2022: Inconsciente, esencialmente humano - Vol XLIV nº 1

Adolfo Miguel Zonis: Médico (Universidad Nacional de Buenos Aires), especialista en Psiquiatría (Policlínico de Lanús), Psicoanalista, Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA), Miembro Titular de IPA y FEPAL, Profesor titular de la Carrera de Psicopatología y Salud Mental de IUSAM-APdeBA. Autor de El primer modelo de Aparato psíquico. Proyecto de
psicología de S. Freud
, Buenos Aires: Biebel.

El aparato psíquico no es una parte más compleja, constitutiva del sistema nervioso, el aparato psíquico, es sistema nervioso, pero que desde el punto de vista metodológico se nos hace imposible estudiarlo desde la neurología, por lo cual hace un corte metodológico, pero no ontológico. La relación entre la excitación somática y el fenómeno psíquico se produce a través de una relación concomitante dependiente, no deja de funcionar el fenómeno psicológico y no deja de funcionar el fenómeno fisiológico, y a partir de este momento se produce una interacción entre ambos niveles, no es que uno deja lugar al otro, sino que uno está junto con el otro y a partir de uno y el otro se produce una dialéctica, diría yo, entre ambos niveles. Es un presupuesto biológico que está presente en toda la obra de Freud.

R. Avenburg

El título del trabajo, alude a una aclaración que hace Freud en “Algunas lecciones elementales de psicoanálisis” (1940) donde plantea que cuando uno expone algún conocimiento puede elegir dos métodos:

1-Genético: en esta modalidad, se parte de algo sabido por todos y se llama la atención sobre algún aspecto que pudo haber sido descuidado o no suficientemente apreciado. Se comparte el recorrido hecho por el autor y el otro, puede participar en la nueva teorización donde puede hacer sus objeciones.

2-Dogmático: El autor demanda atención y creencia sobre sus premisas, dando poca información para su fundamentación.

Espero poder desarrollar el primer método.

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El epígrafe es una toma de posición, respecto de la discusión en torno a la relación entre lo biológico y lo psicológico en la obra de Freud.

Consideraciones preliminares

La existencia de procesos anímicos inconcientes no es un descubrimiento freudiano, era un conocimiento científico de su época y aceptada por sus maestros (Hering, Meynert, Herbart). El trascendente aporte del vienés es la descripción del inconciente reprimido, nunca antes descripto, y que aparece al comienzo de la obra, en los “Estudios sobre la histeria” (1895), en el caso de Emmy von N, en la segunda parte del “Proyecto de una psicología para neurólogos”, en “La Intrepretación de los sueños”, pero lo desarrolla en profundidad en 1915 en el artículo metapsicológico “Lo inconciente” (Das Unbewusst) y en muchos desarrollos posteriores.

Este trabajo es una continuación del trabajo presentado en el año 2008 en ocasión de la Primer Escuela de Honduras del Ilap (Instituto Latinoamericano de Psicoanálisis) del cual fui uno de los primeros docentes.

En aquel momento con el título “Estructuración del psiquismo en la primera tópica freudiana”, intentaba jerarquizar el lugar de la represión primaria, en las distintas acepciones descriptas por el Dr. Brudny.

En esta presentación intento volver a pensar la compleja articulación entre estas formas de represión, la identificación primaria, el cuerpo biológico y su proceso de transformación en cuerpo erógeno, el pasaje de excitación externa a pulsión, la construcción de la “representación de cosa” con la puesta en marcha del primer acto psíquico a partir de la vivencia de satisfacción y el rol del objeto en las distintas funciones que Freud describe. En relación a esto último, es mi intención demostrar que la lectura de numerosos autores respecto del psiquismo descripto por Freud, como un “aparato solipsista” es una lectura sesgada y no hace justicia al pensamiento del “vienés”. (Como lo llama amistosamente V. Korman)

Se trata de un trabajo inconcluso, (tratándose del inconciente no puede ser de otra manera), dado que hay otros conceptos que quisiera incluir, como el proceso de pensamiento que se desarrolla en estas etapas, con sus dos momentos que describimos con E. Alba, pensamiento sin palabras y con palabras*. También sería importante poder describir la complejización que sufre el modelo, en el pasaje a la segunda tópica, pero va a quedar para un próximo trabajo.

Como explica V. Korman, el problema se plantea, al escribir un texto que debe tener necesariamente un orden sucesivo (diacronía), pero que sepa dar cuenta de una realidad que funciona al unísono (sincronía).

El otro problema, que plantea J. Carpinacci, es que Freud no ha hecho una observación cuidadosa de los estadios evolutivos tempranos del psiquismo, por lo cual estos fenómenos no pueden ser examinados con la minuciosidad que lo hacen los posteriores estudiosos del psicoanálisis infantil. Por lo tanto, la posibilidad de construir una teoría sobre esos momentos, requiere la articulación de distintas conceptualizaciones que nuestro autor hizo en distintos momentos de su obra.

Es importante dejar en claro que, a lo largo de toda la obra, los distintos momentos de la teoría freudiana los podemos abarcar con la descripción de una estructura del psiquismo, es decir, cuál es el modelo de la mente que utiliza Freud para explicar sus hipótesis; la energía que circula en esa estructura, que corresponde al concepto de pulsión y el funcionamiento normal y patológico de esa estructura con esa energía. Este funcionamiento abarca el estudio del “conflicto”, expresado en los actos fallidos, chistes, sueños y síntomas. Dentro de una definición metapsicológica, la estructura corresponde a la vertiente tópica, el desarrollo pulsional a la perspectiva económica y el conflicto a la dinámica. Tanto el estudio de la estructura como el de las pulsiones tiene, a lo largo de la obra, un desarrollo que se va complejizando, así tendremos una estructura definida como la primera tópica y ya partir de 1923 una segunda tópica.

* Presentado en el Simposio de 2020.

Subrayo la palabra “complejizando”, pues contradice otras lecturas en donde los distintos momentos teóricos, representan saltos teóricos inconexos.

Es muy interesante, por ejemplo, el aporte de D. Liberman cuando plantea: “Considero que esta articulación entre estas dos tópicas, una concepción a la que podríamos llamar ‘tercera tópica’, surge de la imbricación, por un lado, de las hipótesis semióticas y comunicacionales, y, por otro lado, con los resultados de las experiencias en los tratamientos psicoanalíticos.”

En relación a la evolución de la teoría pulsional, en la primera teoría pulsional se describe un conflicto entre las pulsiones de conservación del yo y los sexuales, animados ambos por la pulsión parcial de aprehensión o crueldad.

En la segunda teoría pulsional, los dos primeros impulsos fueron asimilados a la noción de Eros, en tanto que la crueldad (o agresión) a la de pulsión de muerte. Ambas pulsiones, fusionándose y defusionándose dan lugar a los distintos gradientes entre funcionamientos normales y patológicos.

En su pasaje de la naturaleza a la cultura, partimos del cuerpo biológico, que en Freud integra, como resultado de su evolución filogenética un complejo sistema de mecanismos adaptativos organizados como instintos. Este cuerpo biológico produce un monto de excitación que debe ser descargada. En relación con esto, es importante distinguir los principios que rigen los distintos momentos de la evolución del incipiente psiquismo, de sus modos de funcionamiento.

Recordemos que en el «Proyecto» describe una concepción biológica, según la cual todo organismo vivo tiende a mantener la menor cantidad de excitación interior compatible con la vida. Por lo tanto, todo aumento de cantidad de excitación tenderá a volver a un nivel de cantidad constante que no es cero, es lo que se llama el “principio de constancia” (Homeostasis). Esto parte de un concepto de la física que es el “principio de inercia”. “El principio de inercia” dice: todo cuerpo sometido a un movimiento, tiende hacia el movimiento infinito si nada lo modifica. O a la inversa: todo cuerpo en reposo permanecería indefinidamente en reposo si nada lo modifica; son dos formas de decir lo mismo. El Dr. Brudny explica, si bien Freud toma este principio para entender el funcionamiento del aparato, si lo aplicara literalmente se trataría de un aparato que funciona cuando una energía lo saca del estado de reposo y su funcionamiento consiste en volver a recuperar el estado del que fue sacado, esto implica que el aparato carecería de energía, lo recibe y lo descarga. Por lo tanto, el modelo es válido para la física, pero no para la biología. Si se desprende totalmente de la energía deja de ser una sustancia viva, de ahí la introducción del principio de constancia como una modificación del principio de inercia, que nos dice que el aparato mental funciona tendiendo a que la cantidad de energía disminuya al mínimo compatible con la vida. En este sentido, el reposo no es la carencia de estímulo, sino la carencia de exceso de estímulo. En trabajos posteriores, Freud va a llamar “principio de placer-displacer” a una modificación de este “principio de constancia” dentro del funcionamiento psíquico1.

En síntesis: el principio de inercia en la física se modifica como principio de constancia en la biología y una adaptación para el funcionamiento psíquico lo transforma en principio de placer-displacer. Cada vez que llega energía a la neurona o al aparato en su totalidad, tiende a descargarla; a esa tendencia Freud la llama “función primaria”. Otra posibilidad que tiene el aparato para cumplir con el principio de constancia es no solo descargar energía, sino evitar la sobrecarga, a esto lo llama “función secundaria”. Estos son los antecesores de los procesos homónimos con que hoy indicamos los modos inconsciente y consciente-preconsciente del suceder psíquico” (Procesos primarios y secundarios).

Resumiendo: “función primaria” y “secundaria” (Proyecto) son categorías biológicas en la cual entran en consideración los principios de inercia-constancia. En cambio “proceso primario” y “secundario” son categorías psíquicas que responden al “principio de placer” y de realidad” respectivamente”.

1 En La Interpretación de los sueños, lo va a llamar “principio de displacer”, y más tarde lo va a llamar “principio de placer”.

En 1920 en “Más allá del principio del placer” incluye el principio de Nirvana asimilándolo con la tendencia a llevar a cero la excitación dentro del aparato, tal como había definido la función del principio de inercia en el “Proyecto”. En 1924 en el “Problema económico del masoquismo” enuncia que el “principio de Nirvana expresa la tendencia de la pulsión de muerte, el principio del placer, representa la tendencia de la libido, y la modificación de este último en principio de realidad, representa la influencia del mundo exterior.”

Los cambios en la física moderna cuestionan la vigencia de este modelo para esa ciencia y por consiguiente su aplicación a la teoría psicoanalítica. Autores postfreudianos utilizan otros modelos, sin dejar de reconocer que siguen siendo “modelos”, todos incompletos, ya que ninguno puede por sí mismo, dar cuenta del fenómeno humano (J. Geddo y A. Goldbarg, Los modelos de la mente). En la clínica, sin embargo, por ahora me sigue siendo útil esta lectura del modelo freudiano, aunque seguramente en algún momento tendré que ponerlo “a trabajar” más críticamente.

Finalmente, es importante destacar, que es imposible hablar de inconciente sin considerar la existencia del otro (nebenmensch). En “Psicología de las masas…” (1921) plantea que, en la vida anímica del individuo, el otro cuenta ya sea como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo.

Sin embargo, a pesar de la importancia teórica de la relación sujeto/objeto, Freud no habló mucho de sujeto, salvo en “Pulsiones y destinos de pulsión” donde está explícitamente expresado.

V. Korman destaca con mucha minuciosidad, que la concepción de sujeto está diseminada a lo largo de toda la obra, como en la psicopatología de la vida cotidiana, los sueños, lapsus, el complejo de Edipo, las pulsiones, las fantasías, los síntomas, el narcisismo, en la metapsicología y en los historiales clínicos. “Al sujeto freudianamente entendido, se lo encuentra allí —apenas esbozado, insinuado, asomado— o poniéndose de manifiesto en la clínica, en lo social en la cultura”. El sujeto psíquico que se describe en la obra de Freud, no está descarnado, el cuerpo siempre está presente como cuerpo erógeno, y además sus vínculos sociales están internalizados.

El sujeto es el resultado singular, de lo psíquico, lo biológico y lo social, por lo cual su percepción de la realidad, va a estar siempre mediatizada por su subjetividad, es decir influenciada por sus determinaciones inconcientes. (Además, de los circuitos biológicos cerebrales, que enlazan los centros corticales de los órganos de los sentidos, con los núcleos vinculados a las descargas neurovegetativas.)

Este mismo autor, nos explica que, en cuanto al lugar del objeto, además de ser utilizado para definir, “el otro” o el prójimo, o el objeto de la percepción en el mundo externo, aparece como el objeto de la necesidad, de la pulsión, del amor, fantasmático etc. Es importante resaltar que el objeto de la identificación no es el objeto real externo, sino la representación inconciente del mismo.

Es muy importante tener en cuenta un error muy común en relación a este tema, el escuchar que el “objeto es contingente en la teoría freudiana”. Este equívoco parte de confundir el objeto de las pulsiones sexuales, del objeto para el sujeto.

R. Moguillansky hace una excelente síntesis de un ordenamiento que W. Baranger escribió en relación al concepto de objeto en psicoanálisis.

a)-El objeto en relación a la pulsión: Freud lo describe en “Tres ensayos…” (1905) y “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915)

b)- El objeto con relación al narcisismo”: “Introducción del narcisismo” (1915)

c)- El objeto con relación a la identificación: “Duelo y melancolía” (1915)

En el Apéndice a Lo inconciente, se describe el objeto construido como representación, (Objektvorstellung) diferente al objeto de mundo (Gegestand). También marca una diferencia entre la “cosa de mundo”, realidad material (Ding) y la cosa humana, del pensar (Sache) la realidad psíquica.

El comienzo del funcionamiento psíquico

Si podemos a los fines didácticos, imaginarnos los primeros momentos de vida de un ser humano, apreciamos un rasgo único de la condición humana: su extremo desvalimiento (la Hilflosigkeit), de la que solo una adecuada “función” materna puede posibilitar la salida de esta situación traumática inicial y universal.

Esa experiencia traumática inicial es descripta en el “Proyecto…” como “alteración interior”, desorden de orden económico, con descargas neurovegetativas sobre la musculatura lisa, enrojecimiento, taquicardia, taquipnea, gritos, llantos y con efectos sobre la musculatura estriada, evidenciada por movimientos desorganizados de extremidades, aumento de la tensión muscular, que se incluirá como huellas sensoriales no representables. Dependerá entonces de la respuesta del medio, cómo evolucionará esta situación inicial de absoluto desamparo. Freud incluye aquí (en el mejor de los casos) la participación de un objeto auxiliar que denomina “un individuo experimentado que advierte el estado del niño” y que realiza la acción específica. Recordemos que acción específica son acciones que desde el mundo exterior se realizan para satisfacer las demandas pulsiones.

De esta manera el individuo desvalido (bebé) ha logrado cancelar ese estimulo endógeno, y a este proceso Freud denomina “vivencia de satisfacción”, concepto fundamental de la teoría, y que es el inicio hipotético del funcionamiento mental. Retomaré este concepto más adelante. Al mencionar un individuo experimentado, Freud nos está advirtiendo de que no cualquier “mamá” dará el mismo resultado, también dice que este inicial desvalimiento es la fuente primordial de todos los “motivos morales”, entendiéndose estos, como ciertos deseos o apetencia que entran en conflicto con normas sociales. Justamente es por ese desvalimiento que se imponen estas éticas de afuera. Aquí lo que describe Freud es la dependencia con el objeto auxiliar, después van a haber otros sujetos y la dependencia se va a ir ampliando, este será el punto de arranque de otras teorías, donde pondrán el acento no tanto en lo que le pasa al bebé sino lo que le pasa al objeto y la interacción entre ambos.

En “Inhibición, síntoma y angustia” (1925) se describe que hay más continuidad entre el feto y la situación postnatal, que lo que nos haría pensar la cesura del acto de nacimiento. Es decir, el “objeto madre psíquico”, irá sustituyendo la situación fetal biológica, sin olvidar que en la vida intrauterina y en los primeros momentos no existe para el bebé, el reconocimiento de ningún objeto, en la medida que el autor supone que no hay un yo de entrada.

Estoy incluyendo de esta manera, la posibilidad de considerar un momento de la estructuración del psiquismo, donde en función de su extremo desvalimiento, se podrá o no atenuar la experiencia biológica desorganizante y displacentera (traumática) en función del cuidado del objeto maternante. Este espacio temporal es señalado por autores postfreudianos como fundamental, ya que tiene repercusiones clínicas y técnicas, en las que no me voy a extender aquí, pero que amplían el abordaje de las patologías narcisistas.

Estas primeras experiencias dejan en la incipiente “estructura psíquica” huellas mnémicas que no tendrán nunca un registro conciente, ya que no formará parte del inconciente reprimido. En “Lo inconciente” (1915) Freud señala que todo lo reprimido va a ser inconciente, pero lo inconciente es más amplio, lo reprimido es solo una parte de lo inconciente.

Pero no toda la excitación podrá ser ligada. En 1920 Freud habla de “excitación de las pulsiones” que deberá ligar. Ligar quiere decir dar cualidad a la pura cantidad, significar, y esto será la primera acción a cumplir por la incipiente estructura psíquica.

Así pues, el trauma originario y la consiguiente fijación al mismo es el resultado de la imposibilidad de transformar los signos de percepción en representación. Desde esta perspectiva las “huellas perceptivas” (César y Sara Botella), propias de dicho trauma, no alcanzan la categoría de representación de cosa y por tanto no formarán parte del circuito representacional y simbólico, están condenadas a ser activadas y a la repetición y no evocables (lo que les otorga una potencialidad patógena), podrían estar bajo la barrera de la represión originaria. E. Braier

A su vez N. Marucco señala que La introducción de la pulsión de muerte, y con ella del concepto de repetición, explicaría la existencia de una zona del aparato psíquico que comandaría la repetición de esas huellas mnémicas del tiempo primordial, ingobernables, que serían incapaces de ligadura con el proceso secundario. Punto de expresión de los traumas preverbales, de la violencia del objeto en los amaneceres del psiquismo”.

E. Labos y J. Yospe, describen que la vivencia de satisfacción y la de dolor coexisten y constituyen un complejo estructural, en donde el deseo materno le da significación, pero siempre queda un resto no significado que constituye el “silencio tanático”. Por ejemplo, madres ambiguas, que no pueden libidinizar el cuerpo del bebé en forma clara y que a través de sus contactos provocan en él, un registro ambiguo del placer, quedando núcleos de identificación primaria escindidos. Los autores ubican en estos núcleos los procesos psicóticos.

Pero detengámonos un poco en la distinción conceptual entre excitación y pulsión.

L. Sales explica: “La excitación es el efecto en bruto sobre la sustancia nerviosa de una cantidad de energía que, como tal, puede venir del mundo externo o del interior del cuerpo (en cuyo caso, Freud en el “Proyecto” la denomina el “apremio de la vida”). La excitación es una energía inespecífica; la pulsión es también una forma de energía pero que ya puede tener un acceso no traumático al aparato psíquico, por medio de su representante (Vorstellung-repräsentanz). Así pues, para que esta excitación devenga pulsión ha de sufrir un primer nivel de ligazón. Aunque Freud no siempre resulta claro en su formulación, esta sería la tarea más originaria del aparato psíquico, ligar la excitación reinante, dominar los estímulos (Reizbewältigung) para prevenir y evitar el estado de trauma. De no producirse esta ligazón, la excitación se descargaría en arco reflejo (defensa refleja o reflectoria, propia del yo real primitivo) a través de la llamada alteración interna”.

Es necesario diferenciar la satisfacción de la pulsión regida por el principio de placer, de la descarga de la excitación, regido por inercia psíquica. El Dr. Brudny incluye en este momento evolutivo del infans, a lo que denomina “Represión primaria funcional” que se encuentra formulada entre 1920, en “Más Allá del Principio del Placer” y 1926, en “Inhibición, Síntoma y Angustia”.  En estos artículos le atribuye la función de ligar la cantidad de estímulo que ingresa al aparato mental, es decir significar y de esta manera permitir, el comienzo del funcionamiento bajo el imperio del principio del placer y de los procesos primarios. Cuando no puede hacerlo, sobreviene la situación traumática, la inundación del aparato mental por una cantidad de estímulo interno o externo que no le es posible procesar. Esa forma de represión consiste en investir determinadas huellas mnémicas para suprimir una situación desorganizante para el incipiente psiquismo, para lo cual establece un primer nivel de ligadura, entre el soma y el inconciente, que así se constituye y comienza a funcionar (en la segunda tópica será entre el soma y el Ello). El Dr. Brudny sostiene que esta represión primaria inaugura el funcionamiento del aparato mentalylo grafica así:

En “Más Allá del principio del placer” (1920):“Entonces, la ta­rea de los estratos superiores del aparato anímico sería ligar la excitación de las pulsiones alcanzando el proceso primario. El fracaso de esta ligazón provocarla una perturbación análoga a la neurosis traumática; sólo tras una ligazón lograda podría establecerse el imperio irrestricto del principio de placer (y de su modificación en el principio de realidad). Pero, hasta ese momento, el aparato anímico tendría la tarea previa de dominar o ligar la excitación, desde luego que no en oposición al principio de placer, pero independientemente de él y en parte sin tomarlo en cuenta.”

En “Inhibición síntoma y angustia” (1926):

Como quieran que fuesen, los primeros, —muy intensos— estallidos de angustia se producen antes de la diferenciación del superyó. Es enteramente verosímil que factores cuantitativos como la intensidad hipertrófica de la excitación y la ruptura de la protección antiestímulo constituyan las ocasiones inmediatas de las represiones primordiales. En este artículo también señala que la angustia es algo sentido, tiene un carácter displacentero, con descargas neurovegetativas sobre la musculatura lisa (aparato digestivo, respiratorio, cardiovascular) y sobre la motilidad estriada. El nacimiento es una vivencia arquetípica de este estado, aunque a diferencia de Rank, no todo ataque de angustia es una reproducción del acto de nacimiento.

El accionar de la Represión primaria funcional, posibilita la inscripción de la primera vivencia de satisfacción, lo que determina la fijación de la pulsión a una huella mnémica, y la puesta en marcha del deseo.

E. Braier en su comentario al trabajo sobre la represión de L. Sales, señala que llamar a esta represión, “primordial” u “originaria” evita las confusiones que trae las distintas formas de represión primaria. (Acuerda en ese sentido, no solo con L. Sales, sino también, J. Laplanche y S. Bleichmar).

H. Rotemberg explica que el resultado de esta Represión primaria funcional, al fijar estas representaciones, conforman el incipiente Yo. Estas experiencias corporalmente vivenciadas constituyen lo que Freud denominó representación-cosa y la cosa representada es el propio cuerpo (Sachvorstellung). En 1895 este autor señala que Freud define al yo, como un grupo de huellas mnémicas establemente catectizadas; y en 1923 define el Yo primero y ante todo un yo corporal, definiendo teóricamente el narcisismo originario. En “Los dos principios del acaecer psíquico” Freud destaca que puede resultar difícil entender cómo podría mantenerse vivo o incluso generarse el narcisismo originario, es decir una organización que funciona según el principio del placer, descuidando la realidad del mundo exterior. “Sin embargo, el uso de una ficción de esta índole se justifica por la observación de que el lactante, con tal que le agreguemos el cuidado materno, realiza casi ese sistema psíquico”.

En La Interpretación de los sueños, Freud nos describe un proceso que consiste en que una cantidad de energía del interior del soma ingresa al aparato, lo recorre en busca de la acción específica y se descarga. En su recorrido dentro del aparato deja como consecuencia por el pasaje de esos estímulos, modificaciones permanentes que son las Hm, y toma luego un camino de descarga desde donde se produce inervación motora. A esto lo llama vivencia o experiencia. Retomando la conceptualización de la vivencia de satisfacción, también llamado “engrama de deseo”, consta de la huella de la tensión de necesidad (nutrición en este caso), la huella de la percepción del objeto y el registro de la cancelación de dicha tensión. La tensión de necesidad” es la vertiente biológica es decir el hambre, que en el bebé se registra como sensación displacentera. (alteración interior). El auxilio ajeno, lo calma al amamantar. A esto se denomina “vivencia de satisfacción”.

De esta experiencia queda un registro (huellas mnémicas), de tal modo que cuando el hambre vuelve, se establece una actividad tendiente a reproducir la vivencia de satisfacción, A esto Freud llama “deseo”. Esta definición literalmente freudiana, es profundizada por autores posteriores, poniendo foco en el lugar del objeto que desempeña la función materna. Es de destacar, a diferencia de otros autores, que Freud ubica la autoconservación como previa a la aparición del deseo y por consiguiente de la pulsión sexual. Esta concepción del deseo, no solo se mantiene a lo largo de toda la obra de Freud, sino que esta dimensión deseante y pulsional del bebé, será una característica no solo de los primeros momentos de inmadurez biológica sino para toda la vida.

Laplanche destaca un término que a veces no es suficientemente valorizado, se trata del “apuntalamiento(anlehnung), vale decir que las pulsiones sexuales se apuntalan en las pulsiones de autoconservación.

En la Conferencia XX: “Las primeras mociones de la sexualidad aparecen en el lactante apuntaladas en otras funciones importantes para la vida. Su principal interés está dirigido, como ustedes saben, a la recepción de alimento; cuando se adormece luego de haberse saciado en el pecho, expresa una satisfacción beatífica, lo cual se repetirá más tarde tras la vivencia del orgasmo sexual.

Independientemente que su hambre se halla calmado, vemos que el niño chupetea y con este acto también se adormece con la misma expresión beatífica lo cual nos demuestra “que en sí y por sí” esa actividad le ha dado satisfacción. Por lo tanto, vemos que la boca (extremo superior del aparato digestivo) a partir del contacto de los labios con el pezón, “abre” la “zona erógena” llamada oral y a partir de ahí esta zona reclama placer, que se independiza del hambre. “Así nos enteramos de que el lactante ejecuta acciones cuyo único propósito es la ganancia de placer.” …. “designamos como sexual al placer alcanzado mediante el chupeteo.”

Esta dialéctica entre lo biológico del bebé y la sexualidad de la madre (“pecho erógeno”) ha llevado a algunos autores a plantear que la sexualidad humana es implantada por el objeto maternante. No es lo que dice Freud. En este autor hay una interacción dialéctica entre la boca y el pezón, que pone en marcha la sexualidad transformando la boca en zona erógena, complejizando más tarde dicho concepto, con la denominación de organización pregenital.2

De la misma forma la aparición de los “diques” que describe en “Tres ensayos” es el resultado de una disposición biológica que se activa “al llamado de la educación. Otro tanto ocurre con la disposición a la construcción de la situación edípica, y la aparición del lenguaje. En “Tres ensayos” también nos dice que el mamar del pecho materno es el punto de partida de la vida sexual, algo así como el modelo imaginario de toda satisfacción sexual posterior, siendo entonces el pecho materno el primer objeto de la pulsión sexual.

Es interesante como Freud observa que el lactante se independiza del pecho y encuentra en el pulgar o su propia lengua el sustituto del pecho. Pero más tarde nos va a decir que en esos primeros estadios, no hay discriminación yo/no yo, por lo cual el pecho es una creación propia. Existe como objeto externo para el observador, pero no para el sujeto.

2 R. Avenburg se pregunta, “¿Qué pasa antes de constituirse el yo? ¿Cómo se ingresa al principio del placer a partir de simples aumentos y disminuciones del nivel de excitación? Visto desde la primera vivencia de satisfacción, tenemos una primera descarga, la satisfacción del “instinto” (tensión de necesidad) en el bebé con su ritmo intrínseco, aún inespecífico, que es confrontado con el ritmo de descarga (placentera) de la madre Es este ritmo el que se ofrece como unidad de tiempo de la madre, quedando impreso en el “instinto” del bebé como medida de descarga de este.”
“La madre se ofrece, así como factor (¿sujeto? ¿objeto) central en la constitución de las experiencias de placer del niño. Estas descargas son ya signos de cualidad psíquica, en este caso de cualidad de placer, pero en tanto no exista un yo, son signos solo para la madre; para el bebé son experiencias de placer y constituyen el pasaje del principio de constancia (nivel biológico) al principio del placer (nivel psicológico).”

J. Carpinacci, destaca que, así como el deseo encubre y subsume la necesidad, la fantasía sobrecualifica al deseo, agregándole distintas representaciones con una compleja trama argumental haciéndolo irreconocible para el sujeto. La inmadurez de este primitivo psiquismo determina que tanto el primer deseo como la primera fantasía aparecen como alucinaciones. No me puedo extender ahora en el desarrollo del tema de la fantasía, solo lo menciono aquí como su momento de origen, subrayando que es un concepto fundamental de la teoría. El mismo autor nos dice entonces, que el bebé, aprenderá a distinguir las alegrías del “chupar meramente” (placer) de los contentos del “succionar saciándose” (satisfacción). Se constituye en este sincretismo yo/mundo externo de una intercorporalidad negada, una mutua completud madre/bebé.

Simultáneamente con estos acontecimientos, se desarrollan los procesos identificatorios con los objetos que forman su constelación afectiva y que garantizan su supervivencia física y psíquica.

V. Korman sintetiza la postura de la identificación en la teoría freudiana, definiéndola “como un mecanismo estructurante de lo psíquico mediante el cual se hacen propios de manera inconciente, rasgos o atributos del objeto, inscribiéndolos en instancias psíquicas también inconcientes, con la consiguiente transformación subjetiva como consecuencia de la implantación y apropiación de esos aspectos o propiedades del objeto” “Es un retoño de la actividad pulsional oral, el infante captura los rasgos del objeto y los introyecta o incorpora haciéndolos suyos (apropiación) y estructura de esa manera la psique.” G. Brudny grafica los procesos identificatorios de esta manera:

Primero no hay yo, o hay un yo demasiado rudimentario. Las pulsiones desde el ello inviste objetos. Pero a su vez estos objetos son percibidos, es decir hay percepciones que parten de estos objetos. Mientras no hay yo no hay relación de objeto. En ese tiempo hay percepciones del objeto con investiduras del ello que dejan huellas mnémicas, esto constituye lo único con que cuenta para su formación el aparato. Cuando exista un yo capaz de hacerse cargo de una manipulación de la libido, estos objetos serán parte de una relación, mientras tanto hay investiduras del ello que dejan hm. A este conjunto de hm que van constituyendo casi la totalidad del aparato en formación Freud llama identificación primaria.

Cuando ya existe un yo que decide a quien y con cuanta libido investir a los objetos, hablamos de elección de objeto.

Por supuesto que, de estas elecciones de objeto, parten percepciones de las quedan hm, que constituyen identificaciones, pero que son secundarias (porque son posteriores a la elección de objetos) y se dan mientras está la relación de objeto. Estas identificaciones imprimen sus características al yo, pero no con la intensidad que imprimen las primarias.

Las identificaciones primarias implican a todo el aparato o si se quiere a todo el yo rudimentario y a todo el objeto. Las identificaciones secundarias imprimen parcialmente al yo y a una parte del objeto. Cuando el objeto debe ser resignado en la evolución normal del bebé, toman una gran parte del objeto y lo incluyen en el aparato, reactivan las identificaciones primarias, que se separan del yo y forman una parte independiente del yo que se va a llamar super yo que mantiene una relación de objeto dentro del aparato, con el yo.

Para este trabajo me interesa destacar el lugar de la identificación primaria, concepto polémico, retomado por distintos autores, imprescindible en la conceptualización del origen del funcionamiento mental.

Diversas definiciones de identificación primaria, pueden entrar en contradicciones dentro de la misma teoría o en teorizaciones de otros autores, por lo cual en mi deseo de “hacer trabajar a Freud”, (en el sentido de Laplanche), tomaré una definición que asumo es incompleta, fragmentaria y no da cuenta de todo el pensamiento del autor.

Puedo sostener entonces, siguiendo a V. Korman, en primer lugar, que la identificación es el mecanismo mental inconciente gracias a lo cual se constituye el aparato psíquico. Dentro de estas, la primaria es la más temprana, previa a toda relación de objeto y que constituye el zócalo psíquico del recién nacido, sobre la cual se estructuraran las posteriores identificaciones. Este autor destaca que estas identificaciones incluyen al recién nacido dentro de la cadena generacional, a la vez que al no tener discriminada la relación sujeto/objeto, sus engramas psicofisiológicos innatos “están transitados por lo psíquico de los padres”.

En “El Yo y el Ello” (1923) leemos: A primera vista no parece el resultado ni el desenlace de una investidura de objeto: es una identificación directa e inmediata (no mediada) y más temprana que cualquier investidura de objeto. Como resultado de esta identificación se constituye el “Yo de placer” como núcleo.

Al ser un proceso anterior al narcisismo primario, no existe libido objetal ni narcisista en el niño, pero si lo habría en lo padres como lo describe en “Introducción del narcisismo” (“Su majestad de baby”), y este narcisismo de los padres incide intensamente en la estructuración de la futura subjetividad del bebé. Algo parecido a la conceptualización del superyó, cuando señala que la identificación se da con el superyó de los padres.

De manera que la subjetividad nace a partir del impulso pulsional, hacia los objetos significativos de su entorno y se moldeará en función de la respuesta de estos. Freud asegura que toda psicología individual, es también psicología social, con lo cual incluye desde el comienzo de la vida a todo sujeto en su entorno social. Es impensable una estructuración del psiquismo fuera del ámbito familiar y social.

V. Korman enfatiza el carácter “centrífugo” del fenómeno identificatorio freudiano a diferencia de autores posfreudianos que describen un proceso “centrípeto”.

Esta diferencia no es menor, ya que al describir la identificación primaria ligada a la incorporación según el “modelo oral canibalístico”, marca el impulso identificatorio del niño hacia los objetos parentales, impulso inmediato, no mediado por amor ni odio ya que no hay un yo que lo realiza. Esta lectura, no ubica al entorno afectivo de una manera pasiva, como señalé la referencia al “Proyecto…” al decir un objeto experimentado, destacando que no cualquier respuesta parental da lo mismo. Corresponde a los primeros momentos del “Yo de placer”, (Lust-Ich), al que contribuye a estructurar, y formará también el núcleo del “Ideal del Yo”.

Coincido con este autor, que, entre el endogenetísmo y el ambientalismo, según si se prioriza al sujeto o al ambiente, ubico a Freud en una relación dialéctica entre ambos.

Me pareció muy enriquecedor el pensamiento de V. Korman, cuando explica que así como la pulsión es un articulador entre el cuerpo y el psiquismo (concepto límite), la identificación puede ser entendida como un puente entre lo psíquico y lo social.

Quedará para otro trabajo, seguir metapsicológicamente la evolución del concepto de inconciente, en su relación con el narcisismo, la segunda tópica y la segunda teoría pulsional.

Conclusiones

A partir de las lecturas de la obra freudiana con mis maestros R. Avenburg, G. Brudny y J. Carpinacci, influido por otros autores, especialmente por V. Korman y H. Rotemberg, he intentado describir los momentos iniciales de la estructuración del psiquismo. Teorización especulativa, porque como señalé al comienzo, Freud no ha hecho una observación cuidadosa de los estadios evolutivos tempranos del psiquismo. Además, estos fenómenos, no pueden ser examinados con la minuciosidad que lo hacen los posteriores estudiosos del psicoanálisis infantil, motivo por el cual, la posibilidad de construir una teoría sobre esos momentos, requiere la articulación de distintas conceptualizaciones que nuestro autor hizo en distintos momentos de su obra.

Tomé como punto de partida el cuerpo biológico y su proceso de transformación en cuerpo erógeno, a partir del apuntalamiento de las pulsiones sexuales en las funciones de autoconservación, mediatizado por una adecuada función materna.

El pasaje de excitación externa (al psiquismo) a pulsión, tiene lugar a partir de la represión primordial o represión primaria funcional, que posibilita un primer nivel de ligadura y el establecimiento del principio del placer. Simultáneamente la identificación primaria, entendida como la subjetivación de lo social, estructura la “representación de cosa,” con la puesta en marcha del primer acto psíquico a partir de la vivencia de satisfacción, en donde el rol del objeto posibilita la acción específica, que permite superar el extremo desvalimiento del bebé humano.

Para este objetivo me pareció indispensable, puntualizar previamente las características del aparato psíquico freudiano en lo que hace a los principios que lo rigen y sus modos de funcionamiento en virtud de esos principios. También señalé los momentos teóricos de construcción de las tópicas como así también del desarrollo pulsional.

A través de este recorrido intento no solo describir una versión freudiana de la constitución del funcionamiento inconciente del psiquismo, sino su permanente vigencia, no solo teórica, sino también su utilidad clínica al extender los bordes de nuestros recursos técnicos.

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Resumen: Desde una posible lectura de textos freudianos, el trabajo explora los momentos iniciales de la estructuración del aparato psíquico. Propone que se inicia con el pasaje de excitación externa (al psiquismo) a pulsión, a partir de la represión primaria primordial, que posibilita un primer nivel de ligadura y el establecimiento del principio del placer. (Pasaje de cuerpo biológico a cuerpo erógeno. Simultáneamente la identificación primaria, entendida como la subjetivación de lo social, estructura la “representación de cosa.” Ambos procesos, ponen en marcha el primer acto psíquico a partir de la vivencia de satisfacción. En esta experiencia fundacional, el rol del objeto posibilita la acción específica, que permite superar el extremo desvalimiento del bebé humano.

Descriptores: Cuerpo, Cuerpo erógeno, Represión primaria, Identificación primaria-Roles, Objeto.

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