2022: Paisajes pulsionales - Vol XLIV nº 2

Régine Prat: Association Francophone des Formateurs à l’ Observation de Bébé selon Esther BIck (AFFOBEB). Psicóloga-Psicoanalista. Sociedad Psicoanalítica de París. pratregine1@gmail.com

Resumen: El primer órgano sensorial funcional en desarrollo embriológico es el tocar, sentido reflexivo que inscribe el encuentro con el otro de manera indisociable. A partir del contacto-piel, una primera forma se inscribe como el primer organizador del psiquismo. La propuesta de una pulsión originaria de tocar, Tact-Pulsion, define una memoria de forma que permanece operativa a lo largo de nuestra vida y constituye la base del desarrollo del proceso pulsional, en un tratamiento transmodal que permite articular el modo de comunicación integrando el lenguaje no verbal: la «cura por la palabra» se descentra hacia una «cura por la comunicación» con el fin de establecer o restablecer las capacidades de contacto.

Ver artículo en PDF

Mi propósito está anclado en un punto de vista histórico sobre la evolución de las ideas en el campo psicoanalítico, donde desde el comienzo se ha planteado la pregunta sobre el punto de vista según el cual se considera el funcionamiento psíquico:

  • Desde un punto de vista intrapsíquico, el centro se ubica en lo pulsional, el fantasma, el ángulo económico de la circulación de la libido o el ángulo estructural del punto de vista tópico.
  • Desde un punto de vista intersubjetivo, se tendrá en cuenta la naturaleza de las interrelaciones conelentorno (en referencia a las proposiciones iniciales de Ferenczi).

Al vincular a Freud consigo mismo, vemos que se posicionó en 1893 en un punto de vista ambiental al considerar las neurosis como resultados de las condiciones de vida: «Las neurosis son perfectamente evitables pero totalmente incurables. Toda la tarea del médico es profiláctica» (Freud, 1991, 2015).Más tarde retomó estas ideas abogando por una educación psicoanalítica de los padres para ilustrarlos sobre la conducta a tener con sus hijos, y participando muy activamente en la creación de la escuela fundada por Anna Freud en Viena en la década de 1920 con la idea de constituir «un laboratorio experimental para una educación iluminada por el psicoanálisis» (Houssier, 2010).

Los desarrollos posteriores del psicoanálisis pueden entenderse como una especialización en una u otra de estas dos direcciones. Desafortunadamente, como en todos los campos, con puntos de vista contradictorios, incluso bélicos o religiosos: en psicoanálisis se centrarán mucho en la cuestión de la legitimidad y la identidad para determinar si un punto de vista desarrollista o intersubjetivo, por ejemplo, tiene derecho al término «psicoanalítico». Como señala Bolognini (2022, p. 249), «el aspecto sagrado de las formulaciones clásicas como garantes únicos de la pureza teórico-conceptual original rápidamente adquirió la apariencia de excomunión: ‘esto no es psicoanálisis'».

La diferencia de perspectiva es simétrica de la pregunta original y conduce a diferentes concepciones sobre cómo llevar a cabo un tratamiento: la idea de un entorno terapéutico reparador a menudo se encarnará en la modalidad de la llamada técnica «activa» de Ferenczi y un enfoque intersubjetivo; un punto de vista centrado en lo intrapsíquico se organizará más a la manera de la llamada «neutralidad» del analista, conteniendo cada enfoque sus propios riesgos de deriva, en una caricatura de la actividad o de la neutralidad.

  • A nivel metodológico, mi enfoque se basa en datos proporcionados por disciplinas distintas al psicoanálisis. Mi «investigación» es más parecida a lo que se definió en la prehistoria como «invención», es decir, «una revolución en las representaciones del tiempo, más que un descubrimiento» (Labrusse in Zawisza, 2019). Propongo un cambio de representación, un cambio de mirada o de paradigma que resumiré aquí, en previsión de la próxima publicación de los muchos datos que han sustentado mis propuestas (Prat, 2023).

Esto presupone adoptar un punto de vista «dialógico» que «incluye la idea de que los antagonismos pueden ser estimulantes y regulatorios» (Morin, 1995, pp. 176-177). En el enfoque de Edgar Morin para pensar la complejidad, «el conocimiento debe tener instrumentos, conceptos fundamentales que permitan conectar» (Morin, 1995, pp. 176-177). Frente al efecto «silo», bien conocido como factor de esterilización, donde campos altamente especializados trabajan y progresan de forma independiente entre sí, «se necesita otro campo para reconocer que debemos cambiar el paradigma»: esto es lo que François Ansermet, psicoanalista a quien debemos el trabajo sobre plasticidad neuronal resultante de su colaboración transdisciplinaria con Pierre Magistretti , un reconocido neurocientífico, llamado la «lógica del punto de parada» (Fundación Agalma, 2013).

  • A nivel conceptual, conservaré la capacidad de transformación como la operación básica del psiquismo. La necesidad de transformar la información sensorial, es decir, las vivencias corporales accesibles, es primordial.

En su carta a Fliess 52/112 del 6 de diciembre de 1896, Freud describe «un conjunto de capas apiladas donde, de vez en cuando, el material presente bajo la forma de huellas de recuerdos se pone en orden, sufre una retranscripción según nuevas relaciones» especificando que dicho material «está abierto en su extremo hacia lo somático y allí recoge las necesidades pulsionales que encuentran en él su expresión psíquica»: la pulsión se define allí como agente de la transformación y el pasaje entre somático y psíquico, precisión que será la base del psicoanálisis.

Me sitúo en la perspectiva de W. Bion, quien pone la transformación en el centro de su obra teórica, y considera fundamental «el aprendizaje a partir de la experiencia». Bion hace comenzar este aprendizaje en la vida prenatal; él ha sido ciertamente el pensador del psicoanálisis más avanzado en la concepción de la vida psíquica antes del nacimiento.

Si se considera —lo que ahora tiene consenso entre la gran mayoría de los psicoanalistas— que el cuerpo y la mente no están separados, sino profundamente intrincados el uno en el otro, la vida psíquica es el resultado de la necesidad vital de procesar las informaciones sensoriales, es decir, las vivencias corporales accesibles. Pensar el origen es indisociable de la cuestión de la constitución originaria, y en particular hace imprescindible saber cuál es la cronología de los primeros desarrollos de la sensorialidad, es decir, las primeras informaciones accesibles sobre el mundo.

Me centraré en los descubrimientos de la embriología que nos iluminan sobre los comienzos de la vida, a partir de los cuales podemos pensar en las consecuencias de las primeras inscripciones en la construcción de la psique. (Dejaré de lado la cuestión de la memoria y de la inscripción de las huellas, que ahora se puede apoyar muy sólidamente, tanto por el lado de las neurociencias mostrando los mecanismos en juego, como del trabajo catamnésico sobre las consecuencias de los traumatismos precoces. Dicha cuestión sería un tema en sí mismo, más allá del alcance de este artículo).

1. El origen de la vida sensorial y la vida psíquica

Podemos considerar como establecido que en el origen de la vida hay un tríptico: tacto/movimiento/percepción amodal.

El tacto es el primer órgano de los sentidos, esbozado muy temprano en la embriogénesis: a partir de las 8-9 semanas de desarrollo fetal se identifican los primeros receptores táctiles en el epitelio de la boca y la zona perioral según los embriólogos. A las 8 semanas de desarrollo fetal, al estimular el área peribucal, el embrión tiene reacciones de alejamiento. Entre las semanas 11 y 14, la misma estimulación conllevará un acercamiento de la cabeza y posteriormente de todo el cuerpo.

Así, entre las 8 y las 11 semanas, pasamos de una «evitación» del contacto, a una «búsqueda» de contacto: primera transformación, primera marca de un movimiento orientado: es por tanto en mi opinión el primer tratamiento «psíquico» de una experiencia sensorial.

El movimiento es contemporáneo e indisociable del comienzo del tocar porque es esencial para ejercer la búsqueda activa del contacto. Esto es lo que permite hablar, no de una simple dualidad de hecho en la sensación táctil de presencia/ausencia, sino de un «juego», activo, que busca reproducirse y hacer variar sus parámetros. Según Piontelli (2003, p. 233), «las imágenes de ultrasonido nos muestran la emergencia de un comportamiento independiente desde las 6 o 7 semanas». A las 15 semanas, «el feto dispone ya del repertorio completo de los movimientos que se observarán después del nacimiento» (Piontelli, 2003, p. 29).

La transformación es posible por el modo transmodal de percepción (amodal o sinestésico): la capacidad de convertir un modo sensorial en otro, un sonido en una imagen, por ejemplo. Esto permitirá experimentar en una modalidad sensorial diferente, pero equivalente a la sensación inicial

Los juegos de tocar, de exploración por el feto de su cabeza y de su rostro, que se encuentran entre los primeros movimientos organizados que se han podido observar, le permitirán despejar modos de representación previos a la representación simbólica. Lecuyer (2014) definió niveles de representación analógica y relacional que permiten al feto abstraer los principios generales del funcionamiento del mundo. La percepción de las diferencias, las distancias y su variación en las experiencias realizadas, permitirá despejar una forma y convertirla en otra modalidad sensorial según el calendario madurativo, y así formar representaciones. Se puede plantear la hipótesis de que se constituye así un eje de desarrollo anclando la simbolización de la alternancia de presencia/ausencia y yo/otro en experiencias sensoriales y corporales, intrínsecamente ligadas al tiempo (ritmo) y al espacio (territorio). Esto permite remontar al comienzo de la vida, la organización de un modelo que podría decirse que es un precursor del fort-da. El tacto se convertirá en «oír», y «ver», como tantas formas de mantener el contacto a través de otros modos sensoriales y de «tocar» con otros medios sensoriales y cognitivos: es decir, transformar el tocar físico en un tacto psíquico.

Las experiencias que el feto realiza en su tiempo de vigilia, son juegos rítmicos con la presencia/ausencia de contacto, que irán enriqueciéndose y haciéndose más complejos, y aumentando su nivel de actividad: así se va a pasar de la experiencia inicial de contacto/no contacto, a eso que yo llamo lo “tenido-soltado» que marca un aumento en la actividad, que enseguida se intensificará como poner adentro/poner afuera y agarrar/arrojar. El movimiento es tanto físico como psíquico en la conversión de un sentido en otro. El tocar se convertirá a medida que el calendario de maduración progrese en «oír» y «ver», como formas de mantener el contacto a través de otros modos sensoriales.

– La ecografía del «feto del globo» muestra un feto de 15cm y 3 meses y medio, «jugando» a atrapar y soltar un coágulo de sangre, resultante de la amniocentesis: se observan movimientos de la mano palpando el «globo» que es así ubicado delante de la cara y luego puesto sobre las rodillas y rechazado por las piernas. Se asiste a este «juego de pelota» repetido a lo largo del tiempo de observación» (Cahen et al, 2007, p. 22).

– Alice es descrita así por el ecografista a las 24 semanas de desarrollo embriológico: «Ahora su mano está cerca de su cabeza, toca su rostro … vuelve a la pared… vuelve a la cara… luego a la pared… otra vez hacia la cara… hacia la pared… Tal vez ella pueda sentir la diferencia … soy yo, no soy yo, yo, no yo… mueve todos sus dedos uno por uno, el pulgar, el dedo índice, el medio, el anular, el dedo meñique. La madre se ríe y dice que a su marido le gusta tocar el piano» (Piontelli, 2003, p. 128).

El anclaje en el modelo perceptivo originario del tocar, va a constituir el eje fundamental, el endoesqueleto de nuestro psiquismo, cuyo objetivo seguirá siendo el establecer el contacto, a través de sus evoluciones posteriores, resultantes de la transferencia amodal. Así conservamos durante toda nuestra vida una parte de esta capacidad de trabajo en todas nuestras relaciones a través de modalidades de comunicación infra-verbales como la empatía, las emociones estéticas… y a fortiori en la relación terapéutica: la transferencia en una otra modalidad sensorial permite seguir «tocando» con otros medios sensoriales y cognitivos, una vez que el lenguaje permite una puesta en forma verbal de sensorialidades primitivas, como en la expresión «me toca mucho» (Prat, 2021).

Esto es lo que he descrito como la «ópera del encuentro» (Prat, 2007), un modelo de comunicación polisensorial entre dos partenaires.  

2. Consecuencias metapsicológicas, en particular sobre la noción de pulsión

Es indispensable una revisión para tomar en cuenta los nuevos conocimientos surgidos del campo de los trabajos sobre el apego, la psicología del desarrollo, las neurociencias y la embriología, por nombrar sólo los más obvios.

  • La fuerza que desde el principio, entre las 8 y las 10 semanas, parece «empujar» a tocar/entrar en contacto, corresponde a la definición misma de la pulsión.

El hecho de que a las 8 semanas de desarrollo fetal el embrión tenga de entrada reacciones de evitación, nos permite [CB1] plantear la hipótesis de que un cambio del mundo, que se convierte en un nuevo mundo sensorial, hace efracción, convulsión, ruptura en el continuum y sería entonces, por esencia, traumático. El punto identificable del comienzo de una vida psíquica sería una transformación sensorial efractante, vuelta necesaria por el hecho de que es obligatoriamente una convulsión traumática. Se trataría de la primera manifestación de una fuerza distinta a la genéticamente programada, o funcionamiento fisiológico automático o reflejo, es decir una primera transformación esencial para la continuidad de la vida, que constituirá el prototipo de lo que será la función psíquica.

  • Sabemos que Freud definió en 1915, en «Pulsión y destinos de la pulsión», a la pulsión como el eslabón intermedio entre la excitación somática y la actividad psíquica, un concepto límite entre psíquico y somático. «Un concepto-límite entre anímico y somático, como representante psíquico de los estímulos surgidos del interior del cuerpo y llegando al alma» (Freud, 1915, p.167).

El empuje, anclado del lado de las pulsiones de vida, que invierte el movimiento de la retirada para transformarlo en búsqueda es, en mi opinión, la pulsión originaria: una pulsión de tocar, invariante básico y esencial que constituirá la base de todo el desarrollo pulsional. Se trataría de la primera manifestación de una fuerza distinta de la programada genéticamente, funcionamiento fisiológico automático o reflejo, una primera transformación que constituye el prototipo de lo que será la función psíquica.

El hecho de que el tocar sea un sentido reflexivo es fundamental para un mayor desarrollo. De hecho, uno no puede tocar sin ser tocado al mismo tiempo: por lo tanto, la fuente y el objeto de la pulsión están indisolublemente ligados, lo que instala inmediatamente el vínculo con el objeto en el corazón de la experiencia primitiva. En esta etapa del desarrollo embrionario donde no podemos hablar de sexual, es un invariante, una pulsión esencial que definirá el subsuelo, la energía básica. Propongo llamarlo Tact-Pulsion.

Tact-pulsion está en la posición de actor central para toda la vida psíquica y de organizador de todo el desarrollo. La forma primitiva derivada del contacto permanecerá en funcionamiento durante toda la vida y constituirá nuestra «memoria de la forma». Al nacer, el mundo se volverá más complejo, y el conjunto de todo lo que se ha construido en el útero tendrá que ser revisitado: el tacto será retomado y reorganizado, es decir simbolizado, bajo la primacía de la creación del vínculo con las personas cercanas, amigables, luego bajo el ángulo de las investiduras sociales, y seguramente de la sexualización … La sexualidad representará una de las modalidades de estar en contacto, particularmente poderosa, con un considerable valor añadido del lado del placer.

La anterioridad de tact-pulsion sobre la pulsión sexual, constituye una respuesta a la pregunta planteada por Didier Anzieu a raíz de los descubrimientos de Bowlby sobre el papel de la piel en la constitución de los vínculos afectivos: «¿No ha cometido el psicoanálisis un error al privilegiar la pulsión sexual? ¿No es la pulsión de apego tan primaria como la pulsión sexual? (Anzieu, 1979). Me inscribo en esta filiación, que podemos reconsiderar ahora a la luz de los nuevos conocimientos y datos observacionales disponibles. Lo que había sido calificado por Zazzo (1973) como «revolución del apego» fue una revolución fallida para el psicoanálisis1.

La corriente del apego, olvidando que Bowlby fue psicoanalista hasta el final de su vida, se convirtió en tan opuesta al psicoanálisis como en su momento la corriente de la relación de objeto se oponía a la corriente «intrapsíquica».

1. En psicología, es raro que un evento, una nueva idea o un nuevo hecho, adquiera la apariencia de una revolución» (Zazzo, 1973, p. 14).

Los nuevos conocimientos a nuestra disposición nos llevan a reconsiderar las propuestas de articulación entre enfoque intrapsíquico y enfoque intersubjetivo. Tomar en cuenta los datos de la vida prenatal influye en la propuesta de una pulsión de apego, lo que permitiría hacer «dialogar» juntos dos corpus teóricos como el psicoanálisis y la teoría del apego tan a menudo presentados como «irreconciliables» (Golse, 2007). Ahora podemos especificar que la noción de apego es una condensación comportamiento / afecto: después del nacimiento, la inscripción de Tact-pulsion en el mundo relacional se traducirá en el doble registro de la representación en afecto y de la realización en acción. Considerar la Tact-pulsion como fundadora nos permite conectar las dos direcciones de su desarrollo: la del vínculo con el mundo externo de los objetos y las experiencias relacionales, y la de lo intrapsíquico y el contacto con el mundo interno.

La primera cualidad de Tact-pulsion como afecto será del orden de la ternura y su realización será en y por los comportamientos de apego. 

Esto nos permite salir del clivaje entre una concepción intersubjetiva y otra intrasubjetiva y asociar los trabajos de investigación sobre el apego a los cuestionamientos de la investigación psicoanalítica.

La ternura aparece como la primera y ya no puede considerarse como, en su definición clásica, una pulsión inhibida en cuanto a la meta. La ternura es la forma emocional que toma la Tact-pulsion invistiendo a un partenaire relacional, a través de los comportamientos que se califican como «de apego». 

3. Las consecuencias clínicas son considerables

Tomar en consideración una Tact-pulsion de la cual conservamos una memoria de forma, subyacente a la evolución del proceso pulsional, da gran coherencia al despliegue de la vida psíquica, desde sus inicios hasta nuestra experiencia clínica, y nos pone en el camino de una herramienta clínica de primera.

Existen innumerables ejemplos clínicos que nos permiten revisitar nuestro abordaje terapéutico con el vector del contacto. Esto implica tener en cuenta todos los niveles del lenguaje, tanto en el material que surge del paciente, como en el que proviene del analista en forma de interpretación (Prat, 2012). Me limitaré, en el marco limitado de un artículo, a presentar algunas pistas de trabajo.

El desafío de los tratamientos hoy en día se refiere a los niveles de desorganización de lo identitario y los caminos singulares de las simbolizaciones primarias (Roussillon, 1999) y plurales (Baranes, 2003); esto supone ampliar nuestras modalidades de comunicación para encontrar los niveles relacionados con las experiencias arcaicas en las cuales ha tropezado el desarrollo. La inscripción del otro desde el comienzo de la vida prenatal permite articular el modo de comunicación integrando el lenguaje no verbal, con gran coherencia, desde el inicio de la organización del psiquismo hasta el trabajo clínico, en particular con los estados límite, pero también de una manera más sutil, con los «momentos límite», de todo funcionamiento psíquico: la «cura por la palabra» se descentra hacia una «cura por la comunicación»  con el objetivo de establecer o restablecer las modalidades de contacto, lo cual es muy consistente con los descubrimientos de las neurociencias. Así, según Schore (2011, pp. 76-77) «a pesar de la asignación del hemisferio izquierdo verbal como ‘dominante’ debido a su capacidad para manejar los procesos del lenguaje, en realidad es el hemisferio derecho con su función de comunicación y manejo implícito de la homeostasis y la autoconservación el que es realmente dominante en la existencia humana».

– En nuestra «mitología» fundacional, como Freud (1915) llamaba a la teoría de las pulsiones, ¿la noción de pulsión sexual nos ayuda a trabajar la cuestión del contacto, de lo íntimo en las situaciones clínicas? ¿O más bien nos estorba en nuestra capacidad terapéutica, con estos niveles primitivos de funcionamiento, cuestionando en primer lugar la seducción en el acercamiento?

Cuando no ha podido establecerse el contacto primero con el otro, en los primeros momentos de la vida después del nacimiento, prosiguiendo el juego rítmico originario de lo “tenido-soltado” iniciado en la vida prenatal, cuando el primer contacto ha sido demasiado intrusivo o demasiado laxo, el desarrollo psíquico permanece en barbecho: la ausencia de contacto se exaspera en la búsqueda frenética de un borde, una superficie, un doble, por falta de un reflejo; la desesperación de no poder «estar» en contacto, se exaspera por «volver a entrar», por «ponerse en contacto» concretamente, o se salda por un clivaje drástico de las posibilidades de contacto con uno mismo.

En este singular trabajo psicoanalítico, se trata ante todo de establecer y restablecer el contacto con el paciente, un contacto cuya modalidad irá evolucionando a medida que evolucione el tratamiento; las características de las modalidades transformacionales del analista, por obra de su trabajo interpretativo, dan cuenta de lo que Roussillon (2001) describió como un «medio maleable», en un tándem indisociable de las funciones del objeto, descrito por Bollas como un «objeto transformacional». Las características de co-construcción en lo que Roussillon (2005) definió como «conversación psicoanalítica» en analogía con el quigglegame de Winnicott pueden considerarse fructíferamente como una manera de recuperar el contacto, sin presuponer formas o temas preestablecidos.

Mi propuesta teórica pretende sacar al contacto de la clandestinidad y ponerlo en un lugar central en los tratamientos, como ha estado en un lugar central y primero desde el comienzo del desarrollo, para reconstruir el camino desviado del encuentro con el otro.

ᴪ ᴪ ᴪ

Referencias

Anzieu, D. (1979). La peau: Du plaisir à la pensée. In L’attachement (2nde édition, p. 140-154). Delachaux et Niestlé.
Bolognini, S. (2022). Enchantements et désenchantements dans la formation et utilisation des théories psychanalytiques sur la réalité psychique (E. Adam, Trad.). Le Coq-héron, 248(1), 14-24. https://doi.org/10.3917/cohe.248.0014
Cahen, F., Farges, F., Fenoglio, I., HaIlé, P., Ninin, N., & Sarradet, J.-L. (2007). Le fœtus au ballon : Contribution à l’étude du passage du fœtus au nourrisson. Cahiers de PréAut, 4(1). https://doi.org/10.3917/capre.004.0019
Fondation Agalma. (2013, janvier 22). Fondation Agalma—Entretien avec Catherine
Malabou [Video]. www.youtube.com/watch?v=r6rMj8ZAk1w
Freud, S. (1915). Pulsions et destins de pulsions, OCF. Vol. XIII, PUF, 163-188.
. (1991). (1893) Manuscrit B: l’étiologie des névroses. In Lettres à Wilhelm Fliess : 1887-1904 (p. 55-62). PUF.
. (2015). La naissance de la psychanalyse. Paris: Presses universitaires de France.
Houssier, F. (2010). Anna Freud et son école—Créativité et controverses. Campag-ne Première.
Labrusse R., in Zawisza, M. (2019, 21 de mayo).  Il faut parler d’une invention de préhistoire plutôt que d’une découverte. Le Journal Des Arts, 724. www.lejournaldesarts.fr/patrimoine/il-faut-parler-dune-invention-de-la-prehistoire-plutot-que-dune-decouverte-144234
Lécuyer, R. (2014). La construction des premières connaissances. Paris: Dunod.
Morin, E. (1995). La stratégie de reliance pour l’intelligence de la complexité. Revue internationale de systémique, 9(2), 105-122.
Piontelli, A. (2003). From fetus to child: an observational and psychoanalytic study. London: Routledge.
Prat, R. (2007). La préhistoire de la vie psychique : Son devenir et ses traces dans l’opéra de la rencontre et le processus thérapeutique. Revue française de psychanalyse, 71(1), 97-114. https://doi.org/10.3917/rfp.711.0097
. (2021). Exploration du concept de « Tact-Pulsion ». Canadian Journal of Psychoanalysis, 29(2).
. (2023). Tact—Pulsion, la mémoire de forme de notre psychisme. Paris: Éditions Érès.
Roussillon, R. (2001). L’objet «médium malléable» et la conscience de soi : Ces objets qui soignent. L’Autre (Grenoble), 2(2), 241-254.
. (2005). La «conversation» psychanalytique : un divan en latence. Revue française de psychanalyse, 69(2), 365-381
Schore, A. N. (2001). The right brain implicit self lies at the core of psychoanaly-sis. Psychoanalytic dialogues, 21(1), 75100.