2022: Paisajes pulsionales - Vol XLIV nº 2

Raquel Duek: Lic. en Psicología, UBA. Psicoanalista. Miembro titular de APdeBA. Co-coordinadora de las Diplomaturas Sexualidades y Genero I y II. Año 2022. APdeBA. Adjunta Seminario Supervisión clínica I y II/ 2022. Especialización en Psicoanálisis. IUSAM de APdeBA. Co-autora de trabajos publicados en libros de Psicoanálisis y Salud Mental.  raquelduek.uba@gmail.com

Resumen: ¿Qué de la época actual nos ayuda a repensar el mito de Medusa que sigue vivo y nos mira? Freud no alcanzó a participar del cambio cultural que produjeron las batallas en defensa de los derechos de las personas, los movimientos feministas y los cambios de paradigma que advinieron luego de su muerte. El escrito pretende en una recortada indagación, a partir del manuscrito freudiano, la literatura y las artes abrir nuevos significantes a la luz del inconsciente en cuanto a castración, diferencia de los sexos, realidad anatómica del pene y función simbólica del falo. 

Descriptores: Mito, Cuerpo, Sexualidad Femenina, Castración, Binarismos, Falocentrismo, Feminismo.

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La teoría psicoanalítica prosigue fiel al aporte revolucionario del pensamiento freudiano en relación a la sexualidad y —no sin dificultades— continúa admitiendo nuevas voces que dicen en su nombre. Si con Freud el Psicoanálisis es una experiencia de palabra se hace necesario mantener la constante tarea de ampliar o redefinir conceptos. El mito de La cabeza de Medusa, que nos convoca, ubica en un contexto cambiante nuevos significantes a la luz del inconsciente en cuanto a castración, diferencia de los sexos, realidad anatómica del pene y función simbólica del falo.

Con el correr de los tiempos advienen nuevos conocimientos y clásicas interpretaciones reciben otros sentidos. Son diferentes maneras de entender el mundo y la vida, otras dimensiones alejadas de discursos normativos hegemónicos. El cuestionamiento de normas y creencias sociales inevitablemente produce una transformación en viejos patrones académicos. Surgen propuestas epistemológicas, solo citar las teorías acerca de la subjetividad, el cuerpo, las teorías feministas, la teoría queer. En el campo del lenguaje imponen un reexamen términos tales como pluralismo, inclusión, diversidad, sexo, género, violación. Se trata en todo caso de evitar nuevas formas de jerarquía y exclusión.

Instalada la idea de que la dimensión social incide en la construcción de las subjetividades, no existe cuerpo que no sea configurado mediante significantes culturales. No es solo la morfología natural del cuerpo la que le da su existencia. El cuerpo la adquiere además cuando es contorneado por fuerzas, no naturales, que imponen una morfología, tampoco natural. Esta concepción no ignora entonces la existencia de “experiencias primarias e irrefutables” (Butler, 1993) que responden a necesidades en tanto construcciones constitutivas. Son hechos sin los cuales no podríamos pensar.

Sobre esta noción del cuerpo, ¿cómo pensar la sexualidad humana? Superada la dicotomía descartiana, comprendemos mente cuerpo como una unidad. La sexualidad humana, la circulación del deseo, se realiza sobre la base biológica del cuerpo.

El mito de La cabeza de Medusa. Versiones

Los mitos son hilos narrativos que intentan decir una verdad en parte incognoscible. La mitología no es estática, es dinámica. Aunque se mantiene siempre presente, se enriquece con el paso de los siglos y admite miradas deconstructivistas.

Freud utilizo los mitos para explicar dentro del campo del Psicoanálisis el basamento de la teoría del Inconsciente, su aporte a la humanidad.

En su época, las teorías sexuales de los niños le resultaron interesantes y también sorprendentes para entender los mitos y cuentos tradicionales. En su breve manuscrito La cabeza de Medusa (Freud, 1940), escrito en 1922 y publicado un año después de su muerte, su teoría referida a la castración en la mujer le permitió una particular interpretación del mito. Buscaba dar cuenta del misterio de la sexualidad, el que se mantiene en interrogación, sin respuestas cerradas.

¿Qué de la época actual nos ayuda a repensar el mito de Medusa que sigue vivo y nos mira? ¿Es posible descifrar en él nuevos efectos de Inconsciente? Intentemos un juego de asociación libre puesto que la publicación invita a una revisión hermenéutica de uno de los personajes más intrigantes que existen en la mitología griega.

Homero en la Odisea (S.VIII AC) hace referencia a una de las tres Gorgonas, aberrantes hermanas provenientes del inframundo, sin mencionar explícitamente con su nombre a Medusa, considerada la Gorgona por excelencia. Monstruo infernal cuya mirada desorbitada petrificaba a quien la mirara, tenía un solo diente y un solo ojo usado alternadamente. Sus manos eran de cobre, sus cabellos de serpientes y sus alas de oro.  

Dice Homero: “el pálido terror me sobrecogió, y temí que la ilustre Perséfone me enviase desde el Hades la cabeza del horrendo monstruo Gorgona”. (Odisea, canto XI)

En una versión más benevolente de la fealdad de Medusa, Ovidio (La Metamorfosis, 43 AC) la describe en sus orígenes como una hermosa doncella y única mortal entre sus hermanas. ¿Cómo es que se convirtió en un monstruo?

El mito básico de Medusa relata que siendo sacerdotisa fue deseada y violada por Poseidón, dios de los mares, en el templo de la diosa virgen de la sabiduría, Atenea. Vinculada al conocimiento y al triunfo, Atenea guerrera toma el ataque como una ofensa cometida en su santuario, se enoja y castiga a Medusa. Transforma sus cabellos en serpientes y le otorga el don de convertir en piedra a quien la mirase.

Pregunta: “¿por qué ella sola de sus hermanas llevaba entremezcladas alternas sierpes con sus cabellos?”

Respuesta: “Puesto que saber deseas cosas dignas de relato, recibe de lo preguntado la causa. Clarísima por su hermosura y de muchos pretendientes fue la esperanza envidiada ella, y en todo su ser más atractiva ninguna parte que sus cabellos era: he encontrado quien haberlos visto refiera. A ella del piélago el regidor, que en el templo la pervirtió de Minerva (Atenea), se dice: tornóse ella, y su casto rostro con la égida, la hija de Júpiter, se tapó, y para que no esto impune quedara, su pelo de Gorgona mutó en indecentes hidras”. (La Metamorfosis. Libro IV, Perseo y Medusa)

¿Por qué Ovidio describe como una bella doncella a la espantosa Medusa de Homero? Ser bella, ser joven ¿hace susceptible a la mujer de ser deseada y violada? ¿Qué pregnancia tiene lo bello? ¿Qué estética es susceptible de una atracción pulsional sexual, un placer sensorial en quien contempla a una mujer? 

¿Por qué Atenea castiga a la mujer? Desde ese entonces el mito muestra que es a la víctima de violación a quien se la sanciona. ¿Prevalece la idea de que la mujer seduce, provoca? ¿Por qué Atenea no considera en falta a Poseidón, quien sin permiso de ingreso profanó al templo y mancilló a Medusa?

¿Y por qué la diosa dota a Medusa de un poder que convierte al otro en un objeto, una piedra? Con ese don ella mira y paraliza bajo un efecto hipnoide a quien la mira. Atenea la connotó con un inmenso poder de dominación, similar al permiso para matar, un frecuente rasgo cultural de la masculinidad. Pero la condena a vivir sola, ya que quien se le acerca muere.

En otra versión a consecuencia de esta violación, Medusa queda embarazada. Este acontecimiento desata la ira y celos de Atenea. El castigo a la mujer sugiere la confirmación del pecado original al que ella queda vinculada en la tradición bíblica. (Campbell, 1988, pp. 78-84)

En el Génesis, Dios le pregunta a Adán: “¿Has comido del árbol del que yo te prohibí que comieses?

“La mujer que me diste por compañera me dio fruta del árbol y comí”, responde Adán.

Nuevamente al igual que Medusa, la acusada es una mujer llamada Eva. Cuando Dios le pregunta que ha hecho, Eva responde que la serpiente la engañó, y comió. La culpa es de la serpiente. Ser mujer y ser serpiente se entrelazan, son dos imágenes que trajeron el pecado y la corrupción al mundo según la teoría de la Caída del hombre.

Adán y Eva son solo criaturas. No saben siquiera que son diferentes entre sí, comen la manzana, descubren los opuestos y ocultan sus vergüenzas. Desde allí el pensamiento siempre ha funcionado por oposiciones primordiales jerárquicas: macho vs hembra; lo divino vs lo humano; el bien vs el mal.

En una lectura no malévola, el gesto de desobediencia de Eva trae la vida al mundo, es la madre de este mundo temporal. Y la serpiente es tomada como el símbolo del infinito renacer, abandona su piel vieja y la cambia por nueva, el tiempo es eternidad. Sin embargo, la vida que trae Medusa en su vientre no importa, ella es un ser nocivo, da miedo a quien se le acerca. «Huye, porque si tus ojos se petrifican con asombro, ella te convertirá en piedra». (Gaspare Murtola, poeta, s. XVI)

Retomando el mito, no satisfecha aun con su accionar, Atenea envía a Perseo a matar a Medusa, quien vive en una isla. Perseo, un semidios, llega allí con armas regaladas por los dioses, en particular un escudo mágico, un talismán, al igual que las rodelas de los romanos, símbolo de invulnerabilidad que otorga protección. A través del metal brillante de su egida, usada como espejo, puede mirar a Medusa sin correr el riesgo de transformarse en piedra. Medusa ve su rostro en la concavidad del espejo, momento en el cual Perseo, guiado por la mano de Atenea, la asesina decapitándola, la des-figura.

Desmembramiento del cuerpo, que cancela la unicidad reduciéndolo a carne sin unidad de figura alguna”. (Cavarero, 2009, p. 53)

Perseo se apropia de la cabeza para petrificar a los adversarios y luego es Atenea quien la usa como escudo en todas sus batallas. Portadora del símbolo de la castración, es una mujer inabordable, sin deseo, privada de concupiscencia sexual.

Perseo con la cabeza de Medusa o Perseo de Benvenuto Cellini (1554

El mito en el arte

Sorprende apreciar la producción escrita que el mito ha generado a lo largo de los tiempos. También, una gran cantidad de esculturas, pinturas e imágenes buscan representar la historia trágica y el terrible encanto de Medusa. Desde el arte de la Grecia clásica, pasando por el estilo barroco hasta el arte pop.

Un mosaico con la cabeza de Medusa en el piso de una domus en la ciudad de Carthago nova (Cartagena) creado por artistas romanos en el siglo II d.C. resultó ser un importante hallazgo arqueológico en los años 2007-2008. La obra artística elaborada con teselas luce en el museo Getty de California. La baldosa se ubicaba a la entrada de las casas porque su mirada amenazadora protegía el espacio del ingreso del mal.

Mosaico de la Medusa, s. II d.C

¿Por qué continúa preservándose y exponiéndose su rostro? La imagen del horror de la cabeza de Medusa remite a esa misma expresión en las pinturas de Bacon. Esos rostros sin cuerpo, cuerpos mutilados que tornan a la animalidad en su deformación pictórica. Develan la tragedia y el dolor de la propia existencia del ser humano cuando las fronteras de su cuerpo son traspasadas. Si el horror tiene rostro de mujer, como lo muestra el mito, todo se vuelve más oscuro, desconcertante y misterioso. “Como si el horror… tuviese necesidad de lo femenino para revelar su auténtica raíz”. (Cavarero, 2009, p. 33)

La monstruosidad de la cabeza decapitada es arte en el lienzo de Caravaggio (1597) y en La Cabeza de Medusa de Rubens (1617-1618). Ambos acentúan en la brutal expresividad de su pintura el efecto de aversión y atracción que la imagen produce.

La Medusa de Caravaggio

La Medusa de Rubens

Como en el Síndrome de Stendhal en que la contemplación de pinturas produce una sobredosis de belleza, aquí la mirada de la Medusa provoca excitación de espanto. La fealdad, el horror produce también atracción.

“El poeta maldito”, Charles Baudelaire, estaba convencido de que sin la extrañeza no hay belleza y se preocupó por el problema de cómo pensar la seducción y el rechazo de lo fascinante.

John Berger (1972) considera las formas en que nosotros vemos las obras, nos dice que quizás vemos lo que nadie vio y al mirarlas revelamos algo de nosotros mismos, la situación en la que vivimos. El ojo mira en el contexto de nuestras propias vidas. En el mito se produce un juego especular de cara a Perseo cuando Medusa se ve reflejada en el metal de su escudo y ve su rostro y su propia muerte.

Como lo expone un sobreviviente del Holocausto cuando, liberado Buchenwald en 1945, es observado por tres oficiales británicos que lo descubren en el campo. “Están delante de mí, abriendo los ojos enormemente, y yo me veo de golpe en esa mirada de espanto: en su pavor”. (Semprun, 1995, p. 15)

El continente desconocido

Pitágoras expresa muy allá en el S. VI a.C. una sentencia: “Existe un principio bueno que creó el orden, la luz y el hombre, y un principio malo que creó el caos, la oscuridad y la mujer.»

En varios artículos Freud reconoce sus dificultades para arrojar luz sobre “la oscuridad que rodeaba la vida sexual de las mujeres”. Repasemos algunos.

Había advertido en 1908 que no podía garantizar conclusiones completas al mencionar, sin explicitar, “circunstancias externas e internas poco propicias por las cuales las comunicaciones que siguen se refieren predominantemente al desarrollo sexual de uno de los sexos, a saber, el masculino”. (“Sobre las teorías sexuales infantiles”, p. 189) 

En 1923, 15 años después, sincera su necesidad de reparar un descuido en el desarrollo de la sexualidad infantil, “por desdicha, sólo podemos describir estas constelaciones respecto del varoncito; carecemos de una intelección de los procesos correspondientes en la niña pequeña”. (“La organización genital infantil”, p. 146)

En 1925, en su breve artículo La organización genital infantil, insiste en que mantener un total paralelismo entre la psicología de las niñas y la de los varones no termina de satisfacerlo. ”Que no nos avergüence esa diferencia… la vida sexual de la mujer adulta sigue siendo un dark continent”. (Freud, 1925, pp. 261-265)

¿Era la mujer quien le hacía obstáculo? ¿O fue su época?

Es cierto que Freud no alcanzó a participar del cambio cultural que produjeron las batallas en defensa de los derechos de las personas y los cambios de paradigmas que advinieron luego de su muerte. Estamos transitando hoy, S. XXI, la cuarta ola feminista. Pero no es aceptable que desconociera las polémicas acerca de la mujer que se remontan a la Edad Media y las improntas de la primera ola feminista anglosajona de mediados del S.XIX que dio lugar a un debate crítico acerca de la igualdad sexual y otras cuestiones en las olas subsiguientes.

Los movimientos de emancipación de la mujer arrojaron visibilidad a lo que la represión victoriana sostenía en paralelo al descubrimiento del inconsciente.

La dificultad incesante para situar las cosas del lado femenino que demuestran los comentarios de Freud, aun contando con alegatos de mujeres filósofas y psicoanalistas, lleva a preguntarnos por la demora en la publicación de La cabeza de Medusa fechada en mayo de 1922 y publicada 18 años después. Strachey conjetura que podría haber sido un bosquejo de una obra más amplia. ¿Qué faltaba ampliar? ¿Qué le faltaba incluir?

Veamos un ejemplo. ¿Fue la necesidad de conceptualizar la realidad psíquica lo que lo llevó a desviar la atención de la realidad fáctica e incidió en imprecisiones respecto a la “teoría de la seducción”? Freud acertadamente describió la teoría de seducción, teoría que reivindicamos para explicar acciones de efecto traumático como el abuso y la violencia sexual. Sin embargo, probablemente imbuido por las exigencias científicas de su época produce un giro en sus investigaciones y reemplaza sus hipótesis sobre el efecto de la seducción por la “teoría de la fantasía” inconsciente (o de la mentira). “Las histéricas (las mujeres) mienten”. Es una afirmación que evoca la frase de Simone De Beauvoir cuando en 1949 escribió en El segundo sexo: “A Freud no le preocupó mucho el destino de la mujer”.

La angustia de castración

 “Acaso ocurra muchas veces que lo viejo y lo nuevo no se fusionen bien en una unidad exenta de contradicción. Esta advertencia que Freud desliza a sus lectores acerca de las posteriores ediciones de Tres ensayos de teoría sexual (1905) es válida para la relectura de los mitos. Desde la perspectiva alejada del pensamiento moderno la figura de Medusa es apreciada hoy como un mito femenino, un icono de la violencia de género que fragmenta al cuerpo, un ejemplo paradigmático que da cuenta de cómo se consideraba y se considera peligrosa a la mujer.

Freud vio en la horripilante cabeza decapitada de Medusa, una metáfora de la castración. Esta significativa observación puede ser vinculada por su valor simbólico al Edipo. Mirar la escena primaria petrifica a quien lo hace, se asocia a ceguera, a castración. También la petrificación es asociada a la erección, la que asegura la presencia del pene.  

La representación del genital femenino en la totalidad e integridad del cuerpo singular de la mujer produce una manifestación corporal ligada al horror. El cuerpo fálico idealmente normado se confronta con un cuerpo considerado castrado, desmembrado, despedazado, que causa repulsión, repugnancia y un efecto de parálisis en quien lo mira.

Mostrar los genitales es pensado por Freud como un mecanismo de defensa mágico, un ritual para apartar el mal, a la manera de un exorcismo, como el mosaico romano en la entrada de las casas. Si el genital es femenino, provoca el horror de ver lo que no se ve, lo invisible, la vagina, el agujero, el tubo, el continente negro. Demasiado negro para ser explorado, a diferencia de la exterioridad visible turgente del pene, genital ligado por Freud al carácter sexual de la libido esencialmente masculina. La libido masculina atañe también a la niña en una primera fase de su vida sexual centrada en el clítoris viril. Luego debe transportarse a la vagina, fase específicamente femenina.

Hoy pensamos que el complejo de castración concierne tanto a la mujer como al hombre aunque no por la explicación anatómica de que el clítoris se comporta como un pene. Es el falo una noción central para el Psicoanálisis ampliado, aquello que se ubica simbólicamente en el inconsciente, desprendido de la sexualidad biológica, significante del goce sexual para todas las sexualidades. Lo que motoriza el deseo no es la diferencia sexual sino el sentimiento de ser lo que se es, es la singularidad de cada cual. Se es el falo, se tiene el falo, la mujer es el falo del hombre, el falo circula pero no de manera soberana, ya que la marca de la castración fálica nos abarca por igual, hombres, mujeres, incluidos el intersexo y las transexualidades. Es que en el inconsciente no hay contradicción, coexisten pares antitéticos, lo binario y lo no binario. En el inconsciente no hay vocal “o” en la disyunción: fálico “o” castrado.  Todo está simultáneamente, se trata de una multiplicidad. Femenino “y” masculino, presencia de pene “y” ausencia de pene.

Una reflexión se nos impone ante la salida del sistema falocéntrico que implica deconstruir binarismos que revelan superioridad: los géneros no deben ser ordenados por una normatividad heterosexual ni una regulación sexual anatómica.

La completud masculina se ve amenazada por la castración, observa Freud. Esa idea se asienta en la ilusión que la posesión del pene supone garantizar, una ostentación de virilidad. Hoy se cuestiona la “envidia al pene” como elemento constitutivo de la sexualidad femenina porque se confundió el efecto simbólico de la castración con el pene. Lo que vemos, no es por deprivación ni por envidia, sino por justicia, un reclamo reivindicatorio de las mujeres por la posición privilegiada que los hombres alcanzan en la sociedad.

Quien fuera considerada una feminista rebelde del psicoanálisis, K. Horney, (1967, p. 57) observaba una envidia masculina hacia la mujer centrada en el embarazo, parto, maternidad, senos y amamantamiento. Si hablamos de lo que se tiene ganas de tener, incluyamos el deseo de posesión del genital femenino por parte de los hombres o para ser más precisos, hablemos de su deseo de gozar sexualmente como mujer por penetración vaginal… o anal como desplazamiento de la vagina.

La clínica con personas trans a cuya subjetividad cada vez tenemos más acceso, nos remonta al caso de Danielle Quinodoz, Simon/Simone, publicado por primera vez en 1997. Es la presencia del pene lo que a Simon le provocaba horror.

La visión del genital masculino desencadena en mujeres trans, no el temor a perderlo, sino el pánico por poseerlo.

Lo reafirma Morganna Love, mujer trans, cantante lírica mexicana quien logró que le realizaran una vaginoplastia en reemplazo de lo que para ella era un “objeto extraño a mi cuerpo”. El órgano pene es vivenciado en algunas personas como una malformación, una monstruosidad, “un tumor, un canario asqueroso” …»Gracias a la operación de cambio de género, hoy tengo una vida» (Entrevista de J. Lanata a Mery Ferrero, 2019). 

En general la vaginoplastia no tiene el sentido de una autocastración. Para algunas personas la eliminación del genital masculino concreta la fantasía que les daría acceso a la función fálica, al goce sexual. Otras conservan el órgano, carente de erotización, porque logran desanudar la dependencia del falo a la anatomía del pene. Sería un ejemplo claro de la diferencia que existe entre pene y falo.

El pensamiento feminista

Helene Cixous, feminista argelina, escritora y filosofa publicó en 1975 un ensayo titulado La risa de la Medusa. Ensayos de la escritura en respuesta a las necesidades de esa época en que la mujer era ubicada del lado de la pasividad.  Rescata del mito el miedo al deseo hacia las mujeres por parte de los hombres. “Si se atreviesen a mirar a Medusa a los ojos, dice la teórica feminista, veríamos que no es mortífera, es hermosa y está riéndose.

En el mito de Medusa prevalece un pensamiento falocéntrico. Se requiere un pensamiento de la diferencia que dé lugar a que el orden masculino sea desalojado del logocentrismo que es también malo para el varón.

El arte expresa estas ideas con mayor claridad. Una Nueva Medusa (2008) del escultor argentino Luciano Garbati, se encuentra en Collect Pond Park, un lugar rodeado de instituciones que imparten justicia en Nueva York. Está asociada al movimiento #MeToo, la lucha de las mujeres frente al acoso y la agresión sexual.

Nueva Medusa. Luciano Garbati

La obra invierte la acción de Perseo representada en la escultura de Cellini en un gesto de autodefensa. Es Medusa quien amputa la cabeza del semidiós. El mensaje es controvertido. El movimiento feminista extremo puede dinamitar el patriarcado o puede reproducirlo desde la obsesión machista de algunas mujeres por adquirir poder y cortar cabezas. No son mayoría, aunque Rita Segato lo advierte: “que las mujeres del mañana no se parezcan a los hombres del ayer”.

La base de la economía libidinal femenina, no puede ser apropiadora como la masculina, sino «dadora», no excluyente («si existe algo’ propio» de la mujer es su capacidad para des-apropiarse sin egoísmo»). (Cixous, 1975, p. 48)

Un grito de denuncia del dominio institucionalizado que descalifica y somete a las mujeres es sugerido en la boca abierta de la Medusa de Caravaggio. Que no por grito (insonoro) deja de decir.

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Maneiras de ver “a cabeça da Medusa”

Resumo: ¿O que do tempo atual nos ajuda a repensar o mito da Medusa que ainda está vivo e nos observando? Freud não pôde participar da mudança cultural produzida pelas batalhas em defesa dos direitos das pessoas e das mudanças de paradigma que ocorreram após sua morte. A escrita pretende uma investigação abreviada a partir do manuscrito freudiano, da literatura e das artes que abrem novos significantes à luz do inconsciente em termos de castração, diferença entre os sexos, realidade anatômica do pênis e função simbólica do falo.

Descritores: Mito, Corpo, Sexualidade Feminina, Castração, Binarismos, Falocentrismo, Feminismo.

Ways to see “Medusa’s head”

Absract: What of the current time helps us to rethink the myth of Medusa that is still alive and watching us? Freud was not able to participate in the cultural change produced by the battles in defense of people’s rights and the paradigm shifts that came after his death. The writing intends a shortened investigation from the Freudian manuscript, literature and the arts that open new signifiers in the light of the unconscious in terms of castration, difference between the sexes, anatomical reality of the penis and symbolic function of the phallus.

Descriptors: Myth, Body, Female Sexuality, Castration, Binarisms, Phallocentrism, Feminism.

Referencias

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