Luego Jacques Lacan dirá algo así como que Eso piensa y piensa mal, pero esa es otra historia…
Freud toma el Es de Groddeck, quien presenta en las reuniones de los miércoles, de la misma manera que lo hacen, de manera temprana, Otto Rank, Hitschmann, C. G. Jung y luego Lou Andreas Salomé, Sabina Spielrein, Otto Gross, y otros tantos a Nietzsche8. Pero Groddeck también piensa un Ello inspirado en el Dios-Natura del genio del romanticismo alemán, Johann Wolfgang Goethe: “…se puede oponer el yo al inconsciente y a las pulsiones, nunca al ello”. (Laplanche, 1987, p 92) ¿Por qué el yo se opone al inconsciente y no al ello? ¿al aspecto inconsciente del yo? “Porque el Ello engloba consciente e inconscientemente, yo y pulsiones, cuerpo y alma, fisiología y psicología”. (Ibídem) Además de Nietzsche y Goethe (como lo señala Freud en una nota al pie), el pensamiento de Groddeck también está influenciado por la obra de Spinoza. Un Ello que, por supuesto carece de edad y es causa de la angustia más profunda9, también es el hijo porque también es “las madres”, “El hijo de Dios pende y muere por ella. La cruz es la madre y todos morimos por nuestra madre. Edipo, Edipo…” (Groddeck, 1923, p. 1579) Las madres desconocen ese poder e incluso pueden aplastar al niño o la niña. Según Groddeck las madres deben desconocer ese sentimiento. Esa carga las derrumbaría (incluso hasta matarlas). En vez de esto debe nacer en ellas el sentimiento de responsabilidad afectado. El Ello de Groddeck también es la más sangrienta de las castraciones, la saga completa de Tótem y tabú, el asesinato del padre y también del hijo10. El Ello es eso y mucho más que eso, no sólo es lo sexual reprimido sino también todo lo olvidado y que intenta volver (generando resistencias) a través de regresiones en la acción, que para Groddeck forman parte de lo que llama complejos enteros de ideas, que unen sentimientos inconscientes como el odio que “…es tan grande como el amor y entre ambos está como norma la indiferencia11” (Ídem, p. 35) y que alteran el acto: Los complejos surgen tras el armado de símbolos inconscientes que se reactivan, a través de asociaciones (no sin resistencia) que arman, en tiempo presente, la realidad externa. “Lo importante es que pueda cambiar los objetos de sus sentimientos, es decir, en realidad no puede hacerlo, pero es su ELLO lo que lo obliga a cambiarlos”. (Ídem, p. 80)
8. aunque Freud había dejado constancia de su posición frente a la filosofía, y en especial ante la obra de Nietzsche, en su Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico (1914), aclarando: “…me rehusé el elevado goce de las obras de Nietzsche con esta motivación consciente: no quise que representación-expectativa de ninguna clase viniese a estorbarme en la elaboración de las impresiones psicoanalíticas”. (Freud, 1914, p. 15) cuando en rigor de verdad en su biblioteca se encuentran: veintitrés volúmenes encuadernados en cuero blanco las obras completas de Nietzsche, regalados por Otto Rank.
9. y también la más genuina de las alegrías.
10. el filicidio con el que el argentino Arnaldo Rascovsky puso en jaque a los políticos que envían a los hijos del pueblo a la guerra.
11. El subrayado es mío.
Claramente Inconsciente y Ello se encuentran lejos de ser una equivalencia ya que en el Ello tenemos una parte originaria (endógena que, bajo el influjo de lo exterior, alguno de los contenidos se vuelve al Ello), lo inconsciente no biológico, exógeno, pero que pertenece al mundo de lo “excluido” y lo inconsciente originario, biológico, ingobernable, constitutivo y esencial, innato y hereditario, y —al mismo tiempo— lo adquirido, la primera reclamación de la represión, pero ahora de manera secundaria. La función represora pasa a ser el yo, que también entra en conflicto con el superyó, por lo que lo inconsciente deja de ser efecto de la represión originaria. Otro elemento que marca la diferencia con el inconsciente clásico se liga con esa formación de repetición compulsiva; el “eterno retorno de lo igual” dice Freud entre comillas y sin mencionar a Nietzsche. Groddeck también habla de esto y piensa en ese abismo donde Zaratustra se reconoce en un yo mortífero que retorna, muy a su pesar, y se repite; por lo que al retorno se le suma una nueva cualidad pulsional. Un retorno que según Groddeck se relaciona fundamentalmente con: “la vida sensorial del ser humano (que) nunca deja de buscar dicha imago mater y la busca tan intensamente que, por ejemplo, genera la necesidad de dormir, el deseo de muerte, de paz, de la protección. También puede ser interpretada como añoranza de la imago mater12… ” (Ídem, p. 81) la añoranza de la madre, de esa imago madre perteneciente al Ello es, para Groddeck, “cuna y tumba a la vez: da vida para que se pueda morir”. (Ídem, p. 92) “Madre y bruja13 son lo mismo para el ELLO del alma humana que inventa leyendas”. (Ídem, p. 101) (un concepto similar al arquetipo madre de C. G. Jung) Ahora bien, esto es así —según Groddeck—, por una función simbolizadora que tiene el Ello (y no lo inconsciente), ¿a qué se referirá? En Una relación entre un símbolo y un síntoma (1916) Freud brinda una idea de lo que para él era un símbolo. Al comenzar el texto puede pensarse que habla de un objeto como símbolo universal y que este representa algo en particular de la sexualidad. Sin embargo, ese objeto no es lo universal sino aquello que representa lo universal; el complejo de castración. Por otro lado, además de la herencia y los demás elementos mencionados, ¿qué otra cosa es eso no reprimido (latente) de lo que Groddeck y también Lou Andreas-Salomé (aunque un poco antes) plantean y que Freud intenta responder? ¿Será que lo no reprimido es la libido narcisista que desde Introducción del narcisismo no encontraba asidero? El narcisismo del yo ahora es secundario.
12. El subrayado es mío en un intento de relacionarlo con la añoranza del padre, fuente de las representaciones religiosas en Freud, El malestar en la cultura (1930) .
13. Recordemos que el parecido tratamiento que le da Jung a la palabra madre, pero ya no como complejo sino como arquetipo. Groddeck no piensa en términos de un inconsciente colectivo (y su idea de Ello se perece mucho menos que la de Freud a la de algo compartido con la especie) por lo que utiliza la palabra complejo.
El superyó, por su parte, modifica su nombre, pero también su esencia ya que es la primera de las identificaciones cuando el yo es aún débil. Ahora bien, existe cierta correspondencia notable con la “mala conciencia” de Nietzsche, a través de la “internalización” del hombre, volverse hacia adentro… la hostilidad, la brutalidad, el placer en la persecución, etc. El filósofo considera que todo el mundo interior se partió en dos cuando la descarga, de algunos de los elementos señalados, quedó trunca tras la organización social que protegió a la humanidad de los instintos del hombre salvaje. “…fue este animal en manos de su domador que se golpeó contra los barrotes de su propia jaula; quien se vio impulsado a crear esta cámara de tortura… fue este prisionero lleno de nostalgia y desesperación quien inventó la mala consciencia… esta gravísima y siniestra enfermedad (a la que llama hombre)” (cita de Nietzsche presentada por Jones, 1953, p. 303) Esta descripción filogenética y con un alto nivel ontogénico, y que Freud vislumbra en parte diez años antes en Tótem y tabú, es desarrollado de manera más acabada en el texto del 23. Este concepto une lo antes dividido ya que cuanto más se limita el hombre su agresión hacia el exterior, más severo y agresivo se hace en su ideal, como por un desplazamiento y un retorno de la agresión.Esta es una de las razones por las cuales el superyó es inconsciente. Otra, relacionada con las identificaciones edípicas, no al yo sino al superyó de los progenitores, al sufrimiento que genera el sentimiento de culpa y a la defensa, mediada por la represión, que ejerce el yo, obstaculizada por impulsos prohibidos a requerimiento de los superyós. Su contenido entonces, lejos de ser los residuos de elecciones tempranas, es una especie de “formación reactiva” misma contra dichas elecciones, generando una de las formas de la resistencia. Además de la resistencia del superyó y la del ello, en Inhibición, síntoma y angustia (1926), Freud también distinguirá las que se atribuyen al yo: la represión, la resistencia a la transferencia y el beneficio secundario.
El texto freudiano que más impacto generó en Groddeck es uno de los misteriosamente más biologicistas y pulsional —como señala Laplanche—: Más allá del principio de placer y creo que el que marca las bases del próximo cambio, pero que también del inicio del conflicto con Groddeck. Luego del texto de Freud del 23 la discrepancia se hace evidente, aunque, y esta es una diferencia respecto del resto de las relaciones de Freud, continúan con la amistad: “Mi apreciado profesor; Le agradezco cordialmente el envío de El yo y el ello… y se sirve de una alegoría que según él ilumina el vínculo entre ambos. Yo aparezco como el arado y usted como el labrador que lo utiliza —como también utilice otros— para sus propios fines… G. Groddeck”. (Rodrigué, 1996, p. 254)Y continua, al comunicarle a su amiga, Emmy von Voigt, la opinión sobre el texto de Freud.
Es en el fondo un escrito destinado apropiarse secretamente de los préstamos que ha tomado de Stekel y de mí. Además, su ello no tiene más que un valor limitado para la neurosis. Tampoco da el paso en lo orgánico, salvo secretamente, con la ayuda de una pulsión de muerte o destrucción tomada de Stekel y de Spielrein. Lo que tiene de constructivo mi ello, lo deja de lado, probablemente para hacerlo entrar en forma fraudulenta la próxima vez. Contiene esas cosas graciosas. (Laplanche, 1977-79, pp. 90-91)14
En 1907 Wilhelm Stekel había propuesto en Psicología y patología de la neurosis de angustia15 que lo que produce angustia es la inevitable fusión entre Eros y Thanatos (sorprendentemente a la manera en la que lo pensamos hoy). Recordemos que Thanatos es un término del cual Freud jamás hace mención en su obra sino como pulsión de muerte, pero muchos años después y ligado a la compulsión a la repetición, pero le atribuye a Sabina Spielrein ser su antecesora, aunque con salvedades respecto del concepto, con el trabajo La destrucción como causa del devenir (1912), que quizás esté más cerca Donald W. Winniccott que de Freud. Por alguna razón Groddeck no nombra a Alfred Adler, que había presentado16 con su artículo titulado El instinto agresivo en la vida y en la neurosis, del que Freud toma el aspecto agresivo que Adler le adjudica al concepto, pero recién en el Esquema del psicoanálisis (1938) y antes algunas características destructivas que propone Stekel. Freud tampoco nombra a Silberer, con su error de superposición entre la sexualidad y su significación mortífera, ni a Federn quien había propuesto la necesidad de un término semejante.
14. Tomado por Laplanche de Groddeck, G: Ça et moi. Gallimard. París. 1977, pp. 147-8. Un texto en el que además de correspondencia con Freud incluye varios documentos.
15. La histeria de angustia, hoy fobia, síntomas fóbicos en diversas afecciones neuróticas y psicótica, también es un término suyo que corresponde a 1908.
16. En uno de los primeros congresos psicoanalíticos, el de Salzburgo.
Esa próxima vez, a la que Groddeck hace referencia en su citada crítica llega de manera inmediata y más acabada hacia el final de la obra freudiana. Al tema del período, de descargas —referidas a los afectos— que informan al resto del sistema, le suma la aparente reconceptualización que hace Freud del ritmo. En El problema económico del masoquismo (1924), la interpretación de la cualidad, un carácter específico de la cantidad es presentado como algo dentro del orden temporal. En la carta numero 18 Groddeck nos enseña, de una manera similar a la que utilizará luego Anna Freud, que el niño pequeño aprende acerca del tiempo en el regazo materno. Él habla allí del compás, el ritmo. También el bebé percibe el melódico latido del corazón y la respiración, la digestión, el ritmo entre el sueño y la vigilia… y estas cualidades son incorporadas en el Ello. “Parece que en el ritmo el ELLO se manifiesta de la misma manera como el símbolo, que es una cualidad incondicional del ELLO…”. (Ídem, p. 195) Algo similar sucede en La pizarra mágica (1925), pero, fundamentalmente, en la más alejada de la teoría de la represión originaria desarrollada en el Esquema del psicoanálisis (1938); donde el Ello es todo en el ser humano es lo heredado, lo pulsional, lo que se encuentra presente incluso al momento de nacer…
Freud consideraba a Groddeck un monista, cuando en rigor de verdad el dualismo de Freud, como señala Laplanche, “retorna a una suerte de unidad” (Laplanche, 1987, p. 171). Groddeck se defiende: “No me considero un monista; y si soy sincero conmigo mismo, compruebo que me complazco con el espectáculo del variado juego de todas las fuerzas, y que participo en ese juego, sin saberlo yo mismo en muchos casos”. (Ídem, p. 170) Mas allá de las diferencias, Freud era prácticamente el único que creía en Groddeck ya que nadie se animaba a publicarlo y el vínculo era, según François Roustang, “un delirio de relación”. En 1927 Groddeck vuelve a postular a Freud, como había sucedido en varias ocasiones anteriores, para el premio Nobel. Freud estaba en desacuerdo17 y le ruega que no continuara ya que esta no era una distinción adecuada para él.
Las características de los “nuevos” conceptos derivaban entonces de la escucha de la resistencia, de conceptualizaciones que Freud modifica de manera sustancial y de aspectos que ya no podían quedar por fuera. Creo entonces, que Freud no pasa a una segunda tópica, sino que abandona su posición tópica, la de los sistemas, para dar lugar a funciones metapsicológicas —como él mismo les llama—, que le permiten reorganizar todo el funcionamiento del psiquismo.
17. Jones, 1953, p. 152.
En un texto de reciente presentación en Argentina18 se presenta la traducción de un resumen del inédito discurso que Freud ofreció en el VII Congreso Internacional del Psicoanálisis en Berlín un año antes de la publicación de El yo y el ello. Dice: “…en el yo hay un inconsciente, que dinámicamente se comporta como el inconsciente reprimido, a saber, la resistencia que emana del yo en el análisis y en el sentimiento inconsciente de culpa”. (Rodríguez, Vallejo, 2017, p. 190) Una vez más, no es la represión sino la resistencia, lo que lo impulsa a servirse de conceptos que amplían todo el corpus. La resistencia, en tanto una función defensiva, propia del yo, hasta el final de la obra freudiana, utiliza la transferencia, pero no la constituye, y se regula por su distancia a lo reprimido.
18. Realizado por Fernando Gabriel Rodríguez y Mauro Vallejo: Sigmund Freud. Textos inéditos y documentos recobrados (2017), presentado en la Biblioteca H. R. Etchegoyen de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires.
Ahora bien, ¿por qué nos cuesta tanto, exactos cien años después, llamar al concepto del Ello por su nuevo nombre mientras que nuestra posición frente al yo parece orientarse más a su nueva formulación funcional? Las nuevas formulaciones, no sin otros (en este caso en particular Groddeck y Nietzsche), corresponden también a un nuevo Freud, él que se abre dando paso a la cultura al mismo tiempo que recupera la naturaleza de la base del psiquismo ya que si bien no es rechazada, no se reafirma en su texto la idea de inscripción pulsional, por lo que el concepto, abierto en su extremo del lado somático, ya no como un concepto lindero, pone en jaque incluso la idea de representante psíquico. El superyó también necesitó, además de Edipo —de quien sigue siendo heredero—, el complejo componente que Freud incorpora en su obra hasta el final. La torre de Babel se hace cada vez más alta cuando, quizás por mantener su nombre original hablamos, de aquello que mantiene su nominación; El yo…
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O arado, o agricultor e seu patrão. Influência de Groddeck e Nietzsche em O Eu e o isso
Resumo: A partir de suas observações, Freud retorna à doutrina da resistência a mesma importância que a da repressão, o que resulta em um novo modelo de psiquismo, que não poderia ser elaborado sem a ajuda de outros pensamentos: a correspondência com George Groddeck e seus desenvolvimentos em O Livro Disso, e apesar de sua própria resistência às representações expectativas (como ele diz), de Friedrich Nietzsche. Por que é tão difícil para nós, cem anos depois, chamar o conceito do It por seu novo nome, enquanto nossa posição em relação ao eu parece estar mais orientada para sua nova formulação funcional?
Descritores: Isso, Eu, Supereu, Heranca, Segunda Tópica.
The plough, the farmer and his boss. Influence of Groddeck and Nietzsche on The Self and the It
Abstract: From his observation Freud again gives the doctrine of resistance the same importance as that of repression, which results in a new model of psychism, which could not be elaborated without the help of other thoughts: the letters with George Groddeck, and their developments in The Book of It, and despite his own resistance to representations expectations (he says it himself), of Friedrich Nietzsche. Why is it so difficult for us, a hundred years later, to call the concept of the It by its new name while our position vis-à-vis the self seems to be more oriented to its new functional formulation?Descriptors: It, I, Superego, Heredity, Second Theory.
Descriptors: It, I, Superego, Heredity, Second Theory.
Referencias
Correspondencia Sigmund Freud – Georg Groddeck. Editorial Anagrama. Barcelona. 1977.
Ferenczi, S. (1986). De Ferenczi a Groddeck. Carta del 11 de octubre de 1922. Trabajo del psicoanálisis, 3(8). (Trabajo original publicado 1922)
Groddeck, G. (1988): Decimonovena Conferencia (del 29 de mayo de 1918). Trabajo del psicoanálisis, 3(9). (Trabajo original publicado 1918)
Groddeck, G. (2014). El buscador de almas. Sexto Piso. (Trabajo original publicado 1921)
Groddeck, G. (1963). El libro del Ello. Sudamericana. (Trabajo original publicado 1923)
Jones, E. (1959). Vida y obra de Sigmund Freud. Biblioteca de Psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Tomo III. Nova. (Trabajo original publicado 1953)
Laplanche, J. (1987). El inconsciente y el ello. Problemáticas IV. Amorrortu. (Trabajo original publicado 1977)
Laplanche, J. (1981). El inconsciente y el ello. En Trabajo del psicoanálisis, 2(44).
Nasio, J. D. (1996). Grandes psicoanalistas. Introducción a la obra de Freud, Ferenczi, Groddeck, Klein. Gedisa.
Nietzsche, F. (1886). Más allá del bien y del mal. Traducido por A. Sánchez Pascual. Alianza.
Nietzsche, F. (2001). Así habló Zaratustra. Buro Editor. (Trabajo original publicado 1883-5)
Rodrigué, E. (1996). Sigmund Freud. El siglo del psicoanálisis. Sudamericana. (Trabajo original publicado 1995)
Roustang, F. (1980). Un funesto destino. Premia editora.
Vallejo, M. (2008). Los miércoles por la noche alrededor de Freud. La construcción del discurso psicoanalítico a la luz de las Actas de la Sociedad Psicoanalítica de Viena. Letra Viva.