Ma. Beatriz Greco: Doctora en Filosofía y Ciencias Sociales por la UBA y la Universidad París VIII. Licenciada en Psicología por la UBA y en Psicopedagogía por la Universidad del Salvador. Investigadora UBA. Es integrante del Área de Convivencia escolar de la Dirección de Derechos Humanos, Género y ESI del Ministerio de Educación de la Nación. Desde 2008, es directora de diferentes Proyectos de investigación UBACYT. Es formadora de docentes, directivos/as y orientadores en Argentina y Latinoamérica.
Resumen: Este texto se propone explorar el vínculo particular entre las relaciones del enseñar y el aprender con los procesos transferenciales que se dan en el territorio de la educación. Ello implica abordar los devenires subjetivos que se producen en las escuelas y en los espacios formativos cuando las relaciones pedagógicas potencian la posibilidad de suspender el tiempo y hacen lugar a un vínculo igualitario capaz de abrir experiencias y procesos de emancipación. Es así que este trabajo construye un entramado en el territorio de pensamiento plural y complejo que entrelaza lo filosófico, lo político y educativo/formativo hilvanando prácticas y teorías, experiencias y constelaciones conceptuales. Se despliegan reflexiones en torno a la dimensión transferencial que las relaciones pedagógicas, en el campo educativo y formativo, pueden implicar, en tanto habilitadoras de otras posiciones subjetivas.
Descriptores: Pedagogía, Transferencia, Educación, Formación.
Los tiempos actuales nos desafían con la pregunta por los modos de “hacer” hoy la igualdad en educación, así como en la formación en general, en medio de desigualdades sociales que se profundizan y abandonos de trayectorias que se acrecientan. La pandemia por Covid 19, no hizo más que develar con crudeza, sistemas educativos que corren el riesgo de fragmentarse cada vez más: escuelas, institutos o universidades divididas para unxs y para otrxs, para quienes tienen las posibilidades materiales y simbólicas, los medios tecnológicos y el acompañamiento y para quienes no cuentan con ello, para supuestxs “inteligentes” y para supuestxs “incapacitadxs”, para lxs que se sostienen y para lxs que ya vieron sus trayectorias interrumpidas.
¿En qué sentido lo que acontece en la escuela, en las universidades o espacios formativos, puede constituirse en un tiempo igualitario, un “tiempo suspendido”, a través de una experiencia particular de relación?
¿Qué concepciones y experiencias de relación pedagógica, entre la asimetría que la constituye y la igualdad como principio (Rancière, 2007) nos permiten recrear nuestros modos de educar y formar?, ¿qué modalidades de vincularnos promueven igualdad en el mismo acto de educar?, ¿es posible “hacer” la igualdad? ¿cómo se vincula esta relación pedagógica particular con las formas de la transferencia?
La referencia a Jacques Rancière —un filósofo que trabajó particularmente sobre la igualdad como principio y sus formas de transformación de la experiencia de otra temporalidad— se vuelve indispensable porque reúne y distingue a la vez, los modos de habitar temporal y espacialmente, en las instituciones o más allá.
Rancière propone —en cada texto— que la igualdad es un acto, un punto de partida y no de llegada, una confirmación, una actualización o verificación que sólo se constata en un mundo sensible y compartido, sin palabras declamatorias, pero con palabras que circulan y bordan-arman-crean un espacio en común.
Su obra muestra insistentemente escenas de igualdad en la historia y contemporáneas, momentos, narraciones y efectos igualitarios, que constituyen efectos políticos. Da a ver que la igualdad puede decirse de manera sensible, encarnada, en hechos, disposiciones corporales, formas de escuchar y modos de dirigirse a otrxs.
Los modelos autoritarios que establecen jerarquías en diferentes espacios educativos y formativos continúan teniendo vigencia e insisten en delimitar lugares de superioridad sobre otros de inferioridad. Saberes y poderes sobre subjetividades impotentes —supuestas e impuestas—, sobre quienes son posicionados/as por un orden social, en inferioridad de condiciones. Con demasiada frecuencia, se declama igualdad mientras se ejerce en acto un modo de relación vertical que inhibe la palabra de todxs y cualquiera, el movimiento, la crítica, la circulación de saberes y la búsqueda incesante de la cual sólo unx puede responder.
Todo indica que en estos tiempos, en que el mundo es afectado por la pandemia por Covid19 con sus efectos devastadores sobre el lazo social, se han profundizado desigualdades materiales y simbólicas. No obstante, el discurso de la inclusión se expande mientras se la desmiente en actos con demasiada frecuencia. Se habla en nombre de la igualdad, pero se la contradice en las prácticas formativas/educativas manteniendo un poder explicador propio de las jerarquías y el desprecio por lo que nos hace iguales: la capacidad de palabra.
En El maestro ignorante. Cinco lecciones de emancipación intelectual (2007), el filósofo despliega —sin proponérselo— una relación pedagógica posible que puede asimilarse a la relación transferencial, allí donde un “no saber” es motivo de trabajo “entre” sujetos posicionados en forma asimétrica, aunque no jerárquica. Rancière recupera la historia de Joseph Jacotot, un pedagogo francés, protagonista del texto, que enseña lo que no sabe y afirma que se puede enseñar lo que se ignora si se emancipa al alumnx. Cuenta la historia que Jacotot se encontró, en una situación de exilio fuera de Francia, enseñando francés a estudiantes holandeses, sin lengua en común y sin poder entenderse. Es así que echa mano de un libro, el Telémaco de Fenelón, traducido en los dos idiomas y por medio de un traductor indica a sus estudiantes que lean, comparen, relacionen y busquen para aprender aquello que él deseaba enseñar y ellxs aprender.
El gesto jacotista es el de interrumpir la explicación, buscar una “cosa en común” (un libro) y sostener un encuadre que dispone al trabajo y les dice a sus estudiantes, de modos diferentes: aquí se enseña y aprende porque todas las inteligencias son iguales, garantizando que cualquiera puede aprender si se producen las condiciones necesarias para ello. Este maestro ignorante no se define por abandonar su lugar, ajeno a todo saber, sino por sostener a sus estudiantes en la búsqueda de sus propios saberes e ignorancias.
¿Por qué pensar en lazo esta relación pedagógica particular con la transferencia? En una relación transferencial se actualizan deseos inconscientes a través de un desplazamiento que asigna a alguien un saber que no tiene. El maestro ignorante, en un sentido similar, es quien abandona ese lugar de saber y deja de lado la explicación interminable hacia otro —supuesto ignorante— e interrumpe el círculo de la impotencia y la desigualdad. Rancière y Jacotot, con una voz que se confunde a lo largo del texto, afirman la potencia de los procesos que se ponen en marcha cuando se sostiene un lugar sin colmarlo, dando espacio, ofreciendo un modo de trabajar y pensar, un vacío, un tejido incompleto en torno a objetos en común, habilitando formas de escuchar y hacer nacer palabras donde —de otro modo— no las habría.
¿Podría postularse una pedagogía de la transferencia, no porque ésta pudiera enseñarse —en sentido tradicional— sino como pedagogía no explicadora, que se abstiene de saberlo todo, habilitante de lugares, de formas diversas de recorrer trayectorias y abrir búsquedas singulares?
La relación pedagógica y la relación transferencial son asimétricas más no necesariamente jerárquicas. Mantienen una distancia y diferencia de lugares no intercambiables. Su modo de ser y de hacer, es el de crear otras condiciones de ver, de comprender, de conocer/se. Es el modo de la suspensión del tiempo (Simons & Masschelein, 2014).
Tiempo desvinculado del tiempo productivo, de la aceleración, del consumo sin límite o como único modo de ser y vincularse, desarticulado y distante de la cosificación del otrx. Un ejercicio de interrupción, una suspensión, un poner entre paréntesis, una cuestión de profanación, es decir, el hecho de poner algo a disposición de cualquiera. Una cuestión de atención, de escucha y de mundo en común.
¿Qué hace que hoy podamos pensar en la suspensión del tiempo? Rancière nos propone una insistencia: trazar un círculo, comenzar por algún lugar componiendo saberes y haceres y presuponer la igualdad en toda relación. Un punto de partida que cobra vida cuando nos damos la posibilidad de verificarla, de crear escenas igualitarias de palabra en común, no jerárquica, desligada de saberes absolutos y poderes verticales. Solo partiendo de la igualdad es posible hacerle lugar; como meta lejana, es inalcanzable.
Se trata, entonces, de reconfigurar relaciones del enseñar-aprender-formar-educar-dialogar (¿tal vez analizar?) desarticulando jerarquías, recomponiendo horizontalidades.
Es posible que la estructura de una relación pedagógica emancipatoria sea similar a la de una relación transferencial en la que se traza un circulo particular que interrumpe el tiempo social donde se organiza el poder de unxs sobre otrxs: el circulo de la potencia, en términos rancierianos.
Rancière trabaja la igualdad a lo largo de toda su obra, El maestro ignorante es sólo uno de los modos de ponerla en escena con Joseph Jacotot y sus estudiantes holandeses. Encontramos escenas desplegadas en todos sus textos, como una obsesión que no cesa de buscar y hallar en la historia y en la actualidad, en momentos fugaces y poderosos, que dejan huellas, a contrapelo de la desigualdad que se impone. La noche de los proletarios (2010), uno de sus primeros textos, es revelador de esa temporalidad que se interpone cortando la linealidad del tiempo de la dominación.
La noche de los proletarios es literalmente el tiempo nocturno que algunos grupos de obreros franceses en 1830 utilizaban para escribir, pensar en conjunto, hacer poesía, editar periódicos. Ese tiempo naturalmente destinado a dormir para reponer el cansancio y volver a producir al día siguiente, era ocupado de forma inapropiada para hacerse de una voz propia, intempestiva, igualitaria, a ser escuchada. Para el filósofo no se podría hablar de la igualdad sin igualdad, en el lenguaje mismo. Al hablar ya hay alguien que dice y otrx que escucha; esa igualdad de la palabra es la que propone, una y otra vez, para dar a pensar que las jerarquías sociales son “ficciones” de la dominación. Ficciones existentes, que producen padecimiento. Formas impuestas que estructuran un mundo social de jerarquías e impiden que las voces sean escuchadas, no como ruido sino como palabra.
La forma de decir igualitaria es aquella que rehúye la explicación, siempre atenta a desjerarquizar relaciones, no sólo entre sujetos, sino también entre teoría y práctica, pensamiento y praxis, narraciones y escenas, lo que irrumpe y lo que perdura. La dominación genera poderes enquistados, lenguajes poderosos que construyen al otrx con sus supuestas incapacidades.
La relación transferencial podría aproximarse a ese modo en que dos sujetos en posiciones diferentes se entrelazan en un tiempo suspendido para hacer lugar a otras escenas, otros pensamientos, nuevos recorridos, una experiencia inédita.
Como en una relación transferencial, Rancière da a ver escenas de palabra, en las que alguien asume la propia voz, la construye y reconstruye, y produce para sí —en ese mismo vaivén— otro lugar de sujeto. Un artesano trabaja en su taller rodeado de objetos y herramientas, al tiempo que dice —según augurios platónicos— que su trabajo no le deja tiempo para pensar, sin embargo, mientras lo dice, piensa1. Un maestro ignorante enseña al lado de sus alumnxs, camina en torno a una “cosa en común” con ellxs y afirma que su oficio no es el de la explicación sin fin, sino el de hacer lugar a una ignorancia compartida que emancipa al alumnx emancipando también al maestrx2. Un espectador, sentado en su butaca en la oscuridad, mira la escena teatral y compone su propia obra poniendo en diálogo un pensamiento sensible con los materiales que el dramaturgo y los actores le ofrecen3. Unos obreros se deciden a habitar la noche de otra manera, no duermen al regresar de la fábrica, sino que leen y escriben, no reparan el cansancio para reiniciar al otro día el circuito laboral, destinan sus noches a la escritura y en esa ruptura de la temporalidad dominante, reconfiguran su subjetividad y su palabra4.
1. Gabriel Gauny. El filósofo plebeyo. (2020)
2. El maestro ignorante. Cinco lecciones de emancipación intelectual. (2007)
3. El espectador emancipado. (2010)
4. La noche de los proletarios. Archivos del sueño obrero. (2010)
En su pensamiento, sus libros, archivos y anotaciones, el filósofo se pregunta por lo que no encaja con la supuesta naturaleza de los hechos. Mira escenas de la historia y las relaciona con el tiempo actual y sus problemas, como en el caso de Jacotot interviniendo con su método-antimétodo igualitario, en pleno siglo XX. Levanta la mirada y hace una invitación: interrumpir, habitar el desacuerdo, des-encajar, des-colocar, recomponer de otro modo las partes des-ensambladas, desanudar lo anudado, mirar como extranjerxs, dar lugar a un pensamiento de la incomodidad, la alteración y el disenso. Suspender el tiempo. Desandar la armonía de “cada unx en su lugar” propio del orden instituido y del consenso social para dejar de ver lo supuestamente natural de la desigualdad.
Este tiempo de profundización de desigualdades abre a la urgencia del cuestionamiento, de la incomodidad, de la responsabilidad de suspender el tiempo desde el lugar de formadorxs o educadorxs. ¿Será posible aprender a ser iguales en un mundo de desigualdad? Rancière invita a pensar que se trata de aprender a ser iguales siendo ya ahora iguales, en este mismo momento y contexto, en que todo indicaría que las desigualdades son insalvables.
La igualdad, entonces, es un asunto de cuerpos y voces, sujetos ubicados en lugares impropios, tiempos interrumpidos y espacios que —supuestamente— no corresponde ocupar. Nos queda a nosotrxs, docentes, filósofxs, pedagogxs, psicóloxs, psicoanalistas, decidir con qué voces y con qué palabras o silencios haremos igualdad.
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Referencias
Rancière, J. (2020). Gabriel Gauny. El filósofo plebeyo. Buenos Aires: Cactus.
. (2010). La noche de los proletarios. Archivos del sueño obrero. Buenos Aires: Tinta Limón.
. (2010). El espectador emancipado. Buenos Aires: Manantial.
. (2007). El maestro ignorante. Cinco lecciones de emancipación intelectual. Buenos Aires: Del Zorzal.
Simons, M., & Masschelein, J. (2014). Defensa de la escuela. Buenos Aires: Miño y Dávila.